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Mingi solo podía respirar profundo de a poco, incluso así sentía que sus costillas iban a romperse pero no tenía otra opción que mantenerse así, en definitiva no tenía ninguna intención de levantarse, había golpeado un poco su cabeza y estaba algo mareado, de ser posible dormiría allí, no tenía fuerzas para nada más.

Se sentía un poco arrepentido por lo que había hecho, definitivamente debía prestar más atención cada que sus mayores le aconsejaban pensar antes de actuar, pero aquello había sido un impulso, se sentía lo suficientemente bien como para levantarse, sentía que podía hacer algo por sí mismo después de tanto tiempo.

Pero claro que no podía, aún dependía de la ayuda de alguien más para siquiera mantenerse por su cuenta, lo detestaba, pero no tenía más opciones.

Como pudo cruzó sus brazos por sobre su pecho en un intento por querer abrazarse a sí mismo, pero no servía de nada, no tenía la fuerza suficiente para abrazarse y aunque la tuviera, probablemente terminaría lastimandose a sí mismo. Sin embargo, quería sentirse menos solo estando allí.

No le importaba el dolor aunque sintiera algunas lágrimas caer por sus mejillas, después de todo, el dolor seguiría en él aunque sus heridas sanasen. Era absurdo, pero Mingi creía que su lenta recuperación no era exactamente por su estado físico.

Mingi pensaba muchas cosas aquellos días, le era fácil perdonar porque no tenía nada más que hacer, odiaba el hecho de no poder hacer algo como su hyung quien escribía y parecía amar aquello, o como San que hacía diferente tipo de ediciones en su teléfono o incluso como Seonghwa a quien parecía divertirle el hacer compras por internet o solo cantaba en su tiempo libre.

Fue entonces cuanto entró en cuenta que, él no tenía nada especial. Mingi jamás hizo algo que no fuese estudiar cuando le correspondía... Una vez más se sintió estúpido por el simple hecho de ser él mismo, no hacía nada más que volver su vida trizas con una monotonía constante de cosas estúpidas.

Pero no tenía caso reclamarse eso ahora, no cuando sentía en su cabeza un dolor punzante el cual no tenía intención alguna de parar.

Mingi respiró una vez más siseando un poco al final cuando sintió su pecho doler, sus piernas solo quedaron extendidas por el frío piso de madera, sus párpados comenzaban a pesar un poco y él no tenía fuerzas ni ganas de batallar contra ellos. No sentía sueño, pero sí su cuerpo cansado como si una maratón fuese corrido, así que solo se quedó allí con sus brazos sobre el pecho y ambos ojos cerrados lidiando con el agudo dolor en su cabeza.

Todo estaría bien.

Claro que lo estaría.

Y pudo confirmarlo cuando sintió un par de manos pequeñas tomar ambos lados de su rostro para inspeccionarle. Estaba siendo bombardeado por una serie de preguntas que no respondería a fin de cuentas por el hecho de que el siquiera pensar en hablar le hacía doler alguna parte de su cuerpo.

Solo abrió sus ojos mínimamente encontrándose con los orbes contrarios que seguían estando brillosos como lo esperó.

Entonces la luna no era la responsable de ello, era su hyung irradiando luz.

Cuando sus ojos se encontraron Mingi no hizo más que sonreír mínimamente recibiendo la misma pequeña sonrisa de vuelta además de caricias cortas sobre sus mejillas. Podía decir que era justo lo que necesitaba, no insultos ni gritos, solo una pequeña muestra de cariño que le recordase que también existía y que valía la pena seguir si alguien tenía un mínimo de aprecio por él.

Mingi no estaba solo, jamás lo estuvo...

- Estás bien -susurraron suavemente para él.- Estoy aquí, estás bien, ¿sí?

Between Balconies  ⌘  [𝐇𝐨𝐧𝐠M𝐢n]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora