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Mateo entró a su casa mientras seguía llorando, parecía no poder parar. Había tenido una noche genial hasta ahora. La había cagado muy mal. No podía creer que le haya hablado así a Manuel y que el mayor le haya dicho todo eso.

El llanto venía por el shock de la discusión antes que nada, pero ya acostado en su cama, si pensaba un poco más en eso, lloraba porque Manuel tenía razón, tal vez era igual a sus amigos y no sé había dado cuenta. Siempre le molestó lo que hacían pero nunca fue capaz de pararse por alguien o siquiera defender.

No se animaba a hacerles frente porque los conocía, y aún así los consideraba sus amigos, sólo porque nunca le habían hecho nada a él específicamente. Hacerles frente también significaba que su padre pudiera enterarse y eso no podía pasar.

Sollozó lo más silencioso posible, tampoco quería despertar a nadie, pero era tal el sentimiento de fracaso y decepción que lo sobrepasaba. Además se sentía solo, no podía hablar ésto con nadie.

Trató de regular su respiración e intentó dormir, no había nada que pudiera hacer ahora.
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Manuel había quedado parado detrás de la puerta al cerrarla, tenía un nudo en la garganta y una fuerte presión en el pecho. No había querido decir todo eso, no quería discutir de esa manera con el menor. Se había pasado.

Él tendría que haber sido paciente, sabía que a veces no era fácil aceptar la propia homosexualidad y sobre todo en el lugar del menor, rodeado de esa gente, pero estaba harto de sentirse horrible e inseguro al lado de Mateo. Harto de sentir que era nada para el menor. La vez que le dijo que sólo le correspondía los besos, que le daba impresión... todavía le dolía.

Tomó su celular y llamó a Valentín, estaba haciendo su mejor esfuerzo para no llorar.

-"Me acabo de pelear con Mateo".

Su amigo se quedó en silencio algunos segundos antes de responderle.

-"¿Qué?... ¿Recién? Pero si andaban a los besos".

Se mordió el labio en silencio todavía y eso pareció darle una mala sensación al mayor.

-"Pará, ¿te lastimó o algo? Porque si es amigo de esos no me extrañaría".

Valentín no sabía que fueron ellos, pero así y todo los odiaba, si supiera, y si supiera que Mateo seguía hablándoles incluso sabiendo.

-"No... Fue medio agresivo todo pero hablando".

Valentín pareció suspirar de alivio.

-"¿Qué pasó entonces?".

Manuel todavía estaba en la entrada de su casa, no se había movido de ahí mientras le contaba lo que había pasado. Reconocía que había actuado mal y su amigo se lo confirmó, pero también Valentín entendía que él venía dolido de hace meses por culpa de lo que decía Mateo. No lo justificaba, pero lo entendía.

-"Así que tengo dos soluciones, yo te las digo y vos te fijás". Valentín hablaba como si estuviese hablando con un niño y rodó sus ojos.

-"Dale, decime y listo".

-"La solución uno es: le hablás y le explicás lo que sentís, lo que pasó y si él sigue diciendo que no es no sé qué porque no sé cuánto, listo, está bien. No podés obligarlo a nada". Manuel hizo un ruido dando a entender que estaba escuchando. "Y la solución dos es básicamente mandarlo a la mierda, que se cague por homofóbico. Cuando te vayas andá a un boliche de levante, cogete a quien quieras y olvidate de éste pibe que está acá rodeado de esos pelotudos que capaz si se enteran que estuvo cerca tuyo lo cagan a trompadas y peor, con ese padre que tiene, seguro se los da tipo carnada o algo. Dejálo que se haga la cabeza y siga sintiéndose mal solo sin decirle nada a nadie y termine siendo un infeliz de mierda, vos sé feliz allá donde vayas".

-"La puta madre, ¿por qué lo decís así?". Se sintió tan mal, su amigo tenía razón y ahora quería pedirle perdón a Mateo por ser tan egoísta, por no ver la situación en la que estaba el otro, con su padre, sus amigos y todo su entorno. Básicamente se había cagado en eso y le echó la culpa por algo que no puede controlar.

-"No dije nada, te di dos opciones nomás... Pero te das cuenta la suerte que tenés vos, ¿no? Y la situación de él es todo lo contrario".

