CAPÍTULO I ¿Un amigo imaginario o un fantasma?

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Me encontraba en un lugar fuera de lo habitual, pues a mi padre, Richard Wagner, le habían ofrecido un trabajo a las afueras de Houston por lo que tuvimos que mudarnos.
Era yo tan tímida, reservada y tan antisocial que el cambiar de casa no me causaba tristeza alguna por dejar atrás muchas cosas a las que ya me había acostumbrado, al contrario, me sentía tan feliz porque sería mi oportunidad de pasar desapercibida, era una extraña más que tenía tan solo que adaptarse.
Tras desempacar todas nuestras pertenencias en nuestra nueva casa, mis padres, tres días después, optaron por llevarme a "ampliar mis conocimientos" sobre dicho lugar. Ellos anhelaban que hiciese amigos aunque sea por una vez en mi vida, pues les preocupaba el verme tan solitaria.

Era un 6 de febrero, cuando, a un parque cercano de mi "grandioso" nuevo hogar me llevaron. Habían muchos árboles que a penas si pude contarlos, a lo lejos veía tantos juegos que creía que habrían tantos niños corriendo, haciendo cosas de niños y siendo tan ruidosos.

Cuando al acercarme no había tanta gente-vaya expectativas las mías-aunque por otro lado me aliviaba el no tener que lidiar con extraños.

De pronto, a lo lejos un chico al cual por alguna extraña razón quería acercarme, pero, de pronto una fuerza extraña apareció, unos inmensos escalofríos corrían por mis venas que poco a poco entumecían mis pies, no podía dar paso alguno y tampoco producir sonido alguno. Cuando logré tener el control de mí, tuve que esconderme inmediatamente en uno de esos tantos árboles, pues aquel chico de suéter negro notó mi mirar, que volteaba poco a poco a todos lados-eso fue tan loco, ¡qué bueno que no me haya visto!- pues temía a que pensase que era una pervertida o una acosadora-no lo estaba siendo-pero tan solo pronunciar dichas palabras en mi mente se me enchinaba la piel.
No tardó mucho en volver la sensación, que asustada expresaba mi mirar, algo nuevamente se apoderó de mí que me arrastraba hacia donde él. Cuando recobre la conciencia y pude controlar mis movimientos era demasiado tarde, yo ya estaba en frente suyo.

Piel pálida y bronceada de algunas partes, una mirada tan penetrante que nunca antes había visto, unos ojos tan cristalinos y de un azul celeste, no tenía palabras a expresar, simplemente no entendía nada de lo que había pasado antes.
Él se miraba tan triste que no quise decir nada y marcharme-yo no era una chica común y consolar no era lo mío-cuando estaba por irme, de la nada me notó y una sonrisa que marcaban sus hoyuelos se asomo a la puesta del sol.
No pude evitar encogerme de brazos y agachar lentamente la mirada mientras una sonrisa coqueta se me escapaba.
Hice un nuevo amigo, de nombre Josh-mi primer y único amigo- que llegué a pensar que las niñas son muy complicadas y problemáticas-yo era la excepción- me dí cuenta que era bueno tener amigos.

Mientras Josh y yo nos columpiábamos y correteábamos mis padres tan lejos y tan cerca estaban en su propio mundo de vida adulta. Cada cierto tiempo volteaban a verme solo para asegurarse de que aún estaba ahí y nada malo me sucediera-eso no era necesario-al menos así lo sentía yo, creía que yo podía cuidar de mí misma.
Josh me llevó a la cima del árbol más grande y comenzó a contarme una historia que me dejó en suspenso. Él tan solo tenía 7 años , pero la forma en que conversaba era tan profunda que pareciese que ya hubiese vivido más años de los que tenía, como si ya hubiese recorrido todo el mundo y a medida que el sol se ocultaba despertaba en mi un interés y misterio tan enorme.
A lo lejos oía mi nombre gritar, eran mis padres, estaba entusiasmada por presentar les a mi nuevo amigo-¡AQUÍ ARRIBA!-grité como nunca antes lo había hecho.
Bajé tan rápido como pude junto con John que una vez pecho tierra-Papá, mamá, les presento a mi nuevo amigo, Josh- dije mientras una sonrisa se despejaba en mi rostro. Estaban alrededor los nuevos amigos de mis padres, pero me miraron extrañamente mientras otros soltaban risitas-es normal tener amigos imaginarios a su edad- decían.
Atónita y enfurecida no pude decir nada más que voltear a verle a él, con desesperación como si el pudiese escuchar mi voz interna dije-eso no es verdad o ¿si? dí algo por favor- él tan sólo fue como si me entendiese tan solo con voz suave y dulce-tranquila, yo soy tan solo el reflejo de tu pura alma, soy de aquí y allá, existo y no existo pero tú puedes verme, tu y nadie más-fueron sus palabras, me encontraba tan confusa e inmersa en mis propios pensamientos que no pude entenderle.
Al llegar a mi casa no quise saber nada más de absolutamente nadie. Entré a mi habitación tan avergonzada, tan patética-en verdad lo veía y escuchaba, estoy segura de ello...me jugaron una broma,si sí,eso hicieron- me dije a mí misma para tranquilizar mi pequeño ser pues no aceptaba la idea de que mi primer amigo fuese imaginario.

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