El callar te hace sangrar

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Angustiado, conducía el auto hacía el cementerio, estaba a un par de cuadras que se reducian con rapidez por la inquietud que lo embargaba, habían pasado dos horas buscando a su hijo con desesperación hasta que una llamada extraña le aviso que se encontraba ahí, la persona habló con una voz rasposa inusual y ni siquiera dijo su nombre, pero era la mejor pista que tenía.

Estaciono el auto lo mejor que las prisas le permitieron y con rapidez descendió de él para dirigirse a la entrada del lugar que hace tiempo no pisaba. La gran entrada de piedra cubierta de musgo verde se impuso por completo ante el iris azul del hombre.

Cada paso amortiguaba aún más en su corazón, junto con el recuerdo de la trágica despedida del amor de su vida. Estaba por cruzar la gran estructura de la entrada cuando algo en su camino detuvo su paso.

Grande fue su sorpresa al ver a una niña de cabello azabache atado en dos coletas, usando un vestido rojo de puntos negros y sosteniendo un cartón en sus manitas donde con letra de temblorosa se leía Sr. Agreste (papá del niño gato)

—¿Qué es esto? —interrogó en cuanto la tuve a centímetros de distancia —. ¿Dónde está mi hijo?

—Sr. Agreste, yo soy Marinette, mucho gusto —hizo una reverencia como saludo —Soy amiga del niño gato. Yo fui quien lo llamó para avisarle que estaba aquí, bueno mi mamá y yo —obvio señalando a la distancia donde una mujer de ropas orientales la esperaba.

—¿Dónde está mi hijo? —. volvió a repetir con la ansiedad en punta.

—Triste porque no sabe dónde está su familia.

Gabriel, cansado de la falta de respuesta —ante lo que parecía un juego de niños — decidió esquivar a la pequeña, aunque no contaba con que ella le volviera a tapar el paso las dos veces que lo intento.

Un suspiro brusco y alterado salió de los labios del mayor, por lo que sin querer perder el tiempo volvió a rodear a la niña finalmente teniendo éxito para avanzar.

—Escucha niña, no sé qué quieras pero...

—Quiero que Adrien no pierda a su papá como perdió a su mamá—interrumpió haciéndolo detenerse.

Ante la mención de su esposa Emilie, Gabriel fue girando con delicadeza..

—El niño gato lo extraña —continuó desde su lugar haciendo que el hombre se acercara despacio hacia ella —. Perder a un padre es como si te abandonaran. Yo lo sé... —admitió con una sonrisa nostálgica que sorprendió a Gabriel

—¿Tú padre..? —inquirió el adulto sin saber cómo proceder hasta que ella asintió.

—Murió hace dos años en un accidente.

—Lo siento mucho —lamento de inmediato sin poder evitar pensar en su pequeño hijo. —Ningún niño debería pasar por eso.

—Ni ningún esposo o persona, pero es... inevitable. —torció un poco sus delgados labios desviando la vista hacia el horizonte—. Aunque, no se si yo podría ser feliz si también perdiera a mi mamá... o si ella no me dejara recordar a mi papá. —agregó mirándolo de reojo con segundas intenciones.

—Recordar es doloroso —se excuso.

—El principio duele —debatió con calma—Es demasiado triste cuando apenas te acostumbras a que no están. Pero después prefieres vivir con esos recuerdos, a no haberlos tenido nunca en tu vida.

—Lo dices como si fuera algo tan sencillo —reprocho el adulto, aunque al mismo tiempo sintiendo como lo embargaba un poco de paz con esa idea.

La muerte es sencilla, la pérdida no —recito y Gabriel se sereno sorprendido.

El camino hacia ti. (MINI HISTORIA - MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora