009.

330 55 54
                                    

[MINI MARATÓN 2/3]





Mingi estaba sentado en la punta de su balcón como cada noche, simplemente estaba allí esperando al dulce pelirrojo salir a componer sus canciones. No lo admitiría pero realmente nunca se cansaría de verle, como la luna iluminaba su rostro envolviéndole en pinceladas cálidas de tonos azulados, su nariz tan fina y completamente perfecta con el resto de su cuerpo.

Cada cosa que pensaba con respecto al pelirrojo le hacía suspirar como un niño al ver una montaña de helado. Aunque, él también hacía eso al ver una montaña de helado pero no era el caso.

Realmente intentó hablarlo con alguien, se había acercado a su pequeño perrito Wooyoungie pero este le ladró e incluso intentó morderle, su perrito siempre hacía lo mismo, buscaba atacarle y le trataba lindo simplemente para que le diese comida, sin embargo, aquello no quitaba el hecho de que el pequeño perro de castaños cabellos le era fiel y cuidaba de otros bandidos.

En cambio, pudo hablarlo con más seriedad y sin mordiscos de por medio con su gatito Sanie, era un gato de rubios cabellos casi blanquecinos, era muy atento para con él y además ¡daba muy buenos consejos! Lo último que recuerda haber escuchado de su hermosa boquita fue un: ''Haz lo que tu corazón crea que sea correcto, pero deja atrás tus malas costumbres Mingi''.

Mingi sabía a lo que se refería, pero su gato tenía una gran parecido a su madre, por lo mismo le ignoraba, le protegía igual que ella y ¿Qué caso tenía seguir llorándole? Por lo mismo se alejaba mucho de su gatito aunque este le maullara exigiendo su presencia.

Moviendo su cabeza de lado a lado pudo ver finalmente al pelirrojo fantasmita estando en el otro lado del balcón, era tan hermoso, incluso mucho más que cualquier otro en la vecindad, podía jurar que era lo más hermoso que sus ojitos pudieron apreciar.

El pelirrojo había comenzado a escribir con una rara pluma de cebras, sobre él había un unicornio que soltaba... ¿caca multicolor? sobre su cabeza, tal vez esa era toda la gran inspiración que mantenía su hyung fantasma al escribir.

Oh... Realmente era sorprendente, todo era tan hermoso, ¿por qué habían tantos colores a su alrededor?

Cuando el pelirrojo notó su presencia se acercó a él para dejar diversas caricias sobre su cabeza, aún seguía al borde del balcón. Mingi había respondido tan bien a sus mimos y todo había mejorado incluso diez veces más de ser posible cuando este posó sus labios sobre los suyos en un frágil y dulce beso.

Todo era relativamente perfecto hasta que simplemente desapareció, de un momento a otro no había un unicornio encima de la cabeza del fantasmita, tampoco estaba su perrito y mucho menos su gatito.

Los colores se habían esfumado tan rápido como la dulce sensación sobre sus labios.

Estaba solo nuevamente rodeado de blancas paredes.

No...

Las detestaba.

¿Por qué habría sus ojos ahora? ¿Ya no estaban abiertos desde antes?

¿Por qué había tanta luz? ¿Por qué todo dolía si hace un momento se sentía perfecto? ¿Por qué tenía tantos aparatos conectados a él?

¿Por qué su fantasmita rojizo no estaba consigo como soñó?

Fue allí cuando su mente tomó conciencia total... Todo había sido un sueño.

Un torpe sueño de niños infantes.

Between Balconies  ⌘  [𝐇𝐨𝐧𝐠M𝐢n]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora