Me encontraba sentada en aquel pasillo blanco, impoluto, tanto que hasta asustaba, digamos que nunca he sido fan de los hospitales.
¿Qué porque estoy en un hospital?
No tranquilos a mi hermana no le ha pasado nada. Digamos que el camino a la escuela no terminó muy bien para Bob.¿Os acordáis de el? Porque el sí que se acuerda de nosotras.
Bueno mejor os pongo en situación, empecemos por el principio.Después de que Bob aceptara a llevarnos en su coche, decidió ponernos unas normas antes de poder montarnos.
—Primero, prohibido y repito PROHIBIDO comer en mi coche — Dijo mirando mi paquete de patatas a medio terminar.
—Segundo, no se toca la radio, tercero, no se tocan las ventanillas, cuarta, no habléis, gesticuléis o emitáis sonidos molestos— Se podía apreciar cómo se le hinchaba la vena de la frente mientras iba sacando dedos para enumerar las normas.—Venga Bobby que nos ha quedado claro, vámonos ya — Dije subiéndome a su coche.
—Quinta norma, prohibido llamarme Bobby — Dijo a través de la puerta cerrada.
Mientras avanzábamos en nuestro caminó surgieron varios factores que alteraron un poco el pequeño corazoncito de nuestro amigo el policía. Como el hecho de que en un bache se desparramaran por el coche todas las patatas de mi bolsa abierta, que Alex sacara la cabeza por la ventanilla gritando cuando veía un edificio que le gustaba, que sonara una canción que nos gustara y subiéramos el volumen a tope, esos detallitos colmaron la paciencia del policía.
Fue extraño, entre gritos por parte de ambos, se empezó a poner morado, los ojos se le pusieron en blanco y tiritaba, al llevarse las manos al pecho el coche comenzó a ir loco y se estrelló con unos contenedores.
Por suerte no pasó nada grave, pero él no paraba de decir ambulancia, ambulancia...
—Ambulancia...
—Jazz, nos lo hemos cargado ¿Qué hacemos? — Alex parecía al borde de un ataque de pánico.
—Bob, se encuentra bien, dígame ¿qué le pasa? — Por dentro rezaba porque me respondiera y no la hubiera palmado.
—Tengo un cuenta pasos — Dijo con la voz temblorosa.
—Que cojones tiene que ver eso ahora, tía este está delirando ya — Dije bastante nerviosa ya.
—Que no Jazz, que eso es un chisme del corazón para los viejos, que le ha petado la patata.
—Vale vamos a llevarlo al hospital, vamos a moverlo al asiento de atrás, yo conduzco.
—Jazz no tienes carnet todavía.
—¿Y tú lo tienes?
—No, pero...
—Ni peros ni peras o hacemos algo o se nos muere aquí.
El policía que parecía lo suficiente consciente para escuchar la conversación empezó a negar frenéticamente con la cabeza —Ambulancia... ambulancia... — Repetía.
—Que no hombre, tu confía en nosotras, verás que llegamos en un momentito de nada. Alex ponte delante conmigo y pon el GPS.
Quiero ahorraros el viajecito en coche, porque no sería buen ejemplo para vosotros, pero un consejito, en estos casos de vida o muerte, se acorta rápido por contra mano.
Y aquí nos encontramos, sentadas en la sala de espera, sin saber si Bob se encuentra bien.
Unos veinte minutos después sale el que supuse que sería el médico.
—Familiares de Bob Walker.
—Nosotras — Levantó la mano Alex.
—¿Y vosotras sois? — Dijo mientras intentaba buscar algún parecido entre los tres.
—Sus sobrinas lejanas, nuestro tío vino a recogernos al aeropuerto cuando se empezó a sentir mal y lo acompañamos hasta aquí — Deberían darme un Óscar por mi maravillosa actuación.
—Vuestro tío se encuentra bien, se ha estabilizado y solo necesita reposo, así que pasara la noche aquí para que este controlado — Nos explicó el médico.
—Vale, entonces nos podemos ir ya a casa, ya sabe el jet lag y todo eso... — Dijo Alex tirando de mi brazo.
—Si claro ¿pero no quieren avisar a nadie para que le haga compañía? — Nos dijo elevando la voz por nuestra intencionada huida.
—Encargarse usted de eso, seguro que lo hará genial — Grito Alex a mitad de pasillo.
—Pero si tú no tienes jet lag — Le dije a Alex susurrando.
—Ya, pero son las siete de la mañana ya, y por lo que he visto en el GPS nos queda una buena caminata hasta la residencia de estudiantes, y primero tenemos que pasar por la escuela a dejar la matrícula, todo esto cargando con maletas y cajas, así que mueve el culo hermanita — Se le notaba un poquito estresada, digamos que odia no tenerlo todo controlado, le encanta hacer listas, tener un horario y a mí un poco menos, no es que me dé igual, pero paso un poco más.
Caminábamos hacia la puerta cuando a mis espaldas gritan —Alex, Jazz — me gire para ver quién nos llamó, pero al ir caminando choque contra una pared, o eso creía yo.
—Lo siento, no te he visto ¿estás bien? — Dijo la pared.
—Podrías mirar por donde vas inútil — Dije enfadada, mirando hacia arriba para verle la cara. ME CAGO EN LA PUTA. Era alto de cojones y el tripe o más bien cuádruple que yo, normal que la que acabara en el suelo fuera yo, con semejante bicho.
Aunque mirándolo bien no estaba para nada mal, alto, fuerte, rubio, ojos azules... ¿Sigo? O ¿ya lo vais pillando?
Y encima se había disculpado, no estaba mal, aunque pensándolo bien tenía que ser un alien, tíos así no existen.—Ostia hermanita, vaya hostia te has pegado — Dijo Alex riéndose, espera un momento, Alex no tiene la voz tan grabe, esa voz me suena, no puede ser, me giro hacia la voz y sí, sí que puede ser.
—¡Bart! — Grito levantándome de un tirón, ignorando la mano extendida del alien, el cual nos mira confundidos.
Salto sobre él, y me coge en peso riendo, Alex se une a nosotros en el abrazo y permanecemos así por unos minutos.
Cuando me baja y miro hacia atrás el alien ha desaparecido.
—Por favor una fregona, mi hermana esta babeando por un tío cachas — Se burla Bart revolviéndome el pelo.
—Calla imbécil, quiero bebes alienígenas de él — Dije riendo.
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Discordia
Novela Juvenil-Tu nombre ahora - No sabía por que pero me sonaba de algo, a este chico ya lo he visto yo antes. -Parece que se ha quedado pillada - Se río uno sus amigos a su lado. Normal en esta situación también me reiría. -Jazz ¿Qué cojones a pasado? - Creo qu...