*el miedo no debe ganar *

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Capitulo XXI

El viento azota mi cuerpo, trayendo consigo pequeñas gotas de lluvia y provocando en mí escalofríos por todo el cuerpo. No quiero pararme, solo quiero estar aquí sin hacer nada.

Hace dos horas que llegue a casa, pero salir de la casa de mis primos no fue fácil ya que no querían que me fuese, Michel trataba de chantajearme con comida mientras Nicolás me abrazaba tan fuerte que se me cortaba la respiración, hasta que llegue a la puerta y se resignaron, al final me despedí de ellos de una manera cariñosa y me hicieron prometer que iría a visitarlos más seguido. No pude despedirme de hunter porque no estaba en casa. Fabián es el más pacífico, así que él no fue un dolor en la cabeza.

Luke me acompaño a casa y se fue dándome un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Por otro lado, a Christopher y a su dichosa prima no los vi así que no se si aún sigan vivos.

Cuando pase por el living habían personas sentadas en los sillones, no vi quienes eran –puede que hasta el loco que vi hoy estuviera sentado allí y no me hubiera dado cuenta- ya que solo salude y seguí caminando.

Dos horas recostada en este gras ya empezó a hacer efecto y empieza a dolerme un poco el cuerpo y el frio no es de lo mejor, pero es peor entrar a casa y recordar momentos inolvidables allí. El frio que me invade, adormece mi mente haciendo que solo me concentre en lo que pasa a mí alrededor y no en lo más profundo de los recuerdos.

-¡Emma! ¡Por dios, niña!

Me sobresalto al escuchar la voz de mamá, desesperada y enojada... oh mierda.

Ya que estoy aquí y mi mama ya está enojada no veo el caso de levantarme de inmediato, esperare a que se le pase el enojo y luego hablare con ella.

-Emma, ¿no piensas levantarte de allí?- su voz sale totalmente cansada, como si acabase de despertar por la mañana.

Abro mis ojos y la veo frente a mí, con un paraguas en las manos. Con razón deje de sentir las pequeñas gotas en mi cuerpo.

-hola, mama- digo y vuelvo a cerrar los ojos. Escucho un resoplido de su parte, no vi su cara debido a la oscuridad que hay, pero sé que algo le preocupa o tal vez muchas cosas.

Maldición, ahora tendré que hacer algo más para distraerme. Me levanto del suelo de manera rápida y camino hacia la casa.

-vamos, mamá. Está haciendo mucho frio aquí afuera.

Le escucho suspirar y después sus pasos siguiéndome.

Abro la puerta que lleva a la cocina, cuando estoy dentro ciento la calefacción y mis músculos se relajan. Voy hacia los reposteros y saco un vaso.

-hija, ¿quieres hablar ahora? Puedes decirme lo que te pasa, amor-las palabras de mamá son tranquilizadoras pero no creo que ahora mismo pueda decirle sobre Emilio ya que no estoy segura de ello.

-no pasa nada, mamá- me volteo hacia ella y le doy una sonrisa de boca cerrada.

-¿segura? Bueno cariño, si quieres contarme solo avísame- me sonríe tiernamente, se acerca a mí y me da un beso en la frente.

-buenas noches, mamá

-duerme bien.

Me abraza y se va. Dejo el vaso en el fregadero, miro el reloj en la pared... 11:50 p.m.

Bien, ya es tarde y no eh dormido en todo el día así que, quedarme dormida no será un problema.

(...)

-bien, ¿a rayas o el blanco?

-a rayas- apunto el pantalón mientras suelto un bostezo.

-maldición, Emma... quisiera elegir mi ropa igual de rápido que tú- hace puchero pero luego me sonríe.

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