꧁S I E T E: UNA VEZ MÁS꧂

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Advertencia. Contenido +18

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Evie no esperó jamás que Hades regresara a su castillo luego de lo que pasó entre los dos.

—Vine por mi traje.

Se adentra a la casa sin pedir permiso, pasando por un lado de la chica, no sin antes guiñarle un ojo con coquetería, su usual sonrisa ladina dándole ese aire pícaro y desentendido que tan bien le queda.

Por suerte Doug ya no vive ahí. No habría encuentros desagrables. Se había ido. Concordaron en que era lo mejor, tener espacio los ayudaría a ambos.

Evie suspira, mordiendo ligeramente su labio inferior con nerviosismo, antes de cerrar la puerta y seguir los pasos de Hades.

Ojalá pudiera decir que ha dejado de sentirse atraída por él, pero no es así.

Ella quería seguir jugando con su fuego aunque ya estuviera quemada. Lo deseaba.

—Aún no está listo.

—¿En serio? Que mal.

Él se deshace de su chaqueta negra, deslizandolo por sus brazos hasta sacárselo por completo. Prosigue a desabrochar lentamente el primero de los botones de su camisa. Alza una ceja en su dirección al ver que su rostro había adquirido un tono rojizo de un momento a otro.

Ella ya ardía de pies a cabeza, y apenas había hecho algo.

—¿Trata de seducirme?— pregunta Evie, sonriendo.

—Puede ser... ¿Funciona?

Demasiado, piensa, sin intención de hacérselo saber.

Evie asiente, lleva una mano a su cabeza, quita los pasadores de su moño flojo y suelta su cabello, agitando la cabeza de un lado a otro. Nota como una gota de sudor le baja desde el cuello hasta el pecho. Dios, los pezones le dolían. Los sentía endurecidos. Incluso el suave roce de la tela de su brasier le molesta ya.

Hades continúa, desabrochándose la camisa hasta dejarla colgando de sus hombros. Adopta una postura sexy y tentadora pero sobre todo caliente. Irresistible. Su torso bien trabajado hace a Evie replantearse sobre la edad que aparenta.

Pensé que solo iba a ser una vez. ¿Algo lo hizo cambiar de opinión?

—No, pero me apetece tener sexo contigo otra vez. ¿A ti no?

Hades puede ver lo endurecidos que tiene los pezones. Se le marcaban a través de la tela de la camisa y todo aquello hacía que su fuerza de voluntad fuese desvaneciéndose poco a poco, llevándolo al límite de perder casi la cordura. Necesitaba estar dentro de su cuerpo otra vez. Sentir su humedad y su suavidad.

Y Ella lo quería tanto como él. No tiene dudas.

—Vamos a mi habitación.

Hades no hizo preguntas, no pensaba mucho en ese momento.

Permite que Evie tome su mano, para guiarlo así hasta la habitación más amplia y espaciosa del lugar.

Y, pensando solo un poco, en medio de aquella bruma de ansiedad por hacerla suya otra vez, puede notar que no resulta nada desagradable su tacto de esa forma inocente.

Al llegar, él la empuja sobre la sobre la puerta antes de cualquier otra cosa, sujetando su mandíbula con fuerza, viendo sus ojos cafés con determinación.

—¿Qué sucede?

No hay respuesta. Hades desliza su pulgar sobre el labio inferior de Evie, esta vez sin labial, deleitándose cuando entre abre la boca y cierra los ojos ante esa acción. Se acerca, hasta que sus narices se tocan, por un largo tiempo, sin hacer nada más.

Evie se desespera, hasta que, finalmente, siente sus labios apoderarse de los suyos de una forma tan salvaje que, contrario a lo que se espera, sólo la hacen arder por más.

No es amable, no es lento, es un beso malditamente crudo y voraz que la hacen perder totalmente la cordura. Rodea su cuello, lo atrae hasta pegarlo a ella por completo.

Una vez podía pasarse aquello por mera pasión; dos no es coincidencia.

Y, ella acepta, que está dispuesta a hacerlo muchísimas veces más, pues nunca se cansaría de él, ni de la forma en la que se siente cuando está así. Demasiado viva, demasiado feliz.

(...)

Pasa un día, pasan dos... Y en el tercer día, Mal por fin decide enfrentar a Evie.

La peliazul corre para abrir la puerta de la entrada cuando escucha la insistencia del timbre, había estado tan atareada con los vestidos que no recordaba que nadie más podría hacer eso.

Cuando abre la puerta sonríe ampliamente al ver a Mal. No la esperaba.

—¡M!

Evie la saluda, efusiva, tratando de abrazarla. Se extraña cuando ella esquiva sus brazos y se escabulle hacia adentro. Cuando se recompone de aquel desaire, cierra y va tras Mal.

—No te llamaré mamá— informa la pelimorada dejándose caer sobre un sofá, sus ojos verdes fijos en sus manos—, ni sus derivados.

—¿Qué?— Evie duda—. ¿Qué te sucede?

—No lo sé, tú dime. ¿Te parece poco haberte acostado con mi padre?

La boca de Evie se abre y se cierra varias veces, desprevenida, preocupada por el hecho de que Mal supiera lo que pasó entre Hades y ella. Pero, sobre todo, por la tranquilidad que parecía tener sobre toda esa situación.

—No te juzgo. No soy quien para hacer eso teniendo en cuenta todo lo que he hecho...

—Mal— su voz suena ahogada cuando detiene su habladuría—. ¿Cómo lo sabes?

—No importa.

Evie asiente, presiona los labios y se sienta frente a ella. No está preparada para enfrentarla. No lo estaría jamás. Se suponía que ella nunca lo sabría.

—Mal...

—Diablos, E— Mal niega con la cabeza.

Como si eso lo dijera todo, no dice más. Es difícil para Evie saber si está enojada con ella, aunque claramente es lo que se espera, por eso no dice nada. Parece seguir asimilando las cosas.

—¿Con mi... padre? ¿En serio?

Evie inclina la cabeza hacia delante.

—¿Estás molesta?— le pregunta.

—¡Te acostaste con mi padre! — explota al fin—. ¡¿Cómo quieres que esté?! ¡Mi padre, Evie!

Evie la observa. Mal sigue y sigue reprochando su aventura con Hades, y al parecer, no se detendría por un largo, largo tiempo.

Así que se limita a quedarse en silencio.

La verdad había sido revelada.

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Queda un capítulo más👀

My Oh My... ¦ Havie ¦ DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora