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No lo pude evitar y actualize antes :v
<3






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-¿¡PERO QUÉ DICES?! ¡Q-QUÍTATE, HOMBRE!

El hombre, confundido por la repentina desesperación de Elsa, se quita de encima de si, y ésta se levanta desesperada, pasando sus manos por su rostro, mientras jala su cabello completamente frustrada y algo asustada.

-No hagas eso, Elsa. -Se queja el hombre, apoyado en la cabecera de la cama, mirando a la platinada con atención.

Elsa, confundida, se dirige a él con la mirada, con el entrecejo fruncido.

-¿Ha-hacer qué? -Pregunta con la voz algo rota.

El hombre suspira aún mirándola, y se levanta, dejando ver todo su cuerpo al descubierto, cosa que a él mismo no le importó, y se dirigió frente a Elsa, para quitar sus delicadas manos de su cabello, y dejarlas a sus costados.

-No te jales el cabello. Sabes que eso te hace mal. Debes controlar tus crisis de pánico de otra forma, el doctor te lo dijo. No con autodaño físico. -El muchacho sonría ladino, ahora con más inocencia.

Elsa abre sus labios, completamente perpleja de lo que acababa de escuchar, y de la nada, se tranquiliza un mínimo.

-¿C-cómo... cómo sa-abes eso?

El hombre ríe otra vez.

Elsa no puede evitar dar una mirada fugaz a su pecho firme y visiblemente fuerte, y se regaña a si misma de inmediato, volviendo a observar los grandes ojos del hombre.

-Tú me lo contaste, Elsa. Siempre hablas conmigo.

-¡No! Yo no hablo contigo, y-yo...

-Elsa. Soy yo, por Dios. ¿A caso no sabías que esto iba a pasar?

Elsa frunce el entrecejo, confundida, y niega lentamente con la cabeza, ojeando todo el rostro y cabello del muchacho.

Su cabello es color blanco, y esta desordenado mientras que su rostro es simplemente arte. Es muy guapo. Pero no. Elsa no lo conoce. No se puede dejar llevar por su belleza.

-La caja. ¿No leíste lo que decía bajo la caja cuando me...

-¡No! ¿De qué hablas? Mi mamá me, me regaló un conejo cuando te-tenía once, y-yo no sabía... yo no sé nada.

El hombre suspira cansado. Nunca creyó tener que explicar todo eso, puesto que su dueña debería de haberlo sabido.

-Bien. Voy a explicarte, pero, ¿No tienes algo de comida? Estoy muriendo de hambre.

Elsa niega con la cabeza algo avergonzada, y el hombre sonríe y acaricia su cabeza con amabilidad.

-No te preocupes. Vamos a comprar.

Elsa asiente, aún en shock, y se dispone a seguir al hombre, que estaba por abrir la puerta del departamento, cuando Elsa se da cuenta de un minúsculo detalle.

-¡NO ABRAS! -Elsa cierra la puerta de golpe, y se apoya en contra esta, evitando el paso del muchacho.

-¿Qué pasa? Vamos, Elsa, tengo hambre. -Hace un puchero.

Elsa quería reír por lo adorable que de repente le pareció el puchero del hombre, pero enseguida volvió a su postura rígida, pero aún nerviosa.

-Bola de n-... digo... em, chico... c-creo que debes ponerte algo de ropa antes...

-¿Por qué? Nunca he usado. ¿Es que ahora te da vergüenza? -Ríe algo coqueto.

CONEJITO 小兔子 JELSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora