Te amo

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Se alejaron del Fiodor y entraron en un valle más allá de las montañas. La caminata hizo poco para calmar los nervios de Mérida. Este sería un momento emotivo para Elsa. Apenas hablaba de sus padres, y cuando lo hacía fruncia el ceño y arrugaba la frente.

Mérida podía ver por qué a sus padres les habían dado lápidas en las llanuras onduladas. La hierba imitaba el mar cuando el viento soplaba a través de él. Las grandes losas de roca destacaban claramente en la cima de una colina. Siguió a Elsa hacia ellos, que le devolvió la mirada y le sonrió nerviosamente. Mérida aceleró su paso y atrapó la mano de Elsa, apretándola cariñosamente.

"¿Están enterrados allá arriba?" preguntó ella, señalando con la cabeza hacia las lápidas.

Elsa sacudió la cabeza. "Se perdieron en el mar. Las lápidas honran su memoria".

Mérida hizo una mueca internamente. Por supuesto que no habría cuerpos. "De todos modos, son lápidas hermosas".

Elsa dejó escapar una pequeña risa. "No sos muy buena en todo esto de conocer a los padres, ¿verdad?"

Mérida le apretó la mano. "No me ves corriendo, ¿verdad?" ella preguntó. Subieron la colina y se detuvieron frente a las lápidas. Se erguían más altos que Mérida, las runas talladas en la superficie rocosa para resistir los elementos. El viento las golpeo , y Mérida se estremeció, sintiendo que comenzaba a sentir el frío de la tarde. Elsa tiró de Mérida más cerca de ella, y Mérida agradeció el calor adicional.

"Casi me siento tonta por traerte aquí", admitió Elsa.

Mérida envolvió su brazo alrededor de la cintura de Elsa. "No es tonto, amor".

"No pude volver a venir aquí sola". Elsa miró las lápidas como si estuviera viendo a través de ellas. "Anna vino conmigo la primera vez, después de que tuve el control".

"¿Cómo te sientes ahora?" Mérida preguntó.

"Triste." Elsa se inclinó hacia Mérida. "Desearía que te hubieran conocido. Mi padre te hubiera amado".

"¿Y tu madre?" .

"Ella se habría resistido al principio, pero seguro te aceptaba una vez que te conociera".

Mérida levantó la vista para ver una lágrima comenzar a rodar por la mejilla de Elsa. "Amor, ¿qué pasa?"

"Nunca fui a su funeral".

"Elsa ..."

"No podía controlarme lo suficiente como para ir a su funeral. Estaba tan enojada conmigo misma, tanto que no pude estar ahí para Anna, para nuestra gente. Me digo que no es mi culpa. No lo es-"

"No es tu culpa Elsa, por favor." Mérida la acercó y la abrazó con fuerza. Se quedaron así por un largo tiempo, dejando que el viento corriera sobre ellas. Escuchó a Elsa suspirar, así que Mérida le frotó la espalda. Recordó el pánico que experimentó cuando casi pierde a su madre. Hasta había levantado una espada contra su padre para detenerlo.

Cuando Elsa finalmente se apartó, sus ojos estaban rojos y llorosos. Mérida levantó el pulgar y limpió una lágrima perdida. Elsa le sonrió. "Sos increíble, sabes".

Descongelando sentimientos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora