~Diavolo~

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Desperté con mi pie encadenado y un simple colchón desgastando para mi. Yo no contaba con mi pantalón. Quien sea que me tragó aquí me quito mi pantalón. Solo contaba con mi pantaleta,mi suéter y mi sostén. Rápido me revisé y por fortuna no tenía indicios de violación.

Se escuchaban pasos rondar por la única puerta de la habitación. Iban y venían. Yo me aterre y a como fuera jalaba de mis cadenas para ver si podía romperlas. Pero era inútil. Y sin previo aviso, una voz proveniente y bien oculta en un rincón oscuro de la habitación me dijo:

-Es inútil... tu- el hombre yacía sin sus dos piernas. Era una escena horrible de ver. Estaba pálido de la cara. Esta al borde de la muerte- no debiste entrar a ese callejón... debiste huir- con dificultad hablaba el hombre de pelo blanquecino.

-Pero... !¿por qué estamos aquí?¡- le cuestione desesperada.

Aquel hombre que muy y apenas se aferraba a la vida rio dolorosamente.

-Te conviene no saber nada. Él sólo me quería a mi. El que tu estés aquí es sólo una cruel casualidad.

-Pero...

-Shhhh... silencio. Él ya viene.

Entonces los pasos afuera comenzaron a sonar más fuerte. Él venía y eso me hizo someterme al miedo.

-Rápido, haste la dormida. No sé qué piense hacer él contigo pero será mejor que no sepas nada de lo que está pasando ¡anda, haste la dormida!

Con temor y confusión me acomode de espaldas y fije mi vista hacia la pared. Cerré fuerte mis ojos. Entonces escuche la puerta abrirse. Apenas y podía contener mi respiración. Y escuche una voz, una gruesa voz de hombre.

-Muy bien, Polnareff ¿Me dirás quiénes son tus aliados?

-¿Que-qué te hace pensar qué te lo diría?- contestó el hombre al borde de la muerte.

-Oh, Polnareff. La gente madura cuando es capaz de superar su debilidad. No seas negligente, estas al borde de la muerte. Si me dices tan siquiera un nombre acabaré con tu sufrimiento de una forma rápida para que no mueras de una forma patética.

Sin duda era alguien amenazante, me había metido en un gran problema. Sólo quería estar en casa con mamá. Tapaba mi boca para no dejar escapar quejidos.

-¿Madurez? Mira quién lo dice, alguien maduro es aquel que es capaz de enfrentar los problemas de frente. Pero tu, Sólo eres un sucio y enfermo hombre que se refugia en las sombras. No eres nada ¡Diavolo!

No sé que estaba pasando pero, sin duda este era el hombre que escuche gritar del dolor en aquel callejón. Ellos se conocían,pero ¿en verdad estaban el bueno y el malo en esta situación? No sabía el contexto de esta situación.

Entonces el hombre de rostro desconocido para mi rio al escuchar esas palabras.

-Tienes razón, Polnareff.  Tienes toda la razón, es verdad. Me refugio en las sombras, dirás que soy un enfermo y sucio hombre... Pero, cuando alguien se pone en mi camino no dudo en quitarlo de el de cara a cara. Es por eso que me pongo enfrente de ti, Polnareff. Dime ¿cuál es tu contacto? Si no me dices esta pequeña chica que traje conmigo sufrirá tu hostilidad.

Oh no, él se refería a mi. Mi destino terminaría tal y como pensé.

-Maldito... deja a esa chica fuera de esto ¡¿por qué?! Ella no se puso en tu camino, déjala ir.

-Mírate, Polnareff. Estas desesperado, sé mucho de ti. Paste algunos días en un viaje a Egipto, justo donde yo encontré las flechas de stand. Fue para vengar la muerte de tu hermana, dime algo ¿no crees que tu hermana y esta joven se parecen?

DiavoloXReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora