Derecho a una llamada.

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Pare el coche en mitad de la carretera.

- Connor dime que hago - le dije muy nerviosa.

Connor no respondió, se limitó a hundirse más en su asiento.

- ¿Qué pasa? - pregunto mi hermana adormilada detrás.

-Tenemos enfrente un control Alex- dije como si no fuera obvio la patrulla delante nuestra - y te recuerdo que la que va al volante soy yo.

-Hostias Jazz ¿Y qué hacemos? - pregunto Nate el cual se acababa de despertar también.

-Chicos, el policía se está acercando- nos informó Connor.

En un acto de pánico empecé a ir marcha atrás.

- ¿Mierda jazz que haces? -dijo Nate alterado.

- ¿Darse la fuga ¿no lo ves cariño? - comento Connor alucinado.

Con la vista fija en el policía, vi como este se llevaba la mano a la cintura en busca de su arma. Es momento de que pares y aceptes las consecuencias, me hablo mi conciencia. Pero si nunca le había hecho caso por que iba a empezar a hacerlo ahora. A medida que apretaba más el acelerador el policía aumentaba el ritmo intentando alcanzar el coche, pero fue inútil su intento al yo dar un volantazo haciendo que el coche tomara otra salida.

- ¿Qué hago ahora? Somos fugitivos – dije mirando horrorizada a mis compañeros.

- Yo no quiero ir a la cárcel – dijo mi hermana a punto de un ataque de pánico.

- Bueno, seamos positivos, por lo menos no nos han cogido – dijo Nate intentado calmar un poco la situación.

En ese instante un coche de la policía se atravesó en mitad de la carretera impidiéndonos el paso. Provocando que frenara en seco.

-Ahora si que la hemos cagado – dije más para mi misma que para que me escucharan los demás.

Connor a mi lado estallo de la risa, pero no era una risa normal, era una nerviosa.

-Veras la cara de mi madre cuando le cuente que solo llevo una semana aquí y ya me han arrestado – dijo Connor imaginándose la situación.

- Por favor, le hablamos al conductor del coche, saque las llaves del contacto y saque las dos manos por la ventanilla – dijo el policía desde el coche por los altavoces de este.

Por un momento me plantee las posibilidades de volver a salir marcha atrás sin que nos dispararan, pero otro coche patrulla se estaciono detrás bloqueándonos la salida.

Hice lo que me pidió el policía y una vez con las manos fuera tiré las llaves del coche lejos como me pidieron. Un policía se acerco al coche y abrió mi puerta.

-Salga del vehículo por favor – pidió lo más amable que pudo.

Salí con las manos en alto y una vez estuve fuera me cogió las manos colocándomelas en la espalda y esposándomelas. Mi hermana me miraba anonadada desde dentro del coche.

Me llevo hasta el coche de policía aparcado delante y me metieron en la parte trasera de este, y desde allí vi como realizaron el mismo procedimiento con mis tres acompañantes.

Una vez en comisaria nos quitaron todas nuestras pertenecías y nos tomaron los datos y las huellas, ahí fue el momento en el que descubrieron que no tenía carnet de conducir y que el coche estaba a nombre de Connor. Nos metieron en una celda a los cuatro y nos informaron que no saldríamos hasta que pagaran nuestra fianza, ya que teníamos cargos por conducción temeraria sin carnet y bajo los efectos del alcohol, nos informaron también de nuestro derecho a realizar una llamada cada uno.

-Yo no puedo llamar a mis padres, me obligarían a volver a casa – dijo Nate a punto de llorar.

- Yo tampoco puedo llamar a mi padre, se volvería loco y me quitaría el coche – dijo Connor.

- Y si llamamos a Bart – sugirió Alex mirándome como si esa fuera nuestra única opción, y así era, no habían llamado a la jefa porque éramos mayores de edad, pero no teníamos a nadie más aquí en Nueva York que nos sacara de este lío.

