Una chica de jengibre para navidad | Especial

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Recordatorio: Este capítulo no es el final, solo es un especial de Navidad.

   La pequeña Sana termina de hacer su dibujo navideño, una hermosa galleta de jengibre, cabello castaño oscuro con ondas y un adorable fleco, el dibujo, lo diseña con un precioso vestido que hacen juego con sus zapatos. La imaginación de Sana también se basaba en su buen gusto al vestir.

Levanta la hoja de papel, para ver que detalles le faltan, lo admira y sonríe de satisfacción, sin duda, había hecho un buen trabajo. Se levanta del suelo y se dirige hacia su madre para mostrárselo.

—¡Mami! ¡Mami! ¡Mira lo que hice!—le hace entrega del dibujo y espera una respuesta positiva de parte de su madre.

—¡Sana! ¡Es bellísimo!—exclama ella y le da un beso en la frente.—Debes recortar tu dibujo, para colocarlo en nuestro árbol navideño.—le sugiere su madre y ella corre hacerlo.

Agrega otras ideas, le coloca más brillo y colores con la colección de marcadores que tiene.

—¿Qué pediste para navidad?—le pregunta su mejor amiga Yeri.

—Que mi chica de jengibre sea real.—le responde Sana.

—¡Eso es imposible!—le dice Yeri con toda sinceridad.

—¡Nada es imposible! Algún día mi chica ideal estará a mi lado, y le daré todo el amor que necesite, la cuidaré y jamás permitiré que nadie le haga daño.—responde ella mientras le brillan sus ojos.

Ya es navidad, Sana se levanta esa mañana y baja las escaleras de su casa con mucha prisa y entusiasmo, quería ver su regalo, el regalo que anhelo desde que creó aquel dibujo. Pero al abrirlo se lleva una gran desilusión, solo son juguetes entre juguetes.

—¡Yo quería a mi chica de jengibre!—dice en voz baja, sin que sus padres la escucharan, no quería que ellos llegaran a pensar que Sana despreciaba su esfuerzo por el trabajo que habían hecho para conseguir los regalos.

—Tal vez el próximo año, cariño.—le dice su madre intentando animarla.—No has visto este regalo.—ella le saca la envoltura a uno de los regalos de Sana.

—¿Un libro?—pregunta ella sorprendida.

—No es cualquier libro, es mágico, ha estado en nuestra familia por generaciones.—le cuenta ella.

—Libro de recetas mágicas.—grita Sana.—¿En realidad son recetas mágicas?

—Tendrás que descubrirlo, cariño.

Sana pasa todo el año leyendo las recetas, e intentando de recrearlas, habían tantas cosas difíciles de encontrar que algunas veces se quería darse por vencida y olvidarse del libro.

   Cada navidad fue pasando, y sus regalos cambiaban, además de juguetes, ropa y dinero, su madre le regalaba artículos de repostería, para que pusiera en práctica, las recetas del libro que ella le había heredado.

Sana siempre prepara para navidad su especialidad, pan de jengibre, galletas de jengibre... ¡Ella ama el jengibre!

Asistía a competencias de creaciones de casas de jengibre, en la cual es una gran oponente, y gana todas las competencias. Allí conoció a Nayeon, una de sus mejores amigas actualmente, ella le contaba acerca de todas las leyendas de recetas mágicas y el libro. Cosa que le costaba creer a la japonesa, y cada vez que Nayeon tocaba el tema, ella llegaba a pensar que le faltaba un tornillo o que le gusta imaginar mucho.

Pero tal vez Nayeon tenía razón...

Navegando por el libro, en busca de recetas nuevas para la noche buena, entre el montón de páginas, cae una hoja de papel al suelo. Ella se dirige a levantarla y la abre...

Es su dibujo, el que ella había creado hace unos seis años.

—Por alguna razón te he visto.—dice ella mientras lo observa.—¿Quién eres en realidad?—se pregunta varias veces.

El libro mueve todas las páginas, Sana retrocede asustada y tropieza con algunos adornos navideños que están tirados alrededor de la habitación. El libro se detiene en una página, ella se acerca lentamente y lee...

"Prepara a tu pareja ideal: Chica de jengibre."

Sana observa su dibujo y corre a la cocina a buscar los ingredientes y a preparar la receta.

—Entonces es cierto lo que decía Nayeon.—dice sorprendida.—¡Esto debe ser una locura!—ríe.

Cuando termina de preparar la receta, coloca su dibujo sobre el tazón, y lo termina de mezclar, el color de la mezcla cambia a multicolores, Sana queda asombrada, está tan entusiasmada que no espera fallas.

—Esperaré por ti, chica de jengibre.—dice y toma asiento en una de las sillas que están en la cocina.

Lamentablemente, su sueño la vence, y no pudo esperar toda la noche.

A la mañana, se da cuenta de que está acostada en el sofá y frente a la chimenea. Abre sus ojos y frente a ella se encuentra una hermosa mujer.

—¡Feliz navidad, Sana! ¡Al fin estamos de nuevo juntas!—le dice aquella persona.

A Sana le brillan sus ojos y corre abrazar a su chica de jengibre.

—¡Jihyo! ¡Te extrañé demasiado!




¡Feliz Navidad!
No importa si lo lees en verano o el día de brujas. ¡Feliz navidad!

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𝐆𝐢𝐧𝐠𝐞𝐫𝐛𝐫𝐞𝐚𝐝 𝐆𝐢𝐫𝐥 • 𝐒𝐚𝐇𝐲𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora