iii. Feathered Arrows

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capítulo iii. flechas de plumas

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¿Qué tan lejos estaba dispuesto a llegar?

Esa pregunta le hizo eco en su mente, no le daba descanso y, eventualmente, fue la que lo empujó a llegar hasta su puerta en la mitad de una noche donde las estrellas eran invisibles a la vista. Klaus Mikaelson estaba dispuesto a llegar hasta el final para lograr su cometido, no obstante se encontró a sí mismo con la realización de que no haría un alma humana e inocente desfilar por el camino de muerte y oscuridad que aguardaba esa parte sobrenatural de la ciudad.

Nueva Orleans le había servido suficiente traumas pasados para cosechar nuevos, por lo que lo más lógico fue dejarla ir. Obligarla a desistir de su búsqueda de la verdad, otorgando una memoria que sí bien podía apaciguar su mente, no era lo que Camille O'Connell se merecía. Ella quería la verdad. La verdad sobre la tragedia de su hermano, la verdad sobre las sombras que acechan la ciudad vestidos, en apariencia de humanos, pero que al final, incluso si tienen momentos de humanidad, no lo son.

Debía apartar a Camille antes de que se viese envuelta en la batalla que vendría, ahora que podía.

Los remanentes de un Klaus emocional ya estaban lejos de su rostro. Adoptó esa solidez y equilibrio que le permitía sobresalir como uno de los seres más peligrosos del mundo, como alguien intocable y eso estaba bien. Así su mente podía seguir el ritmo y detenerse para enfocarse con claridad.

Su caminata nocturna lo llevó hasta la plaza que separaba los distritos en esa parte menos concurrida de la ciudad. En ella, no había mucha gente como en el centro, pero sí escuchaba con atención lograba oír el bullicio.

Decidió seguir en sus pensamientos hasta llegar a algún lugar lo suficientemente alejado de todo esto. Lo necesitaba por unos segundos.

Sin embargo, daba la impresión que lo único que podría salir bien esa noche fue su alianza con Davina Claire, porque ahí en una de las salidas de la plaza se obligó a detener su caminar cuando escuchó su voz sobreponerse a sus propios pensamientos.

—La historia de la oscuridad siendo atraída por la luz nunca envejece...

Como imanes atraídos por el magnetismo, Nik se volteó en su eje. En ello se permitió ver a su interlocutor, Darice tomaba asiento en un banco de la plaza que justamente estaba frente a él. Una vez más, combinaban en color de vestuarios pero esta vez no había una gala de por medio. Eran tonos oscuros, él de negro, y ella de un verde oscuro que sin la luz correcta se pasaba por negro. Sobre ella tenía un abrigo costoso, no era para menos.

—... Sin embargo, siempre me ha resultado peculiar verte como el emocional —ante su silencio, Darice decidió levantarse del banco. La distancia entre ellos era unos cinco metros que Darice volvió tres. La vampiresa ladeó levemente la cabeza—. Fue un buen discurso el que le ofreciste.

Oscurus ━━ The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora