Londres

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Las luces cegaban su vista, pero aún con la luz tan fuerte sobre su rostro, ella podía leer muy bien sus diálogos, la estilista arreglaba su cabello, el personaje requería de un peinado sobrio y elegante, ya se encontraba maquillada, algo que ante el ojo público sería sencillo, pero en realidad llevó mucho tiempo en hacerse, sus labios rosados hacían juego con su hermosa piel blanca moteada con sus pecas.

Recordó cuando obtuvó el papel para un nuevo proyecto de la BBC, cuando entró con los del casting, creyó que sería repudiada por su anterior comportamiento, aunque cuando se paro frente a ellos para pedir una disculpa y aceptar lavar pisos por comida, se sorprendió al saber que en realidad su ímpetu llamó la atención de algunos ejecutivos quiénes rápidamente la consideraron.

Sin lugar a dudas la última vez que lloro frente a ellos, la hizo hacerlo mejor ahora, aunque esta vez si era fingido -así estaba en el guion-. Era una nueva Daisy, mejorada más libre y espontánea. Cuando término de leer las últimas líneas, todo eso bajo el sollozo de su corazón. Aplaudieron y elogiaron. Firmó un contrato. Pensó en Clyde, el la dejó ir con todo el dolor de su alma por una oportunidad como esta, cuando añadió la última letra en esa firma, se prometió que sería una gran estrella como Clyde quizo.

Y eso fue hace un año y algunos meses, hoy terminaba con la temporada de la serie en la que había triunfado.

—¿Esta lista Señorita Ridley?—llamó su asistente de vestuario. Daisy hizo una señal positiva y se levantó de su silla, con su nombre grabado en letras blancas brillantes.

Caminó entre el caos de el crew, había cables, luces, de todo. Y ella solo podía abrirse paso entre todo eso. Llegó por su vestuario, un lindo vestido negro. El luto que hoy vestiría su personaje.

La serie sobre la única hija rebelde que va en contra de su familia, después de que tratan de casarla a la fuerza, huye de casa y encuentra su camino, pero la vida le a quitado a su padre y regresa guardando el luto y encontrándose con su pasado.

Cuándo se escuchó el corte, todos aplaudieron por el final de la serie, la cual había sido muy elogiada entre la crítica británica. Daisy abrazo a sus compañeros de trabajo, quien estaban igual de animados que ella.

—No puedo creer que terminó. Una de las jóvenes dijo.

Todos hablaban sobre donde pasarían las vacaciones decembrinas, y Daisy solo sonríe ante sus amigos. Ella hubiese deseado poder tener a ese alguien junto a ella, ese alguien que la hacía sentir tan bién. Recordó sus caricias y su voz, lo que más extrañaba de el. Alguien tocó su hombro, porque al parecer le habían preguntado algo.

—Dazz, amiga ¿estas bien?. Una de sus amigas le preguntó.

Daisy asintió. —Estoy bien, gracias.

—Te notas algo pérdida. Comentó la pelinegra a la joven Ridley.

—Supongo que es una especie de nostalgia. Aseguró. La serie abacaba su primer temporada.

—Siempre pasa así. Le sonrió. —Te preguntaba, ¿Donde pasarás tus vacaciones? ¿Donde pasarás Navidad?.

Daisy sonrió nostálgica ante la pregunta. Lo que más quería sin duda era estar cerca de el. Pero iría de vacaciones a la casa familiar en la costa escocesa de su abuela materna.

—A Escocia. Dijo sin muchos ánimos. —pasaremos hay las fiestas.

—Que bién, yo iré con la familia hasta la costa española a pasar las fiestas.

Su amiga la abrazó, pues no se verían hasta el próximo año.

—Adiós Juliana. Se despidió Daisy. —felices fiestas.

Su amiga correspondió a su saludo y Daisy partió a camerinos.

*


Daisy llegó con prisas a su departamento, uno muy bonito en una zona bastante agradable de la ciudad. Cuando entró se encontró con su hermana Kika-Rose, quien la recibió con los brazos abiertos.

—Kika bebé, no te esperaba aquí. Soltandose de su abrazó para ver a su hermana menor, quien ya tenía tiempo sin ver.

—Quería darte una sorpresa, quería pasar una noche a solas contigo, porque pasado mañana seguro estaremos muy acumuladas de amor paternal. Sentándose en el sofá.

—Me alegra que estés aquí. Se sentó a su lado. Para acurrucarse junto a ella, extrañaba a su hermana y a su vida antes de ser "famosa".

—¿Que te pasa?. Al ser su hermana y ser tan unida a ella podía percibir que algo andaba mal.

Daisy negó en su regazo.

—Daisy. Kika se movió para ver a la cara a su hermana. —Es por ese hombre, Clyde.

El corazón de Daisy se apretó en su pecho. Ese nombre era demasiado para ella.

—Talvez. Dijo sin ánimos.

—Creí que ya lo habías superado. Tomó su mano.

Daisy se paró hacia la cocina, para tomar un poco de agua. Kika la siguió.

—Daisy no puedes seguir así, ahora tienes una vida aquí, un trabajo. Un sueño que te a costado mucho tener. Quería consolar a su hermana, quien había llorado tanto. —Además, el ya no quiere verte. Fue dura pero realista.

Daisy desvío la mirada, recordando la infinidad de veces que habló con Mellie tratando de contactar a Clyde sin respuesta. Y las veces que Mellie le decía que Clyde no quería hablar con ella, que tenía que seguir con su trabajo y vivir en Londres. Comenzó a llorar.

—Yo lo amo demasiado, y se que me apartó porque creía que era lo mejor para mi. Sus ojos tan rojos y con lágrimas.

Kika-Rose se acercó para darle un abrazo y consolar a su hermana, su única y amada hermana.

—Será mejor que hagamos las maletas, mañana nos vamos y tenemos que estar listas. La ánimo.

Daisy sonrió con algunas lágrimas en sus ojos. —Gracias Kika, gracias por estar aquí.

*

Kika-Rose dormía profundamente al otro extremo de la gran cama de Daisy. No hacía un rato que se habían hido a dormir, la cosa con las maletas fue bastante difícil. Aún así ella no podía conciliar el sueño, su mente seguía viajando a Virginia Occidental, hasta ese bartender que tanto amo y aún seguía amando. No podía más se levantó, tomando el móvil de la mesita de noche, se encerró en el baño y marcó el número de Mellie, aquí eran las 4 de la madrugada en Boone seguro todavía habría sol de día. Sonó un par de veces pero nadie le contestó aún así intento de nuevo y fue lo mismo.

Se sentía tan pérdida sin Clyde, se sentía tan vacía sin el, quería aferrarse a sus recuerdos, pero talvez tenía razón Kika, talvez tenía que aceptar que por más que amara a Clyde tenía que aprender a soltar, el la había liberado de su amor y ella se negaba.

Derrotada estaba a punto de salir del baño para dormir un poco antes del viaje de mañana. Pero sin antes sus ojos se detuvieron y observo el número de teléfono de la casa de Clyde, hacía tiempo que ese número no daba línea, aún así presionó llamar.

Puso el móvil en su oreja y para su sorpresa sonó, tenía línea. Levantaron el teléfono al otro lado y su corazón se llenó de alegría al escuchar esa voz, esa hermosa voz.

—Bueno. Contestó Clyde al otro lado, pero nadie respondió. —Bueno. Repitió.

Dazz estaba en shock tenía tanto tiempo sin oir su voz. Tomó el valor necesario.

—Clyde. Se atrevió a decir, con la mano en el pecho y las lágrimas azotando sus mejillas.

—Daisy. Era ella, su amada Daisy.









***

Ya ni tengo cara para pedir, perdón. Lo siento pase por una etapa de ansiedad cabrona que empeoró después de la tan decepcionante TROS. Anyway los quiero mucho.

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Los amo amigues.

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