¿Matrimonio?

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"¿Y si asumis algunos de mis deberes?" Preguntó Elsa. Ella y Mérida habían hablado toda la noche sobre diferentes planes. Tenían que pasar menos tiempo juntas. Encontrar equilibrio entre parecer amigas y no parecer novias era una línea muy fina.

"¿Eso no enojaría a la gente?" Mérida respondió.

"Siempre puedes, no sé, 'ayudar' a Anna con algunas tareas diarias como escuchar a la gente del pueblo con sus disputas. Eso me liberaría para ponerme al día con las negociaciones comerciales y la elaboración de leyes". Elsa se frotó la barbilla pensativamente, pero Mérida gimió y sacudió la cabeza.

"Mm suena genial, pero no soy de aquí. No sé si la gente respetaría lo que digo". Mérida suspiró y colocó su cabeza en sus manos. Su historia de amor se había vuelto repentinamente muy complicada. Si pudieran ser como cualquier otra pareja, tal vez el reino de Elsa la dejaría ayudar como debería.

"Bueno, podría dejar en claro que Anna finalmente tiene la última palabra, pero que se te permite hacer recomendaciones". El corazón de la idea de Elsa se basaba en que pasaran como solo amigas. La idea hizo que Mérida se sintiera incómoda.

"¿Crees que tu consejo lo aprobará?"

"Soy la reina. No necesito su permiso para esto". Elsa cambió a frotar el lado de su cara en su lugar. Antes de esto, había pasado la mayor parte del día desarmando una pluma mientras hablaban.

"Bueno, alteza, te has manchado de tinta toda la barbilla". Mérida sonrió.

"¿Qué?" Elsa se apresuró a limpiarse. 

"Me estaba burlando de ti." Envolvió sus brazos alrededor de Elsa, quien todavía buscaba frenéticamente marcas en su rostro.

Elsa finalmente se apartó del espejo. "Eso no estuvo bien".

Mérida sonrió y se inclinó para besarla. "Podría ser persuadida de ser muy amable contigo".

Elsa vaciló. "No estoy segura de que sea una buena idea".

"¿Qué?" Mérida dejó caer los brazos a su lado. "¿Quieres decir que no podemos ... en absoluto?"

"Creo que quizás por un tiempo deberíamos tener cierta distancia, hasta que los rumores se calmen".

"¿Incluso si estamos en una habitación? ¿Solas?" Mérida hizo un gesto hacia la habitación vacía donde se encontraban. "Podrían pensar que hemos estado haciendo cualquier cosa aquí".

Los ojos de Elsa se abrieron. "¡Tienes razón!"

Mérida se quejó y sacudió la cabeza. "No, ese no es el punto. El punto es que estamos solas, y no debería importarnos lo que la gente pueda pensar mientras estamos a puerta cerrada. Elsa, habrá rumores sin importar qué. Eso es lo que sucede siempre. Estamos tratando de encontrar una manera de que dejen de quejarse de eso al ponerte al día con tus deberes ".

Elsa se pasó una mano por el pelo. La tensión pareció caer de sus hombros por un momento, pero cuando se encontró con la mirada de Mérida, las lágrimas brillaron en sus ojos. "Tengo miedo, Mérida. No quiero perderte".

"No me perderás", dijo. Ahuecó la mejilla de Elsa y pasó el pulgar sobre su piel. "Cálmate. El pánico no nos ayudará en este momento".

Descongelando sentimientos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora