Tú ganas.

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¿Qué día era?

Había muerto atropellado por una barredora de nieve mientras deambulaba por las calles esperando coger una hipotermia, quería morir lentamente como un autocastigo por lo que le había hecho a Butters, algo que pudo evitarse, que él pudo evitar, que casi lo logra, pero al final terminó por dejarse dominar por su desbordada lujuria y falta de respeto a todo lo ajeno.

Estaba en su cama (en su casa por supuesto), buscó su celular, algo tenía su maldición que lo devolvía con todo encima, pero no estaba su chaqueta ni móvil.

—Lo deje en casa de Leo.

Ahí tenía una buena excusa para ir por él, aunque fuera incómodo para el menor tener que enfrentarlo.

Se giró sobre sí mismo quedando de costado, doblando sus rodillas en un estado fetal. Se sentía tan idiota y mal, finalmente terminó por sepultar la poca buena relación que alguna vez tuvo con el heredero Stotch, de hecho ¿Por qué había comenzado a pasar de él? Recordaba que en sí a todos los de Team los había dejado como terceras opciones ante sus tardes de "cacería" y el trabajo, aun así, mantenía el contacto con ellos y regularmente uno que otro encuentro semanal ¿Y Butters? ¿No que lo prefería a él por sobre las ocurrencias del Team?

Terminó por colocarse boca abajo con el mentón sobre sus brazos cruzados. Recordaba algo sobre Butters, algo que estuvo molestándolo hasta que empezaron los sueños húmedos y esa idiota necesidad de volver realidad cualquiera de ellos. ¿Por qué había apartado tanto a Leo de su vida al punto que hasta este mismo no lo consideraba su amigo? Realmente no había hecho nada contra él, solo empezó a ignorarlo porque su presencia le incomodaba de una u otra forma.

Mientras jugaba con uno de su largos y despeinados mechones en su frente, recordó que entrando a los 10 años pensó por primera vez que Leo era lindo y no de forma tierna como su hermanita o un cachorrito, era lindo de forma diferente, tanto así que le provocaba sonrojo, era una suerte que casi todo su rostro siempre estuviese cubierto o South Park fuera una zona fría. A los 12 Butters comenzaba a "crecer" y su figura no era para nada masculina, era delgado y fino, cosa que se evidencio más por culpa de los chicos y la idea de Cartman al hacerlo pasar por una niña para robarle un artilugio a las chicas, a esa edad Kenny pensó que las chicas estaban bien y quería una novia y sexo, muchas de sus preferencias eran rubias, piel clara, delgadas y ojos azules, luego fueron más variadas y él no pudo negarse abusar de ese particular "Don" que tenía sobre las féminas, pero había un detalle que siempre estuvo ahí, mientras coqueteaba y salía con las chicas se aseguraba de no ser observado por Butters, de hecho, muy pocos llegaron a ver a sus conquistas, Leopold jamás, solo lo sabía por los rumores.

Una vez probadas casi todas las mujeres, esos sueños que intentaba ignorar comenzaron a ser más frecuentes y lucidos, sobre todo cuando llegando a los 17 años y Leo a sus 16, este último se había puesto muy bueno para lo que eran sus ojos pervertidos.

Sabía que Leopold practicaba baile, dándole unas piernas y trasero que siempre le desviaban la mirada, sus modales parecían más delicados que antes, casi comparable a la elegancia de Pip, y poseía la sonrisa más hermosa que no le había visto a nadie más. Pese a todo eso seguía ignorando a Butters en apariencia, puesto siempre le observaba cuando estaba solo y luego su cerebro se encargaba de deformar los pocos segundos grabados en sus recuerdos para mórbidas fantasías sexuales, donde el respeto se iba al garete y solo se trataba de su placer mientras sometía a su "pasivo". Quizás era una forma de su inconsciente de hacerle saber que había algo más que amistad de su parte para con Butters.

Finalmente terminó mirando al destartalado techo de su casa, dejando escapar un suspiro de frustración y agonía.

—¿Qué oportunidad tengo ahora si le digo que me gusta?

Solo una etapa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora