Mingi no tenía realmente claro el rumbo por el cual iba su vida con el pasar de los días, todo se había vuelto todo tan monótono que las arcadas que sentía en su cuerpo cada tanto ya no eran debidas al alcohol en su sistema, de un tiempo para acá la bebida dejó de hacer el mismo efecto que solía formar años atrás.
Si la bebida ya no funcionaba, ¿Cuál sería su próxima alternativa? Había escuchado a unos cuantos amigos de San decir que tal vez debía probar un poco de éxtasis, él siempre se negó rotundamente a ello pero, si ya no tenía recursos y se encontraba tan desesperado como ahora, ¿Quién podría decirle que no?
Había tomado una decisión, no estaba muy seguro de ello pero ya se encontraba al final de aquel callejón donde Jihyon le había dicho que podría conseguir la respuesta a sus problemas.
Un hombre no mucho más alto que él se acercó a pasos cortos, se veía completamente seguro con cada paso que daba, estaba encapuchado y su aura mostraba toda la confianza que a él le faltaba.
¿Realmente haría esto?
― ¿Eres el niño que vine por parte de Jihyon? ―inquirió el hombre, por la poca luz pudo notar que sus cabellos eran verdes y su ceja tenía un pequeño corte, le hacía ver completamente sensual si le preguntabas a cualquiera pero a Mingi simplemente le intimidaba aún más con el tiempo que pasaba.― Niño, no tengo todo el día. No sé si luego de esto debas ir a jugar al minecraft pero yo si tengo asuntos importantes que hacer
Asuntos importantes... Él también desearía tener algo que hacer además de estar en un callejón con un hombre que probablemente le facilitaría su entrada al cielo, porque, iría al cielo ¿cierto?
― S-Sí ―se limitó a decir viendo cómo el contrario se sacaba la capucha dejando ver del todo su rostro pálido.
― Siento mucha lastima por ti chico, si sabes que luego no habrá retorno ¿no?
No sabía lo que significaba pero asintió de igual forma tomando la pequeña bolsa que le entregaba el contrario y entregando el dinero de inmediato.
― Sal de aquí ahora ―ordenó el de verdes cabellos al ver la cara asustada del castaño.― Este no es un buen sitio para alguien como tú, regresa a casa y haz cualquier estupidez estando allí. No quiero verte más por aquí, Song Mingi
¿Cómo era que sabía su nombre? Jihyon hyung tal vez le habrá contado... Pero, ¿por qué se preocupaba? ¿Lo conocía de algo? Era primera vez que le veía.
― ¡Mingi, largo! ―gritó el chico exasperado.
Si antes estaba asustado, ahora lo estaba aún más, por lo que sin querer estar allí un segundo más corrió lejos saliendo del obscuro callejón y llegando a un lugar más concurrido rodeado de cafetines, ¿cómo era que la ciudad podía llegar a ser así de cambiante? Podría decir que la dualidad que mantenía Sokcho era impresionante, podías estar pasando por la calle más tranquila rodeada de bibliotecas y al cruzar probablemente habría un bar o algo parecido. Era por ello que los turistas desistían de visitarla y con el tiempo dejó de tener a tantos ciudadanos en ella.
El castaño metió las manos en los bolsillos de su chaqueta para iniciar su caminada diaria directa al trabajo de Wooyoung, el chico trabajaba en un bar no muy lejos de donde se encontraba y necesitaba que alguien le dijese cómo funcionaba exactamente aquella sustancia, ¿debía comerla? ¿Fumarla? ¿Inyectarla? Lo había visto miles de veces en distintas películas y era un polvo blanco, ¿qué tantos polvos blancos podrían existir?
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Between Balconies ⌘ [𝐇𝐨𝐧𝐠M𝐢n]
Fiksi Penggemar¿Quien diría que la unión entre dos balcones cambiaría de manera desmesurada la vida de una persona? Si lo planteábamos así, sería algo absurdo, ¿no? Lo mismo pensó el reconocido compositor Kim Hongjoong, quien había asegurado conseguir paz en un si...