Sanación

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Recobré el conocimiento, pero no podía abrir los ojos, ni mover mi cuerpo y mucho menos hablar, bueno, en realidad lo único que podía hacer, era escuchar.

Escuchaba a mis amigos, a los que un día abandoné por ella, a mis padres y otros familiares, a mis maestros, incluso a muchos compañeros de clases, pero la persona que esperaba, nunca llegó, entonces entendí, de una vez por todas, mi corazón se desilusionó, ella nunca me quiso ni como amigo, y por fin lo entendía, también entendí que eso no la hacía mala persona, simplemente  que yo no le importaba y punto.


Lloré, grite con fuerzas, era tanto el dolor que sentía, que reaccioné, pude moverme, pude abrir los ojos, entonces lloré con mucha más intensidad hasta que ya no pude más, luego empecé a reír como loco, fue allí, justo ahí, entre risas y llantos, con el corazón vuelto añicos, al borde de la locura, cuando me di cuenta que algo había cambiado, pude darme cuenta de que estaba sanando, la vida me estaba dando otra oportunidad y esta vez no la desaprovecharía.


Pasaron unos meses, hasta que por fin pude volver a clases, iba totalmente decidido, esta vez sí le entregaría  esa última carta, era lo único que me faltaba para terminar de cerrar ciclo, para sanar completamente, así que lo hice, la llamé, le dije que me acompañara al patio del recreo, ella accedió, esta vez quise hacerlo diferente, esta vez mi última carta sería recitada por mí, le dije:


“Por favor, no me interrumpas. ¡Dios!, estuve tan ciego, siempre fui un chico tan vacío, tanto que al ver que alguien tan llena de luz, me viera, me hizo obsesionarme tanto, pensé que era amor, creí que eras el amor de mi vida, que tarde o temprano estaríamos juntos, que dejarías a tu novio por mí, que egoísta fui… si, hasta ahora comprendo.

Pero tú también lo fuiste y no hablo de que no me correspondieras, sino de que, en realidad nunca fuiste mi amiga, ni si quiera una visita al hospital, y ¿sabes?, a pesar de mis sentimientos hacia ti, yo si fui tu amigo, yo estuve contigo cuando más necesitabas una mano y tú… pff, nunca mereciste mi cariño.

No pretendo ofenderte, pero necesito soltarlo todo.

Estoy tan feliz, tan putamente lleno de vida, hoy sé que merezco mucho más y que lo tendré, alguien llegará a mi vida y me ensañará el verdadero significado del amor, adiós Camila, que te vaya bien, esta vez será para siempre”.


Se quedó en silencio sentada en un banco, yo por el contrario di la vuelta y caminé hacia el salón de clases, con una gran sonrisa que me salía del alma.


Entonces lo supe, había sanado.



CINCO DESPEDIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora