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El Doctor West llevaba solamente un par de días con el chico, y ya estaba cansado.

No había podido descubrir nada interesante con las últimas sesiones. Los agentes encargados del caso le dijeron que no tenían pruebas suficientes para acusarlo, pero dijeron que existía la posibilidad de encerrarlo en un manicomio si él confirmaba que el chico tenía problemas mentales. Si West lograba obtener esas pruebas, el chico dejaría de ser una amenaza.
"Cuéntame, Will," dijo West sentado frente al chico de ojos azules. "¿Qué comida es tu favorita?"

Los ojos del color del cielo lo observaban con una mezcla entre enojo, admiración y pena. El chico en sí estaba en un mucho mejor estado que cuando el doctor lo había visto por primera vez. Había desechado su remera anaranjada y la había cambiado por una polo blanca. Sus vaqueros habían sido reemplazados con una pantalonera blanca con una simple linea gris por el medio. Su cabello ahora estaba peinado, y un buen baño lo había ayudado a verse más como un muchacho normal. De no ser por la mirada llena de locura que solía dar cuando tocaban el tema de aquélla noche, el muchacho pasaría por alguien completamente normal.

"Pizza," respondieron aquéllos labios suyos. Unos labios demasiado perfectos para alguien con una mente tan complicada.

"Deliciosa, ¿Cierto?" preguntó el doctor West.

"Sí." El muchacho agachó la cabeza al suelo y cerró los ojos. "Es su comida favorita."

"¿La de Nico?"

"¡¡¡NO DIGA SU NOMBRE!!!" El muchacho llevó sus manos a sus oídos y cerró los ojos con más fuerza aún. "¡¡¡NINGÚN MORTAL PUEDE DECIR SU NOMBRE!!!"

"¡Lo siento, Will! ¡Lo siento!" Al doctor West le resultaba difícil recordar que al paciente no le gustaba que mencionaran el nombre de aquélla persona misteriosa.

Cuando Will mencionó el nombre por primera vez, West se aseguró de anotarlo para asegurarse de que lo investigaran los agentes. No tuvo suerte. Los agentes buscaron al tal 'Nico Di Angelo' por todos los registros que pudieron, pero no había resultados. West tenía dos teorías sobre aquél nombre. O era un sobrenombre para alguien que el muchacho conocía, o dicha persona nunca había existido.

"¡No diga su nombre!" repitió Will.

"Tranquilo, no lo haré."

El muchacho bajó las manos de nuevo a su regazo y volvió a alzar la cabeza mientras dejaba ver de nuevo sus ojos.

"Bien," dijo por fin.

"Bien," concordó West. "Volviendo al tema de los gustos, ¿Cuál es tu película favorita?"

"En llamas, de Los Juegos del Hambre."

"¿En serio? ¡A mí me encantaban esas películas!"

"Buenas adaptaciones, sí," concordó Will.

"Aunque un poco viejas ya, ¿No crees?"

Will asintió sin mostrar emoción alguna. "Salieron cuando yo era un adolescente."

"El tiempo pasa rápido, ¿Eh?" El Doctor West esperó alguna respuesta, pero nunca llegó.

"Bien," dijo por fin el doctor. "Hablando de tu adolescencia, ¿Hay alguna actividad en particular que hayas disfrutado? ¿Algún hobbie?"

Sí, había una actividad en particular que a Will le había fascinado en esos años: voleibol. Bueno, eso era después de pasar tiempo con Nico, pero no podía mencionar eso. No lo haría si sabía lo que pasaría después...

"Voleibol," contestó el chico sin expresión alguna.

"Bien, bien. ¿Qué me dices de leer? ¿Te gusta leer?"

Solangelo - Amo mi PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora