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¿Se fue?

¡Se fue!

¿Cómo pudo sólo irse?

¡Y seguía insistiendo en que era mi dueño!

¡Ughh!

Recogí mi vestido y el patético trozo de tela que solía ser mis bragas, y caminé hacia la puerta, ignorando completamente sus ropas. Las podía recoger él mismo, por supuesto que yo no lo iba a hacer por él. Quizás si no me hubiera hecho encabronar tanto las hubiera puesto a lavar junto con las mías, pero ahora no había manera de que eso pasara.

Podía volver y recoger sus propias prendas.

Parecía una venganza hueca. ¡Oooh!, gran cosa el que tuviera que recoger su propia ropa, de todos modos, no era como si no lo hiciera.

¡Ughh!

Aguarda… ¿venganza? ¿Dije venganza?

Fruncí el ceño. ¿Para qué quería vengarme? ¿Qué era exactamente lo que me había hecho?

Era un cabrón, sí, pero, ¿qué era lo que en realidad había hecho?

Insistía en que le pertenecía.

Pero así era, ¿no?

Sí. Lo era. Pero no en la forma en la que él lo estaba pensando, ¿verdad?

Fui hasta mi recámara mientras trataba de distinguir la línea delgada entre ser suya y poseerle. Arrojé mi vestido y bragas —si es que pudieran llamarse así ahora— en el piso junto a la cama, haría algo con eso luego, en ese momento quería tomar una ducha. El agua podría ayudar a mi pobre y confuso cerebro. Agarré una toalla y me dirigí al baño.

Él estaba ahí.

¡Por supuesto que estaba ahí! ¡Justo tenía que decidir tomar un baño cuando yo necesitaba uno!

¡Bien! Tomaré una ducha abajo. ¡A ver si le gusta el agua helada! ¡Já!

Di la vuelta y fui al baño del piso inferior, no estaba segura de si él me había notado. Francamente, no me importaba, estaba tan absorta en pensamientos.

Abrí la llave del agua y me metí en la ducha, cerrando la puerta detrás de mí. Puse el agua lo más caliente que se podía, se sentía bien. No me había dado cuenta de lo fría que estaba. Supongo que en realidad no me debería haber sorprendido tanto como lo hice, estaba caminando desnuda alrededor de la casa.

Tal vez si alguien no me hubiera roto mis bragas no hubiera estado tan desnuda.

¡Ughh! ¡Ahora estaba siendo ridícula! ¡Él rompía mis bragas todo el tiempo, y en ese momento nunca me importaba! ¡A él nunca le importaba que yo rompiera su ropa! Él tenía más de una razón para enojarse también, yo había roto camisas, no sólo ropa interior endeble.

¡Ughh! ¿Por qué todavía seguía tan enojada? ¿Por qué no podía encontrar la línea que él había cruzado? ¿Por qué…

La puerta de la ducha se abrió de golpe, revelando a un jughead iracundo.

— ¿Qué? —pregunté fríamente.

𝕹𝖚𝖊𝖘𝖙𝖗𝖆 𝖛𝖎𝖉𝖆 𝖘𝖊𝖝𝖚𝖆𝖑(𝖇𝖚𝖌𝖍𝖊𝖆𝖉) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora