꧁S E I S: CONFESIONES꧂

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El fuego no se apagó.
El hambre no se apaciguó una vez que la manzana se comió.
Ansias de más y más.
¿Cómo detener lo que nunca debió comenzar?

Él se fue, sin despedirse, sin decir absolutamente nada. No fue sorpresa para ella, claramente esperaba eso.

Los días pasaron, cada uno continuando con su vida como lo habían prometido, sin mencionarlo. El momento que habían compartido única y exclusivamente permaneciendo en la memoria de los dos.

Y, como si de una maldad se tratase, Evie sonreía cada que lo recordaba. Como en ese momento está haciendo.

Recordar sus ardientes besos, sus torturadoras caricias, la forma en la que se había sentido deseada...

—¿Evie?— Doug la saca de su ensimismamiento.

Ella lentamente deja de sonreír y acomoda la cabeza, que, sin darse cuenta, había inclinado un poco hacia la derecha. Toma su copa de vino y le da un largo sorbo, sintiéndose repentinamente acalorada.

—¿Sí?

Doug podía ser tonto, pero no tanto. Suspira, acomoda sus gafas, se inclina hacia delante apoyando los codos sobre la mesa. La cena en la que tanto se esforzó para compartir con su novia era un desastre, como todo en su relación últimamente.

—Te he notado distante desde que la barrera cayó— comienza a decir. Evie deja el tenedor con pasta a medio camino a su boca —, especialmente desde una semana atrás.

El gesto de Doug es de alguien a quien le duele lo que está pasando con ellos. Siente que algo está mal.

Entonces Evie sabe que el momento de la verdad llegó. Además de que ya no podía, no quería, seguir ocultándole cosas a Doug, que, siendo honesta, no mereció jamás nada de lo que le hizo.

Su vida no podía seguir como si el encuentro con el Dios no hubiera sucedido. A pesar de que quisiera que así fuera, no todo en la vida se podía tener.

La situación se vuelve más difícil cuando está viéndolo a los ojos. Es difícil porque, aunque no de la misma forma que hace unos meses, ella aún lo quiere. Antes de ser su novio fue su amigo.

Abre la boca, dispuesta a hablar, pero él la interrumpe.

—Es por él, ¿no es así?

Silencio. Un corto, pero significativo, silencio.

—Sí.

Para Doug era bien sabido desde que comenzaron a salir que Evie tuvo sentimientos por alguien antes de conocerlo. Alguien de quien nunca supo con certeza su identidad. No le interesó saber eso jamás, en realidad, pero ahora sí.

Él, muy en el fondo, siempre supo que en la cabeza de Evie existió alguien más, y por lo visto, a ese alguien no lo ha superado, y no lo superaría jamás. Lo aceptó, pues la ama con todo su ser, pero ahora ve que ella ya no disfruta estar a su lado y necesita aclarar todo de una vez aunque su corazón quede hecho trizas en el proceso.

Si deja que el tiempo pase, todo será peor. Mucho peor.

—¿Lo has visto, Evie?— pregunta en voz baja. Teme por la respuesta—. ¿Te has visto a solas con él?

Cuando ella asiente, los ojos verdes de Doug se cierran y deja escapar el aire que hasta ese momento no sabía que retenía.

—Lo siento. Te engañé— confiesa Evie, apenada, mirando fijamente su plato de comida—. Sé que debí ser honesta, Doug, pero a él no lo amo. A ti sí. De alguna manera, esperaba poder seguir a tu lado.

Espera paciente a que diga algo, que le grite, o al menos se vaya enojado, pero no pasa nada. Se mantiene en la misma posición. Curiosamente no se altera, no muestra en realidad como se siente.

Doug no piensa preguntar el significado de ese "te engañé". Se malinterpreta muchas formas, y él, por su parte, prefería pensar en la menos grave, para así, al menos, no sentir tanto el amargo y desgarrador sentimiento de la traición.

—¿Me odias?— pregunta Evie.

—No te odio. Es mi culpa. Siempre lo supe, ¿sabes? Supe que irremediablemente pasaría cuando la barrera cayó, solo era cuestión de tiempo. Pero, Evie, realmente esperaba que fueras distinta. Por mí, por lo nuestro.

Evie asiente. Siente vergüenza, pero no se arrepiente. Siempre supo lo que hacía, las consecuencias que aquello traería y las aceptaría.

Si Doug fuese alguien temperamental y no fuera extremadamente comprensivo, tal vez haberle hecho eso fuera más fácil de aceptar. Porque lo arruinó todo. 

—¿Algún día podrás perdonarme?

Él en ese momento vuelve a mirarla. No lo sabía, en realidad, por lo que no responde. A sus ojos ella sí se ve arrepentida, pero dolía. Dolía mucho.

—Necesito tiempo.

—Entonces... supongo que... ¿terminamos?

Doug mueve la cabeza afirmativamente. Evie se levanta, camina hacia la salida de la cocina, pero se detiene antes de irse cuando escucha que él le hace un última pregunta.

—¿Te arrepientes?

—No. No lo hago.

Y con eso, avanza, dejando tras sus espaldas a la única persona que quizás la amó con sinceridad.

(...)

—Entonces lo tuyo con mamá no funcionó— deduce Mal, pensativa, revisando unos papeles—. No me sorprende. Me sorprende mucho más que no te haya incinerado ya.

Hades suelta una risa entre dientes.

—No es que no lo haya intentado.

—Yo te incineraría a ti por haberte fijado en Evie, pero no tengo tiempo.

Hades deja de sonreír. Mira con ojos muy abiertos a Mal, tratando de averiguar qué tanto sabía solo con hacer eso, pero el gesto de su hija no le decía nada. Seguía concentrada en los asuntos reales de quién-sabe-qué y no lo miraba.

—No te sorprendas— murmura—. Ninguno de los dos son discretos. Cielo santo, Evie es hermosa, sí, pero tiene mi edad— se estremece—. Es enfermo, ¿sabes?

—Bueno sí, pero tu amiga no está interesada en mí— trata de mentir.

Mal lo mira, alzando una ceja.

—Claro...— ironiza—. Y por eso te mira como si quisiera comerte.

—¿No te importa?

Mal se encoge de hombros.

—Honestamente, al principio sí. Pero la mierda moralista no va conmigo.

Hades se queda en una especie de shock luego de que Mal volviera a sus asuntos.

—Jamás terminarás de sorprenderme— Hades suspira, aliviado—. Pensé que te enojarías mucho cuando supieras que estuve con tu amiga.

Mal para de escribir. Tensa los hombros, y regresa la mirada a su padre.

—¡¿Qué?!

Oh, no. Ella no sabía eso.

El Dios lo único que puede pensar en hacer es correr. Correr, salir huyendo de ahí. Mal ahora sí parece digna hija de Maléfica.

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Por las que fuimos el cuerno o las cornudas, salud🍷

Ojalá todos reaccionaran cómo Doug, ahre. Se enojan fácil los vatos, ¿siono?

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My Oh My... ¦ Havie ¦ DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora