El campamento

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Amber y yo dejamos nuestras maletas sobre las camas y sin articular palabra a nuestras nuevas y viejas compañeras marchamos al lago.

—¡Allí está Eddy! —Exclamó Amber. — ¡EDDY!

Eddy se acercó a nosotras, bajábamos la misma colina.

—¿Alguna novedad? —Le pregunté indiferente.

—Comparto habitación con el estúpido de Logan Stinson. —Sobreactúo, como si le molestara.

—¿DE VERDAD? ¿TE HABLÓ DE MÍ? —Amber parecía aún, entusiasmada.

—¡Pues claro que no!

Llegamos al lago, habían como cincuenta personas alrededor, separados de los monitores que comenzaron a hablar.

"Daremos la bienvenida al invierno con un truco de uno de nuestros mejores alumnos.. ¡LOGAN STINSON!"

—No me lo puedo creer.. —Susurró Eddy, se cruzó de brazos y esperó a que hiciera el ridículo.

—Mira, mira, mira... —Murmuraba Amber impaciente.

El chico se colocó frente a todos, la verdad, es que era realmente atractivo, tenía el cabello como el roble,  unos musculosos brazos y unos ojos verdes que congelaban.

Amber se cruzó de brazos también.

—¿Te lo puedes creer? —Añadió.

Chispas comenzaron a salir de sus muñecas, y cartas comenzaron a volar, hasta que una fue atrapada por dos de sus delgados dedos.

"¿Es ésta es tu carta?"

La chica que tenía el chico en frente asintió nerviosa, mirando a sus amigas.

—Típico.. —Musitó Eddy.

Reí mientras negaba con la cabeza débilmente.

"¡TIEMPO LIBRE PARA CONOCER A NUEVOS MAGOS Y POR SUPUESTO NUEVOS TRUCOS!" —Aquel monitor asintió orgulloso tras sus palabras y se dirigió a la cabaña roja para comenzar a colocar mesas junto al lago.

—Deberíamos ayudar. —Sugerí.

Cuando miré a Amber ella ya se dirigía a la cabaña, varios alumnos hacían lo mismo. Cogimos una mesa, agarrándola por los dos lados, hasta que a lo lejos observamos a una chica de cabellos rojos empujando a Eddy con superioridad. Amber soltó la mesa de golpe, yo la seguí.

— ¿Quién te crees que eres?

— Amber, cállate. —Pidió Eddy avergonzado.

La chica era bastante alta, delgada y con una mirada que nadie deseaba mirar.

— Tu.. —Hizo una pausa para mirarlo con asco. — ..me ha insultado.

—¡MENTIRA!

Amber no supo que decir, Eddy no era el chico con el peor mal humor del mundo, pero no podía negar que tenía.

Unos monitores se acercaban desde la lejanía.

—Vámonos, no quiero problemas. —La chica guiñó un ojo a Eddy y se marchó con una pequeña aunque aguda carcajada.

— ¿Estás bien? —Le pregunté.

—¿ESTÁIS LOCAS? —Estaba furioso.

— ¿Locas? ¡Te hemos salvado de la pelo fuego!

Los monitores hicieron sonar sus silbatos, era la hora del tiempo libre.

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