Tercera despedida

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Llegó por fin la noche anhelada, me puse elegante, como nunca antes lo había hecho, con pantalón clásico, camisa, chaleco y corbata, me peine y finalmente me eché perfume, salí a buscarla, pero antes fui a comprarle flores y chocolates. Siempre me habían parecido tan trillado, pero sentía que ella los valía, y lo usual no siempre tenía que ser malo.

Llegué a su casa, me paré justo frente a su puerta, listo para tocar el timbre, pero antes repasé una vez más mi declaración de amor.

“Camila, uff… esto de verdad me cuesta mucho, pero pienso que ya he pasado demasiado tiempo ocultando esto, más que  todo porque tienes una relación y de verdad, la respeto, pero, últimamente nos he sentido más cerca, así que quiero aprovechar, hoy que tengo agallas, hoy… que se acaba un año que fue todo un carrusel de emociones para mí, lleno de sorpresas, unas no muy buenas y otras, algo agradables, pero sin duda, la mejor sorpresa fue verte aquel día en el salón de clases, cuando recitaste aquel poema que me dejó hipnotizado por completo, sé que no tienes ni las más remota idea de lo que está pasando, así que me dejaré de rodeos y de una vez por todas lo diré…estoy enamorado de ti, Camila, y quisiera que me dieras la oportunidad de demostrarte que puedo hacerte mucho más feliz que él, yo…”

De repente se abrió la puerta, me llevé una gran sorpresa, era él, estaba ahí, yo estaba muy confuso, se supone que esta sería nuestra noche, la noche que cambiaría todo. En ese mismo instante, ella salió, se le notaba un poco apenada, ni siquiera me dejó pasar, dio media vuelta, miró a su novio y le dijo que por favor esperara dentro, que enseguida entraba, él obedeció y entró, se dio nuevamente vuelta hacia mí, me agarró de la mano, quitándome suavemente los chocolates y las flores y finalmente dijo:

-Lo lamento mucho… olvidé mencionarte que mi novio estaba de viaje, no lo esperaba aquí hoy, sé que lo entiendes, ¿verdad?

Con mi gran cara de que no había pasado nada, le dije:

-Tranquila cariño, lo entiendo, me hace feliz que tú estés contenta de verlo, y la salida la podemos dejar para cualquier otro día”.

Le di un abrazo y me fui…

Caminé por horas, sin rumbo fijo, hasta que mis pies ya no aguantaban, tuve que detenerme, me senté en medio de la calle como vagabundo, luego me acosté. Definitivamente estaba al borde de la locura, mi cabeza daba vueltas, hasta que levanté un poco la cabeza y me di cuenta que venía un carro y que si no me levantaba, me atropellaría. Me levanté asustado, corrí hacia la orilla, luego corrí a casa, me encerré en mi cuarto y allí me quedé todo el resto de la noche.

01 de enero 2015

Desperté, creo que solo dormí una hora, abrí mi pequeño escondite donde guardaba aquellas notas importantes, las cogí, volví a leerlas, luego las lancé con fuerza al suelo, en ese instante, no pude evitar coger una hoja en blanco y un lapicero, tenía que escribir, tenía que…despedirme, esta vez sí tenía motivos suficientes para hacerlo, pues, ella había roto profundamente mi corazón, entonces me dispuse a escribir.

“Estoy tan enojado, tan herido, tan… malditamente enfadado contigo, por no ser clara conmigo, por ilusionarme y hacerme creer que sentías algo por mí, cuando no era así. Eres tan despreciable, egoísta. Hoy me he dado cuenta que todo este tiempo solo me has utilizado, pero ya me cansé, me cansé ser tú juguete, de tenerte en un pedestal, de someterme a todos tus caprichos de niña tonta, de ser tu paño de lágrimas, adiós, por favor, no vuelvas a hablarme, ni siquiera mirarme, ya no te quiero en mi vida, espero que seas muy feliz, adiós… Camila”.

CINCO DESPEDIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora