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Tan pronto como mis manos estuvieron libres nos di la vuelta y me senté a horcajadas en su cintura.

-Mi turno.

Colocó sus manos en mis caderas, deslizándolas hacia arriba, para finalmente quitarme mi top.

-Tengo que decirlo, Betty, no tenerte atada también tiene sus ventajas -pasó sus manos por mis pechos, tomando uno, lo rebotó ligeramente en su mano, como si lo estuviera pesando. Mis caderas se movieron abruptamente por voluntad propia, apretándose a él. Pellizcó el pezón del otro pecho, rodándolo entre sus dedos índice y pulgar.

- ¡Me encantan tus pezones!

Gemí, mis caderas se movieron de nuevo.

¿Había mencionado lo increíblemente fantásticas que eran sus manos?

Sentí que él empezaba a reaccionar y le sonreí con malicia. No había manera de que él tuviera el control en esta ocasión, sólo tenía que mantener el enfoque, mientras hacía que él perdiera el suyo. Pan comido, ¿no?

Comencé a moler mis caderas en un ritmo constante, inclinándome para besarlo. Él, entusiasmado, pasó su lengua por mi labio inferior, esperé unos segundos antes de abrir mi boca y dejarlo entrar. Eché la cabeza para atrás ligeramente, arrastrando mis dientes sobre su lengua. Gimió. Moví la cabeza hacia abajo de nuevo, esta vez capturando su lengua entre mis dientes, y succionándola. Sus caderas dieron sacudidas contra las mías más rápido y se apoderó de mis pechos con más fuerza.

Me tragué un gemido.

Yo tenía el control.

Tenía que mantener mi enfoque.

Apartándome rápidamente, sentí su polla endureciéndose en mis pliegues todavía resbaladizos y sonreí. Así tuve una mejor oportunidad de mantener mi enfoque, sin sus labios, o su lengua, o sintiendo sus gemidos en mi boca.

Dios, lo deseaba.

Creo que quería venganza.

Moví mis caderas de nuevo, frotándome a mí misma en su longitud, antes de bajar y subir otra vez. Traté de hacer caso omiso de mi creciente excitación, cosa que no era fácil con sus manos masajeando mis pechos, o frotando mi clítoris, pero sólo tenía que seguir con esto el tiempo suficiente para estimularlo hasta el punto de la desesperación, y lo haría, tenía que hacerlo.

- ¿Qué es lo que quieres Jughead? -ronroneé.

-A ti -gimió.

- ¿Qué quieres de mi?

-Quiero estar dentro de ti, Betty.

Llevó sus manos a mis caderas, pero antes de que pudiera tantear y posicionarme bien, me moví.

Salí de la cama.

Se incorporó, con los ojos abiertos.

- ¿Betty?

-Esto no sería venganza si obtienes lo que quieres, Jughead-me di la vuelta y entré al baño contiguo, asegurándome de menear mis caderas en el camino. Mirando hacia atrás vi su expresión conmocionada, y a la vez de lujuria.

𝕹𝖚𝖊𝖘𝖙𝖗𝖆 𝖛𝖎𝖉𝖆 𝖘𝖊𝖝𝖚𝖆𝖑(𝖇𝖚𝖌𝖍𝖊𝖆𝖉) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora