༉───Capítulo Uno

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El sol iluminaba incandescente la ciudad de New York, allí estaba ella amaneciendo en su más glorioso día. La joven de cabellos dorados cual oro se levantó de su sueño nocturno mirando con odio los rayos de aquel astro, aunque ese día sería el más importante para ella, Chloé lo veía como otro cualquiera donde debía levantarse a seguir una agenda previamente planeada y ese día principalmente iba a ser el más agitado de toda la semana. Hacia ya ocho años que se había mudado a Estados Unidos con su madre, dejando en Francia a su padre y su hermano mayor Zoe. Muchas veces Chloé creía que todo era un sueño y que cuando despertara lo iba a tener a él a su lado, pero cuando abría los ojos solo encontraba su vista en Suite del hotel cumbre de Manhattan. Era cierto que había madurado ahora poseía veinticuatro años y se había convertido en una gran figura de la comunidad Newyorkina, gracias a ese mundo que se le abrió a penas llegó, siempre supo que diseñar no se le daba bien como a su madre, pero extrañamente Chloé poseía otro talento que descubrió a penas piso el suelo extranjero.

—Hija. —Su madre tocó la puerta de su habitación haciendo que la chica saliera de la ensoñación en la que estaba, Chloé no quería moverse de su cama, pero debía.

Con pereza arrastró sus pies por el suelo mirando como su madre estaba tocando la puerta de su habitación, Audrey Bourgeois no se iba a perder cuando a su hija se convirtiera en la figura más cumbre en su campo. Chloé abrió la puerta recibiendo los abrazos de su madre, aunque Audris siempre estuvo fuera en su infancia, dentro de ella siempre supo que la quería y en esos pequeños momentos no le sorprendía esa repentinas muestras de afecto.

—Felicidades Chloé, te vas a convertir en lo mejor de todo New York. —Su madre le brindaba una sonrisa separándose rápidamente—. Vamos querida, el tiempo apremia a los ganadores, alístate para la gala y la firma de autógrafos. —Chloé aun dormida no creía que ese día había llegado, cuando inició en ese mundo nunca creyó que llegaría tan lejos, jamás empleó los contactos de su madre para escalar hacia donde estaba y mucho menos su padre.

—¿Zoe vendrá? —Le preguntó un poco con la voz ronca y Audrey asintió con la cabeza.

—Ese muchachito, piensa que tiene todo el tiempo del mundo para venir hacia aquí cuando tiene mucho que hacer en la compañía, pero en fin como es hoy lo dejaré pasar. —Audrey miró a su hija con aquellos ojos azules ilusionados, ella sabía cuanto se querían ese par de hermanos y darían la vida por ellos si pudieran—. En fin, ahora a prepararse.

Audrey dejó a su hija en la puerta, sola con un millón de pensamientos y ese solo había sido el principio. La rubia cerró la puerta de la habitación que ocupaba y miró al cama con anhelo, no había nada más que la rubia había aprendido a valorar que una buen dosis de sueño. Se reprimió las emociones de saltar a la cama y quedarse en ella el día entero, se dirigió hacia su ropero, buscando la aquel vestido negro que su madre le había preparado justamente para ese día. Cuando a Chloé le surcó por la mente empezar un libro, no imaginó que tuviera tanto talento o que su madre se sorprendiera cuando leyó su escrito valorando si en verdad merecía ser ese el futuro de su hija y si es cierto que amenazó a Audrey cuando trató de ponerla en una editorial a base de contactos.

Chloé escaló muchas pendientes hasta poder publicar un libro y con el pasó de ese vinieron otros más hasta esa ahora su “gran creación” como le llamaban muchos. Su apodo Queen Bee era conocido en el continente entero, a veces se preguntaba si en verdad toda esa fama la había adquirido por su propia cuenta y su madre no había tenido que ver en ello, pero luego caía que la Gran Audrey tenía otros asuntos que atender como para centrarse en aquello.

—De verdad ha pasado tiempo... —Chloé miró el baño de la habitación y caminó hacia él—. A penas ayer llegué a New York y hoy estoy recibiendo un premio por uno de mis libros, de verdad han pasado muchas cosas. —La chica se dejó caer su cuerpo en la tina que con agua caliente estaba lista, sumergiendo su cabeza en el agua y luego volviéndola a sacar—. ¿Cómo estará él? —Se peguntó a si misma con una mirada triste, aquello solo le traía los recuerdos de aquel día.

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