Prólogo

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El Doctor West se encontraba como de costumbre en su escritorio revisando los papeles de algunos de sus pacientes anteriores. Había casos severos de personas con problemas mentales irreconocibles, pero también había unos que solo eran pacientes comunes con problemas en su vida cotidiana.
Durante su larga carrera, el doctor había lidiado con toda clase de maniaticos. Desde personas que habían decidido cortarse las extremidades hasta personas que habían intentado provocar un aborto a sus propias esposas por estar convencidos de que "el niño es del demonio." Sin embargo, para eso exactamente había estudiado él. Para poder ayudar a personas con problemas mentales e intentar hacer que superen sus fobias, si era posible.
El doctor nunca imaginó que su viejo compañero del colegio lo llamaría esa noche.
Cuando sonó el telefono, West dejó su papeleo en el escritorio y contestó con el altavoz puesto.
"Doctor West," dijo él. "Espero que sea una emergencia para no haber llamado a mi asistente."
"¿Robert? Necesito tu ayuda pronto. Tenemos un nuevo paciente que está... bueno, ya sabes. Se le safan los tornillos."
"¿Cuál es la severidad de eso?"
"En una escala del 1 al 10, este chico es un 20 seguro."
El doctor meditó un poco lo que le decía. Su compañero siempre hablaba en caso de emergencias, y nunca le había dado un número tan alto...
"Está bien," dijo al fin. "Estaré ahí en media hora."
*
Cuando el doctor llegó, su compañero lo saludó brevemente y lo dirigió a una habitación oscura donde había un vidrio de cristal separándolos de lo que el doctor pudo distinguir como un chico.
"¿Estás preparado?" preguntó su compañero. "Te lo digo, necesitaremos al mejor, lo mejor preparado que pueda estar."
"Estoy listo," contestó él y prosiguió a entrar a la pequeña y oscura habitación donde el chico lo estaba esperando.
El doctor ni siquiera había terminado de entrar cuando el chico levantó su cabeza y lo miró con ojos de depredador. Sus ojos eran tan azules como el cielo, pero demostraban tanto dolor como el mismo infierno. Su cabello estaba sucio y mal peinado, pero el doctor estaba seguro de que alguna vez había sido tan suave como la seda. Su sucia remera anaranjada estaba hecha añicos, mostramdo partes de su abdomen con varias horripilantes cicatrices.
A simple vista parecía tener más de 20 años, pero West no podía estar seguro.
El doctor no alcanzó a presentarse cuando el chico ya había comenzado a hablar.
"¡Lo vi!" gritó el chico de la remera anaranjada. "¡Era él! ¡Lo vi!" Sus ojos denotaban locura extrema. Un poco más de emoción en su sistema y sus ojos se saldrían de sus órbitas.
El doctor observó con cuidado las esposas que lo mantenían atado a la mesa frente a él. Luego volteó a su espalda y notó a dos guardias entrando a la habitación, ambos sosteniendo aquéllos aparatos para electrocutar que tanto pavor le daban a West.
Devolvió su mirada al chico de los ojos azules frente a él y puso su maletín en el suelo mientras se sentaba en la silla quedando de frente a él.
"¡Lo era!" seguía diciendo el chico. "¡Lo sé! ¡Lo vi con mis propios ojos!"
"Hey," llamó su atención West. "Chico, concentrate en mi dedo." Levantó su dedo índice frente al muchacho y éste pronto se encontraba hablando cada vez más y más bajo hipnotizado por el dedo índice del doctor.
"Eso es," dijo West sin quitar su dedo de enfrente. "¿Cómo te llamas?"
"¡Era él!" gritó una vez más el chico. Sin embargo, el doctor agitó su dedo frente a él y pronto quedó en silencio de nuevo.
"¿Cómo te llamas?" preguntó de nuevo el doctor.
"Ll-llamo..."
"¿Cuál es tu nombre?" El doctor había practicado ésa táctica con otros pacientes antes. Normalmente estaban distraídos por alguna cosa de suma importancia para ellos, lo cual no les permitía pensar con claridad. Pero una vez que lograban concentrarse en otra cosa (en este caso su dedo), estaban listos para ser interrogados.
"W-will."
"Bien, Will. ¿Quieres decirme qué fue lo que pasó? ¿Por qué te tienen aquí?"
"Dijeron que no era él," susurró el chico. "Dijeron que estaba loco. Que necesitaban llevarme."
"¿Sabes dónde estás, Will?"
Will pareció percstarse del lugar en donde estaba por primera vez.
"¿Sabes dónde estamos?"
Will negó con la cabeza aún observando el lugar. "No estamos en el Campamento Mestizo."
El doctor comenzó a tomar nota mental de todo lo que dijera. Bajó su dedo y sacó la pequeña grabadora de su bolsillo. Oprimió el botón de grabar y comenzó a hablar de nuevo.
"Eso es correcto," dijo West. "Estamos con la policía, Will. Me llamaron porque creían que necesitabas ayuda. ¿Tú qué crees?" Esperó un momento pero no obtuvo respuesta alguna. El chico solo movía sus manos nervioso mientras observaba lo que había a su alrededor. "¿Crees necesitar ayuda, Will?"
Will asintió con la cabeza y sonrió ampliamente. Una sonrisa que solo se ve en las peliculas de terror cuando el psicópata estaba a punto de matar a su víctima. "Necesito ayuda, mucha ayuda. ¡Necesito encontrarlo!"
"Will, soy el Doctor West. Soy psicológico y psiquiatra. Vine aquí para ayudarte."
"Necesito encontrarlo," respondió aquél chico con el mismo tono nervioso que antes. "Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito." Cada palabra que decía era menos audible que la anterior. "Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito."
El Doctor West se levantó de su asiento y caminó hasta la salida. Una vez fuera, se acercó a su compañero.
"He lidiado con casos peores," aseguró el doctor. "Pero necesitaré un resumen del caso primero. Solo para estar al tanto de lo que pasó aunque él no quiera hablar."
"Por supuesto, lo traeré en cuanto lo obtenga." Dicho eso, el compañero del doctor salió de la habitación y West volvió a entrar al pequeño cuarto con el chico.
"Will," lo llamó después de sentarse en su asiento. "¿Qué es lo que pasó?"
"Lo vi," respondió Will como un susurro. "Yo sé que lo vi. Era él, estoy seguro. Dijeron que ya no estaba, ¡Pero estoy seguro que era él!"
"¿Quién?"
"Esos ojos... esos labios... su cabello... ¡Estoy seguro!"
"¿Quién era, Will? ¿A quién viste?"
El loco de la cabellera rubia sonrió de nuevo con esa expresión maniática suya. Sus ojos alternando rápidamente en todas las direcciones posibles como si siguiera buscando algo, o a alguien.
"Nico," respondió por fin. "Nico Di Angelo."

Solangelo - Amo mi PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora