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El descendiente azteca estaba temblando mientras apretaba su almohada en busca de tranquilizar su llanto.

¿Se enteraría a Rusia? ¿Cómo Canadá se enteró? ¿Fue Ucrania? ¿Tenía que estar relacionado con la última vez que se vieron?

¡No! ¡Pero si Ucrania le amaba!... ¿verdad? ¿Él también tendría que estarlo extrañando, cierto?... aunque más importante... aunque no fuese Ucrania, ¿él sabía que Canadá ya se había enterado? Si era así, y si Ucrania le amaba tanto como un día lo hizo, aun frente a toda circunstancia en contra iba a hacer lo posible por volverse a encontrar.

Dulce, dulce Ucrania, el hombre que estaba paseando por el salón con un atuendo semiformal no era semejante a su amada florecilla, tan tierno y adorable, ¿qué más podía pedir en un hombre?

Ugh...

Nada cambiaba el que ahora estuviese sollozando, mordiendo su labio inferior mientras se aferraba a la almohada en busca que Rusia no escuchara, pero claro que lo hizo cuando en un intento de levantarse e ir al baño, un mal paso provocó un tropiezo y una caída donde por suerte la almohada amortiguó el golpe.

— ¿México estás bien?—.

Se levantó con cierta dificultad, su vista yacía nublada por las gruesas lágrimas sintiéndose ahora débil, ni siquiera había prestado atención al eslavo que, ahora sin respuesta alguna, subió las escaleras de tres en tres con rapidez.

Rusia apreció la escena extrañado más que preocupado, jamás había escuchado a México llorar tanto si no era ebrio, y menos en esa posición. Buscó en la habitación un indicio de alcohol, por lo menos así justificaría su estado, pero nada, se acercó a tomarlo en brazos, limpiando sus lágrimas y abrazándole.

— México... ¿sucedió algo?—

Por lo menos aún no le habían dicho, el mexicano esperaba que siguiera así hasta encontrar la manera de terminar la relación e ir con el bicolor de sus sueños. Buscó entre el nudo de su garganta el fin de la afonía y el sollozo.

— Yo... sólo recordé algo de hace años...—

Eso sólo despertó más dudas que respuestas, para Rusia era preocupante ver a su futuro prometido así, aunque no lo propusiera aún.

Oleadas de besos llenaron el rostro mexicano con amor y delicadeza intentando secar cada lágrima, camuflar bajo sus labios los rastros de aquellas gotas saladas que brotaban de sus bellos ojos, por su parte México se mantuvo quieto ignorando cada sonido y sensación de aquel consuelo le brindaban.

Era como si deseara un consuelo, pero no al ruso.

— ¿Lo de España, el idiota de Usa?—. Su preocupación no significó más que una risa por parte del latino tricolor quien le besó la mejilla para luego tratar de levantarse con ayuda del menor.

— No te metas en esas cosas Rusia, ¿te parece?— musitó para luego ir al baño.

Rusia suspiró y se abrazó a sí mismo buscando la serenidad ante la ira que le invadía, odiaba cuando México se comportaba así, lo ODIABA, y no sabía por qué esas últimas semanas había actuado peor que antes.

Se sentía miserable a la vez que incapaz de hacer algo, el mayor le rechazaba afecto o simplemente le dejaba a un lado, aun así. no quería decepcionar a México autolesionándose para reflejar su enojo luego de prometer detener aquella conducta.

Había intentado hablar con él pero... por alguna razón no quería escucharlo.

Para su desgracia no lograba estar mucho en casa, no sabía de dónde salían tantas cosas que hacer y con Belarús de visita se había complicado pero sabía que llegaría temprano de vuelta a su hogar ese día... México lo iba a acompañar sí o sí.

☆CHEAT☆ [UƈɾαMҽx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora