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Evie deja escapar un sonoro suspiro, esperando así, al menos, lograr captar la atención de su actual pareja. Pero nada. Él no la mira, sigue con los ojos pegados a la pantalla de su computadora, y, a decir verdad, ella no sabe si es a propósito o no.
Al parece ni lucir su más reveladora y sexy pijama de seda azul ayuda a que él quiera hacer algo divertido aquella noche.
—¿Vendrás a la cama?— pregunta suavemente, como único recurso sin usar.
—Debo terminar con la contabilidad de este mes— contesta, tallando sus ojos por debajo de los anteojos—. Te alcanzo en un momento.
Solo alza la mirada en su dirección por unos momentos, sonriendo suavemente, sin alterarse ni un poco por su aspecto. Evie no sabe que más hacer.
—De acuerdo— se rinde.
Al principio su falta de interés sobre tener sexo con ella con regularidad no le molestaba. En lo absoluto. Y lo entendía. Está por demás decir que jamás quedaba satisfecha, pero eso él no tenía porque saberlo. Aunque ahora que justamente sentía la enorme necesidad de tener algo de intimidad, desea que al menos él tuviese más dispuesto.
Al llegar a su habitación, se sienta frente a su tocador, viendo su rostro impecable y terso en el enorme espejo frente a ella.
Evie jamás fue insegura con su cuerpo. Ella adoraba la figura con la que fue privilegiada. Desde la generosa curvatura de su senos y trasero hasta su estrecha cintura. Nunca tuvo problemas de autoestima. Su madre se encargó de eso, sí. Su belleza era su mayor atributo, además de la inteligencia, claro. Por eso siempre era bueno sacarle ventajas, aunque siente que lo desperdicia con alguien como su novio. Más bien, él no le saca el suficiente provecho.
Pasa su dedo pulgar sobre su labio inferior para eliminar un poco su labial, entreabiendo la boca, resignadose a que aquella noche tampoco podría liberar un poco de tensión.
Quizás si llamaba a Mal... Oh, no, no sería posible tampoco. Por desgracia.
—Bendita fidelidad— murmura por lo bajo, siguiendo con lo suyo.
Entonces lo recuerda a él. A Hades. El atractivo espécimen divino al que había querido acercarse a charlar todo el día. Cosa que no se pudo pues mientras más trató, él pareció evitarla con más ahínco. Como si huyera.
Por todos los dioses existentes, el solo hecho de pensar en él han hecho que sus ganas de tener sexo aumenten. Su rostro arde. Y no es lo único en su cuerpo que parece estar en llamas. Cierra los ojos unos momentos, sin quitar el dedo de su labio, tratando de reprimir el indecente sonido que quiere escapar de sus labios.
Trataría de hacer todo lo que esté en su alcance y más para tratar de apaciguar aquel deseo incontrolable por aquel dios.
Por su bienestar mental y físico, así lo haría.
Mira sin ánimos su cama, vergonzosamente ansiosa por tener algo de acción aquella noche. No hay más remedio. Se desvía a la salida de la habitación, decidiendo ir a convencer a Doug a toda costa para que le hiciera compañía. O al menos para que la besara y tocara en la sala y le diera su tan ansiada liberación. Eso era mejor a nada.
Tendría que conformarse hasta que encontrara una manera de obtener a Hades sin arriesgarse a perder absolutamente nada de lo que tiene.
(...)
Hades toca su mejilla, la cual arde debido a una cachetada, y mira a la madre de su hija de una forma que realmente da escalofríos.
—Date una ducha de agua fría— ordena la Emperatriz.
—Eso nunca funciona, ¿sabes?— gruñe.
Apenas hace unos momentos ambos se estaban besando, cuando sin previo aviso, ella lo empujó y golpeó cuando él trató de ir un poco más allá.
—Te recordaba más...— Hades no termina la oración.
—¿Más qué?
Él le resta importancia, sentándose sobre la cama, un poco dolorido y muy molesto.
—Esto no funcionará sin sexo. Es la única manera en la que te soportaría a diario, mujer.
—Sólo piensas en eso. Ya madura.
Hades ríe, pasando la punta de su lengua por su labio inferior, analizando el aspecto de Maléfica. Una mujer que varios años atrás logró robarle suspiros. Y, aunque aún conservaba una figura digna de una mujer inmortal, ya no sentía lo mismo. Pero al menos lo intentó.
—Soy un Dios, está mi naturaleza.
—No justifiques tus infidelidades en la Isla con eso— le dice ella, cruzando los brazos sobre su pecho—. Y ya, largo de aquí, nos vemos después.
—Me conseguiré a una mujer que sí me dé lo que necesito— advierte. Maléfica frunce los labios con enojo.
Lo que claramente no le dijo es que ya tenía a la candidata perfecta con la que ya había imagino mil escenarios diferentes teniendo sexo salvaje y desinhibido.
—No lo harás.
—Sí. Claro que lo haré.
Dicho esto se pone de pie, se acerca a ella, la hala bruscamente del brazo y la pega a él lo suficiente como pRa besar los labios de Maléfica una vez más, profundizando tanto como ella se lo permite, transmitiendo la frustración que siente en esos momentos.
—Hades...
El hombre se separa de imprevisto. Ahora que ella quiere que siga, él ya no.
Le da una última mirada victoriosa y sale de ese lugar, reemplazando la imagen de Maléfica con la de cierta chica peliazul que todo el día estuvo dándole señales que, esperaba, no haber malinterpretado.
Si Evie está prohibida, Hades está seguro de que ganarse una eternidad en el Inframundo es más que justo por profanar a la chica. Por hacerla suya de una vez por todas.
El Dios no es alguien noble. Lo haría. Claro que sí.
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.Los Devie shippers no deberían leer esto JAJAJA
Bueno, ¿qué les pareció?
Psdt. Feliz navidad❤️
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My Oh My... ¦ Havie ¦ Descendientes
FanfictionContenido +18 ¡Lee bajo tu responsabilidad! . . . Él la salvó. Lo admira, lo respeta... lo quiere. Su interés es tan absurdo que lo deja atrás, siendo Hades un imposible. Pero... ¿Qué pasará cuando luego de tantos años se reencuentren? Aún mejor...