༉───Prólogo

167 16 5
                                    

El frío proclamaba sobre el ambiente su manto, aquella joven corría por las calles de su ciudad. No se detenía ni un momento a pensar en nada, solo mantenía en su mente el sentimiento de divergencia entre escenarios gélidos. La lluvia empapaba todo su cuerpo mezclándose con las finas lágrimas que descendían de sus ojos, ese día había perdido a su mejor amigo y al amor de su vida. Las palabras de rechazo aún rondaban su cabeza, “Nunca saldría con alguien como ella, antes tendría que renacer yo”. Teñido de gris el cielo aumentaba la lluvia hasta convertirse en diluvio como si sus emociones hubieran provocado aquello. Con frío llegó a su hogar, y todas sus ropas mojadas por el agua que caía del cielo, a penas su hermano la diviso corrió hacia ella, aunque ella no quisiera hablar el imaginaba el motivo por el cual estaba así.

—Entra. —Le dijo suavemente invitando a que ella se adentrará en su morada, la chica no dudó nada en hacerle caso a su hermano mayor—. Sé que no soy quien para regañarte pero ¿no podías esperar a que se acabaran las clases? —Ella negó con su cabeza sin levantar su vista del suelo.

Su mente era en esos momentos un laberintos como esos que venían en las revistas de cuando ella era pequeña, esos que por más que buscáramos una salida no la encontráramos. Esa era su mente torturada por todos los recuerdos de su infancia que en esos momentos estaban tiñéndose de un color sepia, sus ojos no derramaban lágrimas pero el silencio que profesaban sus labios era los suficientemente fuerte como para hacer creer a su hermano que en verdad estaba astillada.

—Te prepararé un baño caliente a ver si refrescas tus ideas. —Y por primera vez en los minutos que llevaba ahí lo miró a su hermano con cierto dolor y tristeza.

—Gracias. —El tono con que decía aquellas palabras era como una profanación a la palabra, el dolor tan profundo que sentía el joven corazón de la chica estaba hecho polvo.

Su hermana era imprudente, egoísta y tomaba decisiones apresuradas a veces cuando se sentía enjaulada pero Zoe sabía bien que esa chica era más que una sonrisa, le dolía tanto verla herida que no contenía la furia de ir con el imbécil aquel y darle su merecido, sin embargo ahora solo podía velar por la tranquilidad y el desosegado corazón de Chloé. La frase de “El agua se lleva las malas vibras” nunca estuvo mejor usada para describir los pensamientos de la rubia, luego de un baño pudo reorganizar por completo su mente o al menos tener en cuenta sus dudas primordiales y poder calmar esas emociones de traición que sentía en su pecho.

—¿Te sientes mejor? —El chico preguntó tratando de sacar alguna respuesta sin embargo solo logró ver como esta asentía con la cabeza.

—Un poco. —Fue lo que sus labios alzaron en pronunciar, no quería recordar lo que ese día había vivido, pero ¿cómo dejar de pensar en aquello? Si toda su vida se la pasó persiguiendo a un amor que nunca iba a dar resultados había perdido dieciséis años de su vida en aquello—. No creo que sea capaz de soportar un minuto viendo su rostro. —Le comentó a su hermano tratando de no volver a llorar.

—¿Ese imbécil te rechazó? —Ella se rascó la cabeza algo incómoda con aquella pregunta, si al menos hubiera sido eso sin embargo aquel chico había deseado renacer antes de que estar con ella, su hermano no quería echarle sal a al herida pero sin quererlo acabó haciendo que de sus ojos brotaran de nuevo lágrimas.

—Fue peor, se los dijo a esas estúpidas que siempre se pegan a mi como si fuéramos amigas. —Zoe la envolvió en sus brazos tratando de calmar los sentimientos modo tormenta que se cernían en su interior—. ¿Qué he de hacer? ¡Lo perdí hermano! ¡Perdí a mi mejor amigo por no decir el hombre que amo!

El chico giró sus ojos azules mirando a su hermana, su adoración, para él verla así era como si su mundo se dividiese, no le gustaba que la gran chica con un alto nivel de autoestima y seguridad ahora anduviera arrastrándose. Estaba seguro, odiaba a todos los que hicieron que su hermana estuviera así, sobre todo a ese chico quien le gustaría pegarle sus dos puños en la cara. No le gustaba por donde se dirigía el rumbo de su conversación pero no le quedaba otra, él debía sacar a su hermana de Francia, no solo por aquello sino para que pudiese su hermana sanar sus heridas y recomponerse como la gran Chloé Bourgeois quien notaba belleza estilo al solo verla.

—Ve a Estados Unidos con mamá. —Chloé abrió los ojos al escucharlo decir aquello, no se esperaba tal madurez de su hermano, tampoco que a ella debido que la gran Chloé Bourgeois no abandonaba el nido.

—¿Debería? —preguntó en modo duda insegura ante aquello, era verdad que irse y dejar todo atrás no era fácil sin embargo ella misma debía recomponerse.

—No debes, tienes. Hermana te apoyo en todo lo que elijas pero, estoy seguro que si no lo haces pasarás complicaciones. —Dubitativa miró a los ojos zafiros de Zoe quien serio le aconsejaba aquello como lo mejor para la chica, era verdad Chloé debía recomponerse y ser más fiel a sus principios, debía volver como la gran chica que era.

—Le avisaré a papá —comentó mirando a su hermano con una leve sonrisa y los ojos llenos de lágrimas.

Ella no se esperaba que su vida tomará rumbo fuera de París, de la ciudad que la envolvió con su manto tantas noches suspirando por su crush, quien ahora debía abandonar, porque lamentablemente sus sentimientos no eran correspondidos y como su hermano le había dicho, antes que humillada ella prefería reconstruirse a sí misma para volver más fuerte que nunca.

Etiquetas para un corazón [LukLoe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora