□×2×□

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Se reincorporó en la cama dejando a su cabeza abandonar la comodidad de la almohada con ciertas manchas húmedas que se podían apreciar a simple vista, producto de las constantes pesadillas del varón. Bostezó estirando sus brazos, aún tenía sueño y las ojeras bajo sus ojos hacían notar muy bien lo mal que dormía.

Con un leve vistazo a la ventana esbozó una sonrisa, era invierno y la nieve sólo le recordaban al bello pasado en compañía de su familia, las palabras de su padre eran lo único que pudo escuchar cual disco rayado en la mente.

"Somos familia, somos unidos, siempre será así."

Y aunque su progenitor jamás fue del todo bueno, a veces lograba dar "ánimos" y convencer que todo estaría bien algún día.

No tomó mucho para que quisiera levantarse, tanteando con los pies buscando sus sandalias y en cuanto las consiguió protegiéndose del frío suelo, un agarre ligero de su muñeca le impidió continuar.

- ¿Me moví mucho? No era mi intención hacerte despertar, l-... -

Aquella disculpa apresurada se vio interrumpida por el rápido volteo del hombre a su lado. Ojos esmeralda, apuesto aun con esa mirada perezosa, el cabello desarreglado, ese piercing en el labio inferior y el rastro de saliva que se extendía desde la comisura labial hasta la misma sábana.

- No te disculpes... j'étais déjà réveillé~ [Ya estaba despierto] -

El canadiense no pudo resistirse al verlo, no le tomó mucho tomarlo del cuello para atraerlo y darle un corto beso en los labios antes de dejarlo ir.

- Так, звичайно... [Sí, claro...] - respondió el menor con el sarcasmo presente en la oración.

Habían pasado tres años desde la noche en que México y Rusia anunciaron su noviazgo, tan sólo cinco meses después Ucrania y Canadá comenzaron a salir, tras un año decidieron empezar una relación mayormente impulsada por el norteamericano.

Ucrania, aunque no se notaba, seguía dolido.

El bicolor avanzaba por el pasillo mientras pensaba en que Canadá era un lugar tan bello como el que lo representaba. Volteó admirando a su pareja, fornido y unos centímetros más alto que él, con una cara angelical que cualquiera dudaría si es o no uno de los directores detrás de Pornhub y ese pensamiento hizo que riera en sus adentros.

- Ucrania... -

- ¿Sí? -  Canadá ya había apoyado el mentón sobre su hombro.

- ... Je t'aime... -

Bajó la mirada ruborizado, esa voz le producía escalofríos, su cuerpo entero se estremecía ante el mínimo roce. Era algo humillante pero satisfactorio, al menos alguien sí le amaba y era correspondido, ¿verdad?

- Я теж люблю тебе... [Yo también te amo...] -

En eso se basaba su relación, muestras de afecto sin pasarse de los límites hacia el intimar, nada más que roces accidentales.

Tras un rápido desayuno se alistaron para salir sólo para tomar algo de aire fresco.

No era extraño para las personas verlos tomados de las manos, riendo y besándose en ciertas ocasiones como cualquier pareja demostrando su afecto en público.

- Hablando del viaje... ¿estás seguro de ir? -

Ucrania devolvió una mirada nerviosa ante la pregunta, su debilidad y Canadá lo sabía.

- Quiero ir contigo, ¿qué es lo peor que podría suceder? - el mayor rió.

- ¡Que empieces a discutir con Rusia! -

El bicolor se limitó a mirar molesto al canadiense mientras se reía, era molesto, ese día fue terrible y México terminó enojado.

- No es justo. - masculló.

- Te preguntó si seguías con tu estúpido rencor hacia él. - dirigió una mirada pícara a su amado. - ... y tú respondiste: "¿Y tú sigues con tu estúpido duelo?" -

- ¡Él tiene la culpa! - exclamó Ucrania poniendo una mano en el pecho indignado.

- Le recordaste a su padre Ucri, eso no fue nada lindo pero tu reacción sí -

- ... no lo recuerdes... -

Aquella ocasión Rusia salió maldiciendo del salón, México mandó al diablo a Ucrania y este sólo abrazó a su pareja hasta romper en llanto pidiendo afecto e irse. Si bien no fue un día bueno, para Canadá fue la primera vez que su novio le pedía desesperadamente amor y atención lo que fue bastante tierno para ser alguien tan frío.

Pasaron las horas y regresaron a casa dispuestos a pasar lo que quedaba del día a arreglar maletas cuidadosamente para luego irse directo al aeropuerto.

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- ¡¿Cómo chingados no vamos a esperarlos?! Déjate de mamadas, ahora te aguantas -

- No es necesario, ellos ya deben saber tu dirección. -

- Te callas o te callo y te quedas durmiendo en el sofá. -

El latino se cruzó de brazos buscando entre la multitud del aeropuerto a sus invitados ignorando la cara de perro mojado y arrepentido que traía el eslavo. Rusia no tardó en divisarlos favorecido por sus 2 metros de estatura, Canadá pronto le devolvió la mirada sonriendo y levantando la mano, el ruso saludó de mala gana igual que su hermano.

- ¡Rus! ¡Taquito! -

Al escuchar esto México sonrió avanzando hacia el lugar de donde provenía la voz canadiense, el ruso se quedó esperando, mirando con una leve sonrisa como ya Canadá abrazaba amistosamente a su México mientras que Ucrania se mantenía al lado, parecía nervioso... bueno, luego del incidente de la última reunión debería estarlo.

Los hermanos no se dirigieron la palabra en todo el camino al hotel mientras que los americanos reían y hablaban escandalosamente sobre Chile, la ruptura de Usa y Perú, confesiones en unas borracheras... lo típico. 

Dejaron las maletas en el hotel y partieron inmediatamente a la casa del mexicano, Ucrania conocía ese camino perfectamente, mirando cada local con detenimiento.

"Ahí le invité a comer lo que quisiese, y ahí fue donde se me cayeron las tortillas, allí por reírse se cayó sobre mí... ¡oh! Ahí fue... el beso..." pensaba con una sonrisa en el rostro.

Sólo México, disimuladamente, le miraba sabiendo perfectamente lo que pasaba por la mente del bicolor mientras que sus parejas ignoraban por completo ese hecho...

Seguía siendo tan dulce.

- My dear, ¿qué miras tanto? -

El portador de la hoja de arce tomó del brazo a su amado logrando hacer que salga del pequeño trance en el que se encontraba.

- Sí wey, vente rápido que falta poco. Deja de abrir el hocico y camina. -

Rusia se apresuró a tomar posesivamente de la cintura a México para continuar caminando, así fue hasta que llegaron a casa.

Ucrania no quería pero tampoco podía quitarle la mirada encima a México, un pequeño dolor en su corazón se hizo presente, con cada encuentro era más leve pero punzante... al menos Canadá estaba allí para él... 

- Rusia, acompáñame un momento. Quiero hablar contigo. -

- ¿A solas, mapache? -

- ¿Desconfiado? -

- Para nada. -

☆CHEAT☆ [UƈɾαMҽx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora