CAPÍTULO 2

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-¿Qué haces con mis libros?

Andrea se enderezó y contempló los ojos oscuros, ahora tempestuosos.

-los pongo en esta caja de cartón. ¿quieres ayudarme? – insinuó, esperanzada

-. Así podríamos hablar.

Justin le dio un puntapié a la silla, tenso y a la defensiva.

-no quiero hablar de mudarnos.

-ignorarlo no lo impedirá – le advirtió Andrea.

Justin volvió a darle un puntapié a la silla, metiendo las manos en los bolsillos, imitando a un rufián. Despacio, Andrea contó hasta diez. Otro poco y gritaría hasta que los enfermeros que vinieran a llevársela al manicomio. ¿Durante cuánto tiempo su hijo la trataría como la peor y más perversa madre soltera sobre la tierra? Con una sonrisa tenaz dijo:

-las cosas no son tan malas como las juzgas.

-¿tenemos dinero? – indagó Justin, mirándola dudoso.

-¿qué tiene eso que ver? – tomada por sorpresa, Andrea se sonrojó.

-oí que la mamá de Alex le decía a la señora Smith que no teníamos dinero, porque si tuviéramos, hubieras comprado esta casa para quedarnos aquí. Andrea habría estrangulado a la mujer con alegría por hablar de forma tan indiscreta frente a Justin. Quizá sólo tenía cuatro años, pero era precoz para su edad y entendía todo lo que pasaba a su alrededor.

-¡no es justo que alguien nos quite esta casa para venderla, cuando nosotros queremos vivir aquí para siempre! – explotó el niño, sin aviso.

El dolor que se reflejaba en los ojos demasiado brillantes, la laceró. Por desgracia, no podía hacer mucho por aliviarlo.

-grey nunca fue nuestra – le recordó, tensa -. Ya lo sabías, Justin.

Pertenece a julia y en su testamento se la dio a los pobres. Ahora, las personas que administran el asilo, la venderán para usar el dinero y...

-a mí no me importan los demás – le lanzó Justin con furia -. ¡Esta es nuestra casa! ¿En dónde vamos a vivir?

-tomas nos encontró un apartamento en Londres – le dijo de nuevo.

-¡pero no puedes tener un burro en Londres! – se sulfuró Justin -. ¿Por qué no vivimos con Estefany? Ella nos invitó.

-Estefany no tiene espacio para nosotros – suspiró Andrea.

-me escaparé y tú vivirás sola en Londres porque yo no viviré contigo – gritó justin, desesperado -. Es tu culpa. Si tuviera papá, él nos compraría esta casa, como lo hacen todos los papás. Apuesto a que él hubiera curado a julia... ¡te odio porque tú no puedes hacer nada!

Con esa amarga condenación, Justin salió como un huracán por la puerta trasera. Se refugiaría en su escondite del jardín. Allí se sentaría, melancólico, luchando por tragarse las amargas realidades del mundo de los adultos que significaban la pérdida de todo lo que amaba. Andrea tocó la carta del abogado que estaba sobre la mesa. Su hijo la odiaría más todavía cuando se diera cuenta de que sus vacaciones en casa de Estefany tampoco podían continuar.

En algunas ocasiones como la que vivía, Andrea se sentía inadecuado en relación a Justin. Su hijo no era igual a otros. A los dos deshizo una radio y volvió a armarla, reparándola en el proceso. A los tres aprendió a hablar en alemán escuchando un programa de la televisión. Pero todavía era demasiado pequeño para aceptar hacer sacrificios. La muerte de julia lo golpeó con fuerza y ahora perdería la casa que amaba, su burro, los amigos con quienes jugaba... En resumen, los restos de la seguridad que protegía su vida a últimas fechas. ¿Acaso le maravillaba que tuviera miedo? ¿Cómo podía tranquilizarlo si ella también temía el futuro?

Mas Alla Del Perdon - Niall Horan TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora