CAPÍTULO IV

4 0 0
                                    

Mi padre arreglo el papeleo de mi nueva escuela.
No fue tan difícil conseguir que entrase ya que llevaba un excelente promedio y para mi suerte un chico se cambió de escuela por lo que había un lugar disponible.

Mi primer día en una escuela diferente, sentía mi corazón palpitar al mil por mil-realmente estaba ansiosa y nerviosa-ese día me levanté temprano pues no quería llegar ni un minuto tarde.
Aún recuerdo mi entusiasmo por saber cómo sería mi primer día en un lugar totalmente diferente, a la vez era como si quisiese despertar del sueño y amanecer en mi antigua escuela con mis amigos.
Conforme pasaban los días extrañaba cada vez más mi antigua ciudad y la sensación de emoción poco a poco se iba. No tardé mucho en hacer nuevas amistades y adaptarme a las clases y demás.

Cada que iba a comer con mis amigas justo a unas mesas más había un chico un tanto simpático y solitario, lo veía en el mismo pasillo al mío y siempre llevaba puestos unos audífonos negros.

Él era un grado mayor que yo,yo iba en el undécimo grado y él en el duodécimo grado.

No era el típico chico popular del cual toda chica se enamoraría, es inteligente, tímido y tan solitario-aunque no parecía un nerd al que suelen molestar-supe que es bueno en Matemáticas y Geografía y que trataban de no meterse con él «acaso será que, ¿será que es un tipo malo que parece bueno? » dije muy en mi interior.

Cada que le veía sonreír tenía esa sensación de ya antes haberle visto,pero, nunca me atrevía a hablarle a pesar de que vivía tan cerca. Bueno, sabía que éramos del mismo vecindario puesto que un día en el autobús iba sentado adelante de mi del sentido contrario-miraba hacia la ventana y se veía tan misterioso-estaba yo tan atenta a él que casi se me pasaba mi parada.
En cuanto me paré el también lo hizo, bajé y esperé a que él bajase-después de tanto me armé de coraje para hablarle o saludarle- el bajó, cruzamos miradas-yo tontamente nerviosa-y justo cuando iba a saludarle me despreció vilmente pues desvió su mirada y siguió caminando tan lento como si esperase a alguien.

Traté de no tomarle importancia-pero que vergonzoso-nadie antes había sido tan grosero conmigo. Me enfurecí y lo estaba maldiciendo por dentro «¡pero cómo se atreve! nunca antes había conocido a un ser tan, tan...»me dije tan profundamente. Me dirigí a mi habitación con rapidez e inmediatamente me asomé a la ventana, a pesar de todo esperaba saber donde vivía «no puede ser, me estoy volviendo loca, ¿por qué necesito saber donde vive un (...) como él?. Haber, inhala, exhala, fuuu, tranquilizate, probablemente no iba de buenas o no te vió... »
-pero claro que me vió-seguí observando mientras trataba de tranquilizarme cuando fue entonces que me percaté que vivía en casa de los Harrison y se atravesó un recuerdo-claro, claro, debe ser aquel chico que el primer día de mi llegada- me sentía patética porque no me había dado cuenta antes, a la vez un profundo interés se incrementó y un miedo fascinante apoderado de la escena que marcaba mi interior tras las historias de los Lennon y de mi padre.

A pesar de todo quería hablarle y sacar mis propias conclusiones antes de seguir escuchando hablar a los demás. Así que me decidí a dirigirle la palabra y entablar una conversación; estaba decidida a conocerlo sin importar qué o quienes se atravesasen en ello.

¿Cómo te olvido? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora