Hoy bárbara se los echaba en cara. Su dolor lastimaba a Andrea como el de una hermana. Niall era el sol alrededor del cual bárbara giraba. No podía apartarse de ese astro, ni siquiera cuando la quemaba. Aunque sabía que sobrepasaba los límites que Niall fijara, seguía interfiriendo. Así era su rival: necia, persistente, sin remordimientos en la enemistad. Algunas veces a Andrea la perturbaba su similitud con Niall.
Una puerta se estrelló contra su marco con estruendo. Bernardo había desaparecido. Andrea no fue tan rápida. Bárbara se lanzó tras ella como un tiburón atraído por la carne cruda.
-¡maldita! – la atacó -. No me creyó cuando se lo conté, pero regresaré para probárselo. Y, cuando consiga la evidencia, te tirará como una basura, porque jamás te perdonará.
-bárbara – Niall estaba a diez metros, ágil como una pantera a punto de saltar.
-quería ver de cerca de la única mujer honesta que has conocido – le indicó, con una mirada amarga -. Debe estar en la lista de especies en peligro de extinción. Y, caro – predijo al dirigirse a la puerta, sufrirás una indigestión.
Bernardo reapareció para facilitar la salida de bárbara. Andrea respiró de nuevo. Esa mujer la intimidaba con sus amenazas. ¿qué cosa no había creído Niall? ¿qué intentaba probar bárbara? ¿qué nunca le perdonaría?
-¿de qué diablos hablaba? – musitó, tensa.
-de nada que te concierna – replicó él, todavía vibrando por la ira. Pero le concernía, razonó frustrada, mientras él le ponía un brazo posesivo sobre los hombros y la guiaba hasta un salón.
-y bárbara tampoco debe preocuparse – terminó.
-¿por qué? – inquirió, incierta.
-porque desde este momento ya no trabaja para mí – declaró Niall con una helada falta de sentimiento. Andrea sintió que la invadía la culpa. Bárbara vivía para su carrera. Si ella no hubiera estado espiando en el vestíbulo, el incidente que enfurecía a Niall, jamás habría ocurrido.
-está trastornada, Niall. ¿no deberías disculparla? – musitó después de una larga pausa, resintiendo el irónico giro del destino que la colocaba como única defensora de su enemiga.
-¿qué te pasa? – inquirió Niall, con abrasiva incredulidad -. En la misma posición, te hubiera cortado la garganta sin titubear ni un segundo. Entra en mi casa, me insulta, te insulta... ¿y esperas que la disculpe? ¡no lo entiendo!
-perdió la cabeza y eso no hubiera sucedido si... Si... – titubeó bajo su escrutinio -, si no te amara.
-prefiero vivir sin esa clase de amores – respondió, inconmovible.
-algunas veces – musitó -, puedes ser muy duro, Niall.
-lo cual se traduce en que soy un malvado insensible, ¿verdad? – siseó, apretando la mandíbula.
Nadie criticaba a Niall. Bárbara quizá discutía con él, pero no hubiera soñado en criticarlo. Sin embargo, Niall actuaba de forma incorrecta y ella estuvo tentada a aconsejarle que se tragara sus palabras. No debía tratar a bárbara como una vieja amiga un momento y humillarla al siguiente. No se comportó con bondad al mantener a bárbara a su lado, después de descubrir lo que sentía por él, porque sólo alentó las ilusiones de su secretaria.
-no dije eso – replicó, seca -. Y no me grites.
-no te grito. Me fascinas. Perteneces al género de los ángeles que tocan el arpa sobre una nube – se burló, ácido -. No posees la menor idea de lo que obliga a los seres humanos a actuar.
-sólo afirmé que bárbara merece un poco de compasión – replicó Andrea, alzando la barbilla.
-¿compasión? Si estuvieras desangrándote a un lado del camino, ella vendería boletos para el espectáculo – sentenció -. Está medio loca porque yo no confío en ella. La conozco demasiado bien. A la primera oportunidad, te enterrará una daga en la espalda, aunque le cueste todo lo que tiene.
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Mas Alla Del Perdon - Niall Horan Terminada
Storie d'amoreHacía cinco años, Andrea se enamoró de tal grado del implacable Niall Horan, que descartó sus principios para volverse su amante. Pero la pasión de ese hombre nunca se convirtió en amor y, más adelante, incapaz de permanecer en esa jaula de oro, lo...