Intrusa

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Debido a que este mes he estado bastante ocupada y no he actualizado tan seguido como quisiera, quiero comenzar a compartir este fic.

Es una adaptación de un fic Supercorp. Los capítulos son cortos, por eso lo subo, ya que no tomará mucho editar.
Espero lo disfruten y trataré de publicar hoy el cap. de la Octava Maravilla.


Gracias por la paciencia. 





Regina

Odio la víspera de año nuevo.

Dos horas en el tráfico para no lograr hacer ni siquiera los diez kilómetros a casa. Eran pasadas las diez de la noche, ¿por qué toda esta gente no estaba ya en una fiesta? Toda la tensión que las dos semanas en Hawái habían aliviado, estaba de nuevo apretando más y más fuerte dentro de mí mientras el auto avanzaba centímetro a centímetro hacia la parte alta de la ciudad.

Intenté no pensar en todo el trabajo al que tenía que volver: las cadenas sin fin de problemas de otras personas que encajaban con los míos.

"Ella fue infiel."

"Él fue infiel."

"Quiero la custodia completa de los niños."

"Ella no puede quedarse con la casa en Vail."

"Lo único que quiere es mi dinero."

"No me ha dado una mamada en tres años."

Escucha, cretino, eres un cincuentón, calvo, pomposo y con forma de huevo. Ella tiene veintitrés, está buena, y tiene unas tetas tan jóvenes que casi le llegan a la barbilla.

¿Quieres arreglar este matrimonio? Ve a casa con diez mil, billete sobre billete, y dile que se arrodille. Tendrás tu mamada. Ella tendrá su dinero para gastar. No pretendas que alguna vez fue más de lo que realmente fue. ¿No te funciona? A diferencia de tu futura ex esposa, yo tomaré un cheque. Hazlo a nombre de Regina Mills, Abogada.

Me froté la nuca, sintiéndome ligeramente claustrofóbica en la parte trasera de mi Mercedes, y miré por la ventana. Una anciana con andador nos adelantó.

—Voy a salir — le dije a mi chófer.

—¿Está segura? – ya estaba en la parte posterior del auto.

— De todas maneras, no nos estamos moviendo.

El tráfico estaba completamente detenido, y solo faltaban dos cuadras para llegar a mi edificio. Tomé una profunda bocanada de Manhattan cuando comencé a caminar.

Amaba esta ciudad tanto como la odiaba. El 108 de Park Avenue era un edificio restaurado de antes de la guerra en la esquina sur este de la calle 63.

Era una dirección que le daba a la gente nociones preconcebidas respecto a ti. Alguien con mi apellido había ocupado el edificio desde antes de que se convirtiera en un espacio sobre valuado, razón por la cual mi oficina pudo permanecer en la planta baja cuando los otros inquilinos comerciales fueron desalojados hace algunos años. También vivía en el piso superior.

—Bienvenida de nuevo, señorita Mills —el portero uniformado me saludó mientras abría la puerta del lobby.

—Gracias Leroy. ¿Me perdí algo mientras no estuve?

—Nah. Lo mismo de siempre. Sin embargo, me asomé a su oficina el otro día. Luce bien.

—¿Han usado la entrada de servicio por la sesenta y seis como se suponía que hicieran?

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