Escenarios distintos pero con un motivo en común, la convivencia/ guerra entre las familias de una pelirroja y un azabache.
Con tres años de relación Emma y Ray están listos para saber si sus familias pueden convivir al menos por una noche entera.
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A veces olvidaba la facilidad con la que el tiempo pasaba, llenando la vida de las personas con cambios constantes por más pequeños que estos se crean, cada cambio es importante y tiene su peso aunque no lo tomemos de esa manera al comienzo. Todavía le costaba reconocer que ya no era la misma niña que a los once años se la vivía subiendo a los árboles, corriendo por todas partes o metiéndose en problemas con su madre justamente por esas actitudes La misma chica que añoraba cumplir tantos sueños, siempre deseando una vida en constante movimiento y llena de aventuras, realmente todo cambia; esta no era ni cerca la vida que ella planeaba pero jamás se arrepentiría de todo lo que habían construido en esos años. Quizás se arrepentía un poco de la premura en ciertos sucesos, pero eso no le restaba ni una sola pizca a toda su felicidad.
Inevitablemente su corazón se llenó de ternura al ver cómo su pequeño hijo estiraba una de sus manos tratando de alcanzar la esfera que ella sostenía por el cordel a una distancia considerable, la misma esfera que Leslie había decorado para ella cuando aún eran unos niños y la misma que se quedó observando mientras decoraba el árbol junto con Ray. Al ver el interés de su pequeño, lo acomodó mejor en su brazo agitando ligeramente la colorida esfera encantada al verlo sonreír sin despegar su brillante mirada malva, de aquel objeto especial. Amaba profundamente a su pequeño bebé y el verlo tan feliz, usando ese adorable traje de reno hecho especialmente para él, era una imagen que guardaría siempre en sus recuerdos, ambos azabaches sonreían sin percatarse de que la sonrisa plasmada en el rostro del pequeño y esa mirada amatista llena de ternura, eran contempladas por la pieza faltante del cuadro familiar, quien no estaba dispuesto a perder su oportunidad.
Isabella no pudo evitar reír cuando los ojos de Ray se abrieron con sorpresa antes de formar una mueca de disgusto mientras restregaba su manita contra sus párpados.
—¡Oh, el flash! — murmuró el padre del pequeño acercándose a su familia.
—Querido, eso fue malvado.
—No fue a propósito, lo olvidé.
Isabella meció con delicadeza al niño en sus brazos, él cual había comenzado a sollozar aun con sus manitas en el rostro debido a la incomodidad —Mi pobre pequeño.
—No quería perderme del momento — el de azules intentó justificarse un poco en cuanto los amatistas de su hijo se fijaron en él.
Isabella negó ligeramente, optando por entregarle la esfera de plástico a su hijo, regresandole con ello la sonrisa —Tu padre es un despistado.
—Lo siento hijo — Leslie revolvió con suavidad los cabellos oscuros del pequeño, quien lo ignoró debido a la esfera roja en sus manos —... ¿Por qué presiento que esto no me lo va a perdonar?
—No puedes culparlo, esta no es la primera vez que olvidas el flash. Si termina usando gafas será tu responsabilidad.
—¡No digas esas cosas!... Aunque igual se vería genial con gafas.
—Leslie...
—Solo bromeó ¿verdad Ray?
Con algo de reproche por parte del pequeño, Leslie se hizo con la esfera dejándola en manos de su esposa al igual que su cámara, con tal de poder tomar a su hijo en brazos elevándolo un poco haciéndolo reír, Isabella contempló el momento con una sonrisa en los labios esperando que esa clase de felicidad estuviera siempre presente en su familia.
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