Manuel suspiró con pesar.

-"Ya entendí, me tengo que disculpar y todo eso, gracias supongo".

-"No necesito que me agradezcas por hacerte ver que sos un boludo". El mayor se rió ligeramente, él sólo pudo sonreír, se sentía muy desanimado.

-"Bueno, me voy a dormir, nos vemos después".

Cuando terminó la llamada entró al chat de Mateo.

'perdoname, soy un boludo... podemos hablar después? te dije cualquiera'.

Decidió que debía dormir todo lo que pudiera hasta que sea la hora en que tenía que cumplir con alguna responsabilidad.
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Mateo había despertado casi al mediodía, estaba demasiado desanimado, pero no podía hacer mucho. Había leído el mensaje de Manuel y a pesar de que no quería contestarle, lo hizo, con un simple 'no gracias, no quiero hablar más, que te vaya bien'.

Era lo mejor, la vida de Manuel no era como la suya, él no podía tener esa libertad y por más que quisiera, lo suyo era la imagen que mantenía, no podía ensuciarla. No podía mudarse a otro lado, no podía hacer una nueva vida por algo así.

Sí, tal vez Manuel le sonreía y a él se le aceleraba el corazón, tal vez sus besos eran los mejores que haya recibido hasta ahora, pero no valía la pena meterse en algo tan peligroso por un pibe con el que nunca iba a llegar a nada, porque lo de Manuel no era serio. Nunca lo presentaría a sus padres, a sus amigos, nunca caminaría con él de la mano como lo haría con alguna chica.

El débil llanto de esa noche había quedado en el olvido, ahora parecía muy animado, a pesar de que algo dentro suyo no estaba bien.

Recibió sólo un mensaje más de Manuel y era una simple disculpa, decidió no contestarle para no dar pie a una posible charla. Trataba de pensar qué hacía en su tiempo libre antes del mayor, no podía recordar, por lo que ahora las noches que no estaba con sus amigos las pasaba con Tiago.

Ya eran amigos, no era demasiado incómodo, no necesitaban conocerse y no se gustaban siquiera un poco, pero los dos accedían a lo que necesitaba el otro por el momento. Aunque no sabía lo que necesitaba Tiago, pero él necesitaba despejar su mente de Manuel y por momentos lo lograba, aunque no justo esa noche.

La semana casi había pasado, cada vez faltaba menos para que el mayor se vaya. Nunca le preguntó cuándo, qué día, si de mañana, de tarde o de noche; no sabía nada. No podía distraerse de eso, sólo sabía que cualquiera de esos días descubriría que se fue y ya no podría hacer nada. Aunque si pudiera, sabía que no lo haría.

Los besos en el cuello que le daba Tiago no eran suficientes para hacer que deje de pensar en el otro, así que a su mayor pesar, puso una mano sobre su pelo y agarrándolo apenas firme lo alejó, aunque el mayor lo besó directamente en los labios. Correspondió pero no iba as seguirlo mucho más, así que lo volvió a alejar.

-"No puedo, estoy en otra".

Tiago repartió varios besos castos sobre su mandíbula y una de sus mejillas. No sentía nada, claro que se sentía bien pero nada más, no era Manuel y aunque eso le hacía ruido, trataba de recordar que esa era la idea, que no sea igual, que no se sintiera de la misma manera.

-"¿Te quedas o te vas?". El mayor preguntó levantándose de encima suyo y agarró un cigarrillo de la mesa de luz al lado de su cama. Lo encendió mientras lo miraba y Mateo hizo una mueca, no era un amante del olor que largaba aquello.

-"No sé, tenés ganas de llevarme? Sino me quedo, no quiero caminar".

-"Quedáte, mañana te llevo". Soltó el humo antes de darle un casto beso y sinceramente Mateo lo devolvió automáticamente. Siempre que se dejaba llevar por sus pensamientos sobre Manuel se sentía así. Pero si tenía que poner en la balanza a cada uno, con Manuel las cosas eran muy diferentes, sí, le gustaba todo lo que hacian; pero al menos Tiago lo entendía, estaban en la misma página y se sentía menos presionado aunque a su corazón le gustaba un poco menos.
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¿? - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora