-¿Casarme contigo? – repitió Niall, mirándola con incredulidad mientras hacía a un lado el reporte financiero -. ¿Por qué querría casarme contigo?
La delgada mano de Andrea temblaba, por lo que dejó su taza de café y reunió el valor que se le escapaba de las manos a pasos agigantados.
-sólo me preguntaba si alguna vez lo habías pensado – sus dedos inquietos ajustaron la tapa de la azucarera. Temía mirarlo a los ojos -: se me ocurrió esa idea...
-ajena, sin duda – le indicó, sin levantar la voz -. Tú vives muy feliz así como estás.
No deseaba reflexionar en lo que Niall la había convertido. Pero la felicidad rara vez formó parte de sus reacciones. Desde un principio lo amó con pasión, sin freno, con un toque de desesperación que le impidió considerarse su igual.
Durante los últimos dos años, se balanceó entre el éxtasis y la desesperación más veces de la que se hubiera creído capaz. Ese hermoso y lujoso apartamento era su prisión. No la de él. La trataba como un bonito pájaro cantor, que mantenía prisionero para su deleite. Pero no se quedaba allí por dinero, sino por amor.
Le lanzó una mirada nerviosa. El tono tranquilo de Niall encerraba una trampa. Él hervía de rabia. Pero no contra ella. Su indignación la dirigía a un chivo expiatorio imaginario, que se atrevió a sugerirle ideas contaminadas, peligrosas a su condición de amante.
-Andrea – la urgió, impaciente. Debajo de la mesa, la chica enterró las uñas en la palma húmeda. No estaba acostumbrada a retar a Niall.
-fue idea mía y... Apreciaría que me contestaras – osó mentir, pues realmente no quería escuchar una respuesta.
Si el imperio electrónico de los Horan hubiera desaparecido de la noche a la mañana, Niall no se habría visto más adusto que en ese momento, irritado por una esclava que casi nunca le daba problemas.
-no posees ni la educación ni las relaciones sociales que yo requiero en una esposa – ya estaba; lo dijo con la rapidez y la agresión que volvía temible su nombre en el mundo de los negocios -. Ahora ya no tienes que seguir cavilando.
Hasta el último rastro de color desapareció de las mejillas de la joven. Retrocedió ante el candor brutal que provocó, avergonzada al descubrir que había, después de todo, alimentado una pequeña y frágil esperanza de que él sintiera algo diferente. Sus dulces ojos azules se clavaron en el suelo, mientras agachaba la cabeza.
-no, ya no tengo que seguir cavilando – musitó, sin aliento.
-no catalogo esto como una agradable charla para el desayuno – murmuró él con una dureza bromista que ella tradujo en un rechazo total por haberse atrevido a traer ese tema a colación -. ¿por qué aspiras a una relación en la que no te sentirías a gusto... Eh? Como amante, me imagino que soy mucho menos exigente que como esposo.
En medio de lo que le parecía el desenlace agónico de su vida, una risita histérica cosquilleó la garganta de Andrea. Un dedo bronceado por el sol jugueteó, lánguido, sobre los nudillos del puño que ella cerraba con fuerza. Aun consciente de que Niall usaba sus métodos acostumbrados de distracción, la poderosa química sexual envió una descarga eléctrica a través de su piel, destruyendo el deseo de reír y convirtiéndolo en las cenizas de una dolorosa desilusión. Con un leve suspiro, Niall tiró de la manga de su camisa blanca para consultar su reloj Cartier, antes de fruncir el ceño.
-llegarás tarde a tu cita – lo dijo por él antes de ponerse de pie, contenta, por vez primera, de que se aproximara la separación que por lo general la desgarraba.
-estás muy nerviosa esta mañana – comentó Niall, observándola con atención -.
¿te sucede algo malo?
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Mas Alla Del Perdon - Niall Horan Terminada
RomanceHacía cinco años, Andrea se enamoró de tal grado del implacable Niall Horan, que descartó sus principios para volverse su amante. Pero la pasión de ese hombre nunca se convirtió en amor y, más adelante, incapaz de permanecer en esa jaula de oro, lo...