Eran las 5 de la mañana y Midori ya se encontraba despierta, y aunque había apagado el despertador hace varios minutos atrás aún seguía tendida en el colchón.
Para cuando se levantó ya estaba sonando la segunda alarma; la cual apagó al instante. Sacó un tapete debajo de su cama y lo extendió en el suelo para hacer un poco de ejercicio antes de ir al trabajo. Una vez que se detuvo, pasó frente al espejo el cual estaba cubierto en casi su totalidad por una sabana, en un impulso deseó retirarla, más se contuvo y continuó con su rutina habitual.
Al salir de casa, recordó que había olvidado agradecerle a Kishou por lo que había hecho hace unos días y pensó que sería buena idea llevarle un café.
Llego a las instalaciones le entregó una café a Shinohara y otro a Amon. Después caminó hacia la oficina de Arima, quien permanecía sentado y a la vez revisaba unos papeles.
Tocó la puerta de la sala, (aunque esta yacía abierta), él la miró con serenidad y le indicó con una seña que pasara.
— Buenos días, Midori —sonrío. — Hace bastante que no te veo por aquí.
La joven sonrío, dio unos cuantos pasos hasta quedar de frente, mirándole a los ojos y con sus manos aun sosteniendo el café.
— Buenos días Arima-san. Lo sé, parece que las cosas se han puesto difíciles —rió nerviosa. — No quiero quitarte tiempo y menos ahora sabiendo en la situación que estamos, solo quería traerte esto —le extendió el café. — Es para agradecerte...por lo de ese día. Estaba enojada y ni siquiera me detuve para agradecer-
— ¿Por qué tanta formalidad, Midori? Nos conocemos desde hace muchos años, fuimos compañeros. Y sobre Mado, no tienes nada que agradecer. Él era un buen hombre y estoy consciente del papel que jugaba en tu vida. Además, —puso su mano sobre el hombro de ella. — No tenías que molestarte, pero te lo agradezco.
— Lo sé, pero ya paso mucho tiempo —sonrío. — Además, ya no eres un investigador de nivel 2 sino de Clase especial, mi superior, por lo que debo dirigirme a ti como tal.
— No. Se que ya no somos los mismos jóvenes de antes, después de tantos años es natural el cambio. Pero me divertía bastante cuando trabajábamos juntos, extraño eso.
Ella intento hablar, más las palabras no salían, era como si algo la obligara a mantenerse en silencio; por suerte él continuó.
— Cuando regresaste, esperaba que las cosas fueran como antes —retiró su mano del hombro de ella.
— Mi rendimiento ya no era tan bueno cuando regresé —sonrió apenas. — Supongo que solo era la estamina de ese momento lo que me hizo escalar rápido, ahora ya no tengo eso, pero a mí también me hubiese encantado seguir trabajado contigo, Arima-san.
— Ya eres una investigadora de primera clase, no estás tan lejos, y yo aún conservo la esperanza de verte en mi escuadrón. Te estaré apoyando, hasta que eso pase.
— Muchas gracias... —sonrió. — Espero que sí.
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