Pedí realizar la llamada, rezando por que el bobo de mi hermano no se hubiera ido a dormir con el móvil en silencio, aunque eran ya cerca de las ocho de la mañana y pronto se levantaría para ir a entrenar. Por que si, mi hermano era por así decirlo una estrella del rugby.

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

- ¿Diga? – Sonó la voz de mi hermano al otro lado de la línea.

- Bart soy yo Alex nos ... - empecé a decir, pero me corto.

- ¿Por qué me llamas desde esta línea? ¿Qué ha pasado con tu móvil? Ya te lo han robado, mira que os dije que tuvierais cuidado aquí, que hay mucho vandalismo y mucho sinvergüenza que se salta la ley – je si tu supieras hermanito lo que te voy a contar ahora.

- Veras, hablando de ley y vandalismo, jejeje, estoy con Alex aquí, en comisaria, nos han arrestado por conducir borrachas... - dije bajando el tono de mi voz con culpa en ella.

Al otro lado de la línea de hizo el silencio.

- ¿Bart? – mi hermano estallo en risas, no paraba de reírse y mi cara reflejaba perfectamente que no comprendía nada de lo que pasaba.

- No me puedo creer que os hayan arrestado, veras cuando mama se entere os va a matar, no lleváis aquí ni dos días enanas – decía a la vez que seguía riéndose a nuestra costa. Espera un momento, a dicho cuando mama se entere, a no, eso si que no, mama no puede enterarse, porque se plantaría aquí en menos de un día y se nos caería el pelo.

- No no no, eso sí que no Bart, mama no puede enterarse, te enteras, por que si no se enterara que esa vez que fui a dormir a casa de Elena el verano pasado, en realidad estaba contigo en el hospital, mientras a ti te hacían un lavado de estómago por intoxicación alcohólica – le amenace.

- Bueno y que se supone que tengo que hacer por vosotras pequeña chantajista – pregunto con cierto recelo en su voz. Jaque mate vida.

- Pues tienes que venir y pagar la fianza, te prometo que luego te devuelvo el dinero, pero no me dejan sacarlo a mí, por estar arrestada y por que tienen mis pertenecías. Yo luego te hago una transferencia venga.

- Esta bien enana, estoy allí en media hora.

Me volvieron a meter en la celda y les di la noticia de que mi hermano venía a salvarnos el culo. Eran ya casi las nueve cuando el cambio de turno entre los agentes se llevo a cabo, y de verdad que el destino ha decidido que no levantemos cabeza, a que si, ¿a que ya sabéis que viene ahora?, os podéis imaginar quien entro por esa puerta verdad, así es.

-Hola Bobby – dije cariñosamente al pobre policía que casi se nos muere una vez.

No sabía si su cara reflejaba miedo o simplemente era así de blanca, pero por cómo nos miraba creo que no estaba muy feliz de vernos de nuevo.

- ¿Las conoces? – pregunto su compañero.

- Fueron las que me provocaron el infarto – dijo entre dientes.

- Eso es mentira, nosotras no le provocamos nada, es más, mi hermana le salvo la vida llevándolo al hospital – me gire rápidamente a taparle la boca, lo que me faltaba es que me acusaran por reincidencia de conducir otra vez sin carnet.

- No sé por qué, pero no me extraña veros ahí metidas, pero por simple curiosidad – dijo acercándose a esta y apoyándose - ¿Qué hacéis ahí metidas chicas?

Luego de contarle la larga historia, el policía se empezó a reír, no podía creer que todo nos saliera tan mal y que fuéramos tan desastre, creo que empezábamos a caerle bien.

-Y aunque esto no significa que seamos amigos, gracias por llevarme al hospital y no dejarme morir – dijo intentando ocultar la media sonrisa que amenazaba con asomar.

Una vez llego mi hermano y realizo todos los tramites necesarios, nos devolvieron nuestras pertenecía y tras una charla sobre ser civilizados nos dejaron libres.

-Ey no quiero volver a veros por aquí – nos amenazo Bob con cara de pocos amigos, pero en el fondo sé que lo decía por nuestro bien.

DiscordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora