CAPÍTULO 59

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POV DANIELA CALLE

La madrugada estaba cayendo pero el sueño ya no hacía parte de mí, llevaba más de una hora sentada con mi ex en unas banquetas esperando a que hablara, sabía que necesitaba tiempo para aclarar sus ideas pero los cigarrillos se estaban acabando y la presencia de María José en mis pensamientos era más frecuente con cada minuto que pasaba, la había dejado tirada cuando la estábamos pasando tan bien pero Rivera claramente necesitaba mi atención.

- Me gusta mucho Laura- habló la mujer mientras que con su mano alejaba el humo- y también le gusto, me lo dijo hace un rato.

- Y luego llegó la kuka a dañar el momento- asumí.

- No fue esa vieja, fui yo- dijo con exasperación- me dio terror- sus ojos se posaron sobre los míos y lo único que pude ver fue una avalancha de inseguridades- no pude decirle nada, mi estupidez salió a flote y después de varios minutos en silencio me reí y le dije que no necesitábamos esos sentimientos para seguir pasándola bien.

- Rivera- tiré el cigarrillo pisándole para que se apagase- prácticamente le dijiste que solo la querías para sexo y ya, no puedes ir por ahí diciendo esas cosas cuando alguien casualmente te confiesa que le gustas- suspire mientras jugueteaba con el encendedor entre mis dedos.

- No quiero herirla- dijo mientras se peinaba de forma áspera el cabello- no necesita a una persona como yo en su vida.

- ¿Por qué no dejas que sea ella quien lo decida?- mis palabras salieron con más dureza de lo que esperaba- andas por ahí decidiendo cuándo entrar y cuando no en la vida de los demás, ¿lo que ella quiera te importa una mierda?- le cuestioné mientras con mi dedo índice presionaba su pecho.

- Estas mezclando las cosas, Daniela- respondió con enfado.

- No estoy mezclando nada, estamos hablando de un modus operandi que has adoptado como método de defensa- me puse de pie y me puse frente a ella quien también se levantó- no seas una idiota con Laura.

- No sé cómo no serlo Dani- su voz sonaba dolida- pero en realidad creo que ella y tu están mucho mejor sin un estorbo pálido en su vida.

Reí por su pésimo chiste, reí porque de verdad ella no sabía lo hermosa y lo buena que era para la vida de las personas a su alrededor.

- Quizá si te mereces a Kuka acosándote constantemente, es el karma tocando a tu puerta porque esa mujer vaya que si quiere que la uses- su sonora carcajada hizo que mi pecho se inflara de alegría.

- No creo que haya alguien que se merezca ese tipo de castigo, esa mujer debe estar en el último círculo del infierno castigando a los más viles pecadores, por lo menos así lo hubiese descrito Dante si tuviera a esa mujer acosándolo- nos observamos durante algunos segundos antes de fundirnos en un abrazo que se extendió más de lo que tenía previsto, nos separamos y sonreímos antes de empezar a caminar en dirección al bar del hotel.

- ¿Qué vas a hacer ahora?- pregunté mientras subíamos los escalones del lugar.

- Yo voy a buscar a Laura y tú vas a ir a besuquearte con María José- dijo mientras señalaba con sus ojos el sitio en el que estaba sentada la figura de una mujer pequeña y delgada con la mitad del cabello azúl.

Sonreí

No había nada más que quisiera hacer que besarla siendo yo, sin cámaras, sin guiones y sin nada a nuestro alrededor.

- ¿Sigue en pie lo del tequila?- pregunté mientras tomaba asiento a su lado en la barra.

Su sonrisa me iluminó al instante.

- Por supuesto- respondió mirando al barman quien al parecer había estado escuchando, el hombre sirvió dos tragos y los puso frente a nosotras retirándose al instante.

- Escucha, lamento mucho haberme ido de esa forma es que yo...- sus labios tomaron el lugar de mis palabras, solo estaba ahí, sin moverse pero el contacto se sentía demasiado bien, tanto que al separarse un jadeo lleno de frustración salió de mi sin que pudiese controlarlo.

- No tienes que explicarlo, lo sé y no estoy enojada, reconozco la ansiedad cuando la veo- sus dedos acariciaban mis mejillas con suavidad.

- Espero que sigas haciendo eso cada vez que me quieras callar- tomé el caballito y vacié de un solo trago.

Los ojos aceitunados de mi acompañante estaban moviéndose desde mi cuello hasta el inicio del pequeño escote de mi blusa.

Tomó una servilleta y seco con suavidad lo que parecía ser un poco de ron que se había escabullido de mi boca.

- La próxima vez no será una servilleta- su voz sonaba más profunda que hace un rato.

- La próxima vez espero no estar sentada en la silla de un bar, tus piernas se ven un poco más cómodas- dije mientras hacía círculos muy despacio con mi dedo índice en su muslo.

Ahora era ella la que acababa ferozmente con su trago, su mano tomó fuertemente la mía y de un momento a otro ya estábamos matándonos a besos en el elevador, sus manos aferradas con vehemencia a mi cuello acariciando mi nuca provocando una serie de temblores en mi cuerpo mientras que las mías exploraban la parte baja de su espalda merodeando peligrosamente su trasero. Salimos a trompicones del cubo metálico pegando mi espalda posteriormente contra la pared del pasillo, caminamos sin dejar de mirarnos y besarnos de forma intermitente, saqué la llave del bolsillo, nos hice entrar y su chaqueta fue lo primero de lo que la hice despojar .

- Espera- María José estaba besando mi cuello, sus manos estaban debajo de la blusa acariciando mi abdomen- espera, espera- despegué sus manos de mi cuerpo mientras me alejaba un par de pasos- tenemos que parar- la cara de la peliazul que ahora tenía un tono carmesí, sus labios hinchados y sus ojos oscuros me hacían demasiado difícil mantener el control así que me di la vuelta y camine hasta la ventana.

- ¿Qué está mal?- preguntó la chica tomando lugar detrás de mí, muy cerca.

- Si seguimos... sabes que muchas cosas pueden terminar pasando- dije con cautela aun si mirarla.

- Bueno si, eso era lo que esperaba- sus palabras contenían demasiada seguridad.

- Pero tú nunca...

- Lo sé- tomó una de mis manos para hacerme girar y encontrarme nuevamente con su rostro de lleno- pero siento que eres tú la correcta- y así, sin más contemplaciones nuestros labios volvieron a unirse.

La noche se estaba acabando pero nuestra sed por la otra aumentaba y fue ahí, sobre aquella cama la primera vez que explore el cuerpo de María José, la primera vez que alguien lo hizo, espero ser yo quien lo haga de aquí en adelante y quiero que sea ella quien encienda todas las sensaciones en mi que hace un tiempo se habían apagado.

- Liss

CONTRA EL TIEMPO (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora