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Jack estaba dormido sobre las sábanas de la habitación en el barco, mientras que Elsa estaba recostada a su lado, acariciando su rostro, y suavemente deslizaba su flequillo para verle el rostro.
Elsa no sabía qué sucedía. ¿Perdería a Jack, a su conejito? A su único compañero de toda la vida. No podía permitírselo, sin embargo, ¿Qué podía hacer? Ella sabía que Bola de nieve, su conejo, algún día debería... Irse, por no decirlo en términos más... Realistas. Pero jamás se había detenido a pensar, ¿Qué sería de ella?

Sabía que podría estar actuando como una dramática. A esta persona, no la conocía, después de todo. Pero conocía al ser interno. Sabía que a ese ser, le fascinaba dormir sobre su cuerpo y ocultar su rostro en su cuello por las noches. Sabía que roncaba cuando dormía con hambre. Sabía que se hacía el muerto cuando no quería caminar. Sabía que le fascinaba correr en césped, y sabía que le adoraba con todo el alma.

Elsa sentía que estaba perdiendo la cabeza.

De pronto, Jack balbuceó algo, y Elsa se acercó a él. El chico había abierto sus ojos, aunque mínimamente aún, y le observaba ensueños. Elsa le sonrió.

-Hola, Jack.

Jack pestañeó un par de veces antes de caer sus ojos ante los de Elsa. Jack jamás vio a Elsa lucir tan hermosa. Y, bueno, a decir verdad...

-Eres muy linda, Elsa.

Elsa rió, sintiendo ternura en su interior por la confianza de Jack al decir las cosas sin rodeos. Ella, conociéndose a si misma, no podría ser tan directa.

Sin embargo, sin meditarlo demasiado, Elsa se acercó al peliblanco, y besó su frente por un par de segundos. Cuando retiró sus labios de esa zona, se sorprendió a si mismo al encontrarse con las mejillas sonrojadas de Jack.

-Jack, ¿Sonrojado? Esto no es verdad. -Se burló Elsa.
Jack frunció el entrecejo inmediatamente, y bufó, de una manera adorable.

-Cállate, Arendelle. Yo no te digo nada cuando te sonrojas.

-Es porque yo nunca lo hago.

Jack esbozó una gran sonrisa antes soltar una carcajada. Elsa, mientras observaba las risas de Jack, se contagió del carcajeo a medidas que intentaba ponerse completamente seria.

-¿De qué te ríes, conejo tonto?

-¡Te he visto frambuesa un millón de veces, Elsa! -Jack dijo sonriendo ampliamente.

-¿Ah si? ¡Pruébalo!

Okay, lo cierto, es que Elsa si tenías ciertas locas intenciones con el inocente conejillo. Sin embargo, ella no quería apresurar las cosas. Sabía que a Jack se le escapaba su lado coqueto, y solo estaba excavando, buscando la forma de que ese lado saliese a volar, para medir si realmente eran solo bromas, o Jack realmente la deseaba, y no de una manera únicamente sexual, o en el ámbito físico.

”Él también lo desea”.

¿De verdad era así? El corazón de Elsa estalló de una divertida forma cuando el anciano dijo aquello. Últimamente, tenía extraños pensamientos donde los relacionaban a ella, y a su mascota ya no su mascota, de una manera bastante... Específica y comprometedora.
Cualquier pensamiento fue desviado, cuando Jack se posó sobre su cuerpo, y comenzó a hacerle cosquillas en los lugares correctos y precisos.

Jack la conocía tan bien. Elsa no sabía cómo era posible, si tan solo podía verla. Nunca hubo un toque íntimo cuando estaba en su forma de animal, por supuesto que no. Pero, ahora, de humano, todo se sentía especial e íntimo. Todo se sentía... Demasiado afectivo. No era incómodo, no era molesto. Era sorprendentemente... Satisfactorio y llenador.  Su toque era especial, y... ¡No tenía palabras! ¡No podía describir lo que comenzaba a sentir en pocos días! ¡Muy pocos días!

CONEJITO 小兔子 JELSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora