Era una tranquila tarde de primavera. Como todas las otras tardes, el cielo se encontraba despejado, el sol brillaba y no corría ni una brisa por el campo.
Nos encontrábamos juntos en la habitación del segundo piso de una casa antigua.
Era una clásica casa de madera, de esas que las maderas del exterior están grises, pero no por la pintura, si no que nunca recibió mantención desde que fue construida.
Sentí un ruido que venia del pasillo, abrí la puerta para ver de qué se trataba.
No había nadie ni nada, pero al volver, vi una siniestra figura cubierta por harapos Gises y un sobrero puntiagudo del mismo color gris.
Sin duda se trataba de la figura de un hechicero, de un brujo.
Con sus manos te estaba ahorcando, y tú no podías respirar. Inmediatamente y sin pensarlo me abalancé sobre la horrible figura e introduje mis dedos dentro de su boca hasta llegar a su garganta. Acto seguido te liberó y se dirigió hacia la única ventana de la habitación.
La abrió violentamente de par en par y comenzó a recitar un conjuro en voz baja, mirándonos siempre de reojo con una mirada maligna.-
Una vez concluido el conjuro salió volando por la ventana.
Me acerqué a ti para ver cómo te encontrabas. Afortunadamente todo sucedió muy rápido y el brujo no te alcanzó a lastimar.
Nos abrazamos nerviosos y luego nos dirigimos a la ventana y nos percatamos que el clima súbitamente había cambiado. Ahora estaba el cielo gris, con nubes arremolinadas, un fuerte viento recorría la pradera y agitaba bruscamente las copas de los árboles.
A lo lejos, sobre una loma, había un pequeño bosque rodeado por una vieja cerca de madera. El mago se sostenía firmemente de ella mientras recitaba otro conjuro. Al concluir, desapareció en un abrir y cerrar de ojos, al igual que el fuerte viento y las nubes.-
FIN