TerryEl sonido de una garganta aclarándose en las cercanías me obliga a dejar de besarla.
Estamos en medio vagón del tren y desde que aceptó que aún me ama, no he parado de besarla.
Parece un sueño, pero no lo es.
Ella se separa un poco algo avergonzada con las mejillas teñidas de rosa.
Ella está aquí conmigo, y me ama.
No pido más a la vida.
No me importa que este vagón esté abarrotado de gente.
No me importa nada.
Solo me importa ella.
La atraigo hacia mi costado y le abrazo por encima de los hombros, ella acomoda su cabeza en mi hombro y suspira. Tomo su mano y empiezo a jugar con sus dedos. Necesito tocar todo de ella.
—Te he extrañado tanto —murmuro encima de sus risos
Si ella vino a Nueva York para verme, entonces no todo está perdido. No puedo dejar de pensar que la vida nos está dando una segunda oportunidad.
—Yo también —se aleja un poco y levanta la cabeza para verme.
Respiro hondo mientras tomo su otra mano. Ahora tengo sus dos manos en las mías.
Me fundo es su mirada y no quiero que empiecen a surgir preguntas que sé que surgirán. Preguntas que tendrán respuestas que nos van a separar. Lo sé mejor que nadie.
Las cadenas invisibles que me atan parecen sonar en las cavernas de mi conciencia obligándome a recordar porque no podemos estar juntos.
No quiero perderla.
No puedo perderla.
Era más fácil cuando solo la veía de lejos, pero tenerla así, junto a mí, me hace recordar mil veces la vida sin vida que llevo y todo lo que quiero tener.
Y todo lo que quiero tener es ella.
La necesidad que tengo de ella apenas me deja respirar.
No quiero pensar en todo lo que nos separa, quiero dejar atrás el porque me quedé en Nueva York la primera vez y no la seguí.
Me he arrepentido de eso tantas veces que ya perdí la cuenta.
Mi conciencia me grita bajito que piense bien las cosas, pero mi corazón me abruma con todo lo que puedo tener sino la dejo ir.
Quiero tener una vida.
La imagen de Susana aparece entre mis pensamientos y rompe sin piedad mis sueños y esperanzas.
No debería hacerlo pero la odio y me odio por odiarla.
La odio por salvarme y la odio por atarme a su lado y ella no se merece que la odie, se merece todo...
Todo lo que yo no lo puedo dar.
He visto cómo se va marchitando a mi lado y eso me carcome más que el resto.
Candy aprieta un poco sus manos en las mías. Y eso me vuelve consciente que no estoy cargado de resentimiento sino que dentro de mí, también hay amor, amor por ella y para ella.
Respiro hondo, muy consiente que lo que voy hacer es una sordidez.
—Cásate conmigo —suelto sin preámbulos.
No es una pregunta la que hago, es una súplica.
Sus ojos se abren asombrados.
—Por favor, devuélveme la vida y cásate conmigo —le ruego.
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Solsticio de invierno
FanfictionLa navidad esta cerca y el solsticio de invierno es el tiempo propicio para que los deseos imposibles se cumplan, pero hay un pequeño inconveniente: Candy está en Chicago y Terry en Nueva York.