Capítulo 01 | Camino a una nueva vida

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Someone you loved - Lewis Capaldi

—¿Estás muerta? Más te vale que estés muerta

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—¿Estás muerta? Más te vale que estés muerta. —gruñe Giovanna mientras se adentra en mi habitación con un moño desordenado y ropa deportiva—. Me mandaste un texto diciendo que había una alerta roja. ¿Que sucede?

Doy una mirada hacia el cuadernillo que se encuentra recargado en mi mesita de noche indicándole que lo observe y ella se aproxima a tomarlo. Se tira de espaldas en mi cama y comienza a revisarlo minuciosamente.

—Virgil —Lee por lo bajo—. ¿No es ese el nombre de tu madre? —inquiere confundida, a lo que yo respondo solo asintiendo con la cabeza.

—Es su diario.

Giovanna forma una "O" gigante con la boca mostrándose sorprendida. Posteriormente en su cara se forma una mirada pícara y exclama emocionada—: ¡Hay que leerlo!

—No deberíamoso... Sería un completo abuso a su privacidad.

—Vamos, Taiis. ¿No te gustaría saber si tu madre tuvo su época descontrolada? —dice a risas mientras hace un extraño baile de cejas que me provoca un mal sabor de boca.

Me quedo pensando por un par de segundos y un extraño escalofrío recorre todo mi cuerpo—. Es lo que más me preocupa —respondo haciendo un gesto de asco.

Giovanna hace un mohín y dice con un tono infantil en modo de berrinche—: Solo leamos la primera página. ¿Vale? Solo una.

Ruedo los ojos—: ¿Eso hará que te calles? —Ella asiente emocionada—. Esta bien.

Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar

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Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar. Es cómo una pena que te vacía por dentro y te deja pensando en todo y en nada a la vez, como si ya no fueras vos, como si te hubieran robado una parte del alma.

Bueno, así me sentía yo.

Sentada en el banco de aquel parque llevé mis piernas hacia mi pecho y escondí la mirada entre el espacio que quedaba entre mis rodillas y mi torso, por más que lo intentaba, no podía dejar de llorar, me sentía completamente destruida. Cerré mis ojos con fuerza mientras que lágrimas fugaces escurrían por mis mejillas.

Tres años.

Le di tres malditos años de mi vida, y él terminó con lo nuestro en cuestión de segundos, sin siquiera mostrarse intranquilo ante sus palabras, casi como si lo hubiera ensayado miles de veces. Esto conllevó a la pérdida inmediata de todo impulso motivacional en mi. No me importaba nada, ni siquiera el hecho de que todos me miraban con lástima, y no los culpo, una chica sentada completamente sola en una banca del parque durante un día soleado sollozando sin parar. Lo único que pasaba por mi cabeza eran cuatro palabras, las cuatro palabras con las que Jacco de Luca había acuchillado mi corazón y lo había dejado tirado para que se descompusiera.

Me estaba ahogando con mis lágrimas, sentía como si me hubieran roto una costilla, no se veía, pero me dolía cada vez que respiraba. Hasta que llegó ese momento en que deje de sentir dolor, perdí la esperanza de que Jacco regresaría y se arrepintiría de aquella decisión diciendo que fue algo precipitado, deje de esperar a que dijera que aún me amaba.

Limpié mis lágrimas y sorbí mocos por última vez.

Tomé mi mochila del pasto y le di un par de golpecitos para limpiar la tierra que se había quedado adherida a ella, me levanté de aquel banco, y fue en ese preciso momento cuando decidí que nunca volvería a dejar que nadie me lastimara de nuevo. Una nueva yo estaba en camino.

Aquel día infausto, murió esa parte de mí que aguantaba cualquier cosa con tal de no perder a alguien. No volvería a dejar de lado todos mis principios por un hombre jamás.

Cuando alzo la mirada me encuentro con una Giovanna acomodada pecho tierra sobre mi cama y con sus brazos y manos formando una "V" mientras sostienen su cabeza que me observa fijamente

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Cuando alzo la mirada me encuentro con una Giovanna acomodada pecho tierra sobre mi cama y con sus brazos y manos formando una "V" mientras sostienen su cabeza que me observa fijamente.

Nos miramos en silencio por un par de segundos, hasta que Giovanna grita con desesperación—. ¡Continúa! —Cambio de página con emoción y  dispuesta a seguir aquella acertada orden que da mi amiga.

Toc toc.

Al mismo tiempo, ambas volteamos a ver hacia la puerta con miedo. Me levanto a velocidad y en un movimiento rápido aviento el diario debajo de la cama y me tiro al lado de Giovanna para disimular —de una manera terrible— la situación. Justo como un niño pequeño disimula cuando hace una travesura y obviamente será descubierto.

—Pasen.

Observamos la puerta abrirse lentamente para posteriormente encontrarnos con los ojos marrones de Thiago. Giovanna y yo damos un resoplido mostrando alivio—. Solo eres tú.

—¿Que estaban haciendo? —Nos mira confundido.

—N-nada —responde Giovanna nerviosa—. ¿Te cortaste el cabello? Porque se te ve muy bien.

Thiago abre la boca para decir algo, pero se arrepiente y bufa—. Dice mamá que bajen a comer.

Antes de que respondamos, se apresura a cerrar la puerta. Giovanna se da media vuelta para quedar viendo hacia el techo y acomoda las manos sobre su estómago con una sonrisa en la boca—. ¿No es un sueño?

—Es mi hermano, y es asqueroso —Ríe. Me levanto de la cama en un movimiento rápido y le extiendo mi mano a Giovanna—. Vamos, mis papás esperan abajo.

Estragos de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora