Capítulo 12

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Gabriel estaba tomando su café de la mañana cuando sonó su celular. La cocina bullía de actividad. Renato estaba haciendo su desayuno, los gemelos iban y venían de la heladera. Las mayores estaban todavía peleando por el baño.

—Sí, ¡hola, Juan! —dijo Gabriel, tomando su café y su teléfono—. ¿Venís de camino? Tenés que estar en la oficina a las nueve.

—Disculpa, Gabi tendrás que hacerlo vos. —Juan sonaba exhausto y los primeros pensamientos de Gabriel fueron más del caso Daniel Izarraga. Salió de la cocina y se dirigió a la esquina más alejada de la sala de estar para tener algo de privacidad

—. Tenemos un acuerdo sobre ese tipo…

Juan le cortó.

—Angela apareció por aquí a eso de la medianoche —dijo Juan con frialdad—. Fue a hablar con Agustín.

Gabriel se detuvo en seco.

—¿Qué?

—Aparentemente él cojió a un viejo novio hace unas semanas. Reivindica que fue algo de una vez, pero Angela ya no cree sus mentiras. —Juan estaba susurrando ahora y Gabriel oyó una puerta abrirse y cerrarse—. Condujo hasta aquí y... mierda, no dormí, Julián no durmió. Es un desastre.

Por un lado todo tenía sentido, dado el comportamiento de Agustín, pero Gabriel no podía reconciliar a este hombre, tan protector y amoroso y devoto con su esposa y su hija, engañándola. La ira comenzó a hervir en su interior.

—Mierda —juró.

Pasos detrás de él le hicieron volverse. Renato estaba allí, parecía confundido.
Gabriel levantó un dedo y luego volvió a Juan.

—¿Así que no pódes ir hoy?

—Soy un peligro en la calle, y, francamente, alguien tiene que estar cerca para cuidar a la nena porque Julián tienes sus manos ocupadas con Angela.

Gabriel soltó un suspiro.

—Está bien, se me ocurrirá algo.

—Lo siento.

—No, no es nada que en lo que puedas ayudar. Dale a Angela todo mi amor, ¿sí?

—Sí. Te llamaré más tarde.

Gabriel desconectó la llamada y arrojó su teléfono a través de la sala, al sillón.

—¿Qué pasa?

Suspirando, Gabriel se giró a Renato.

—Angela dejó a Agustín. Al parecer, había alguien más.

Su novio lo miró de la misma manera en la que se sentía, sorprendido y un poco enfermo.

—La puta madre. Nunca espere que fuera del tipo...

Gabriel se encogió de hombros.

—Nadie esperaba esto. Y ahora Juan no puede ir hoy a la inspección o la reunión de la tarde. Mierda. —Se suponía que debía trabajar desde casa hoy y su socio estaría atendiendo a las citas en la ciudad. Los niños tenían cosas que hacer después de la escuela—. Tengo que ir a la capital.

—No podés.

Las palabras dejaron a Gabriel frío.

—¿Qué?

—Bruno tiene futbol y las chicas, hockey a la tarde —Renato miró su reloj—. Voy retrasado.

—¿Vas retrasado? ¿Para una reunión de la comunidad por los parquímetros o algo así? —Gabriel se rompió.

#4 V&T Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora