Capítulo 2: Bienvenidas al Internado García Lorca.

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Mi madre aparcó en la entrada y bajo a lo que yo seguí sus pasos y juntas nos acercamos a una mujer de tercera edad, donde nada más vernos nos dijo;

-Bienvenidas al Internado García Lorca.


-Buenas tardes, mi nombre es Allison y soy la madre de Ane.

-Un placer yo soy la Sra. Müller, espero que les haya ido bien el viaje, si no le importa mientras usted va a firmar los documentos de estadía me gustaría hablar con su hija y enseñarle las instalaciones. - dijo a mi madre.

-Me parece perfecto, ¿a dónde me tengo que dirigir para firmar?

-Ahora vendrá una compañera a buscarla y ella la acompañará.

-Vale, Ane compórtate por favor.

Yo no conteste y simplemente le dirigí una mirada cargada de odio, no llevaba ni cinco minutos y ya odiaba este sitio, demasiada formalidad, la señora no parecía ser muy amigable que digamos.

-Señorita sígame. - me dijo la mujer.

Para cuando me giré en busca de la mujer me di cuenta de que estaba esperándome con cara de pocos amigos así que lentamente me acerqué. Al llegar a su lado me miro con una mirada que juro que puede atravesar a cualquier persona y siguió con el trayecto.

Después de más o menos una larga e incómoda media hora enseñándome todo el exterior del Internado fuimos a buscar a mi madre. Al llegar donde ella estaba nos dijo que ya había acabado de firmar los papeles y que dentro de nada se tenía que ir, ya que el vuelo de regreso a España salía en cuatro horas, así que cogió su bolso y se dirigió junto a mí y la Sra. Müller al coche donde allí se despidió de mí.

-Ane, pórtate bien.

-Mamá por favor te lo pido déjame ir para casa, no volverá a pasar te lo prometo.

-Ane te advertí, no es la primera vez que te portas mal, pero nunca llegué a pensar qué harías algo así.

-Mamá, solo ha sido una vez.

-Una vez en la que casi te matas, en la que podrías haber matado a tus "amigos", en la que podrías haber matado a alguien que fuera por la calle, a otro conductor...

-Vale no hace falta que me lo digas estaba allí. - le corté.

-Pues entonces tendrías que entender el porqué de que estés aquí.

-Al menos podrías haberme mandado a uno no sé más cerca de casa por ejemplo o que no estuviese fuera del país no se es solo una idea. - dije de manera irónica.

-Te he mandado aquí para que estés lejos de esa gente a la que llamas amigos y porque en este internado no se andan con chiquitas si te portas mal habrá consecuencias.

-Si papá estuviese aquí no dejaría que me hicieras esto.

-Si, pero sabes cuál es el problema que él no está aquí... - la corte.

-No está aquí por tu culpa.

-Yo no hice nada, además Ane no te tengo que dar explicaciones de nada.

-Como que no, te recuerdo que soy tu hija.

-Y yo tu madre.

-Yo ya no tengo madre. Te odio.

Nada más acabar de decir esas palabras mi madre me miro con tristeza, se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas y lo único que hizo fue acercarse a mí, darme un beso en la frente y subirse en el coche y en ese preciso momento, viendo a mi madre marchar me di cuenta de lo que había dicho, de lo que le había hecho.
Me quede embobada viendo como mi madre se alejaba sin tener ni idea de cuando volvería a verla y de repente sentí un vacío que solo había sentido una vez; cuando mi padre murió.

-Señorita Ane acompáñeme le enseñaré su habitación. - me dijo la Sra. Müller de una manera dura.

Cogí la pequeña mochila con lo poco que había traído y la seguí sin decir nada, ya que seguía pensando en todo lo que acababa de salir de mi boca. Pasamos por unos pasillos llenos de chicas, todas rubias y muy pálidas. Ellas me miraban de una manera extraña, con repulsión supongo que sería porque yo era todo lo contrario a ellas, con el pelo marrón chocolate un poco más arriba del ombligo, no tenía la piel muy morena, ya que en España a mí se me consideraba pálida, pero aquí yo era la que tenía la piel más oscura, los ojos color miel, aquí todos los tenían de algún tipo de azul, en lo único que me parecía a alguna es que era alta y delgada, muy delgada, ya que para mis diez y siete años midiendo 1.75 m solo peso 49 kg, haciendo que mis costillas se marquen.
Cuando los infinitos pasillos se acabaron y junto a ellos las miradas de las que ahora serían mis compañeras llegamos a unas escaleras de caracol, anchas y antiguas que cada vez que subías un peldaño crujía de una manera terrorífica.
Después de subir tres plantas y atravesar otro pasillo llegamos a una puerta que la Sra. Müller abrió dejándome ver una habitación oscura y sin vida, con tres camas individuales y tres pequeñas cómodas.

-Esta será su habitación por el momento, su cama es esta. - me dijo señalando la que más lejos estaba de la puerta justo al lado de la ventana. - Puede guardar su ropa en la cómoda que está a su izquierda, dentro de media hora vendrán sus compañeras junto con su tutora, así que vaya guardando sus cosas. - me dijo para posteriormente salir por la puerta dejándome completamente sola.

Me puse a guardar mis cosas entre lágrimas, nerviosa por conocer a mis compañeras, por saber cómo serian, por si me aceptarían. Pensando y guardando mis cosas se me paso el tiempo rapidísimo y para cuando me di cuenta alguien estaba llamando a la puerta a lo que respondí "Adelante".

Por la puerta entraron tres personas, la primera que vi fue a mi primera compañera que luego supe que se llamaba Gabriela, era rubia, regordeta y no muy alta, llevaba unas gafas negras de pasta gorda que hacían que sus ojos se vieran un poco más grandes de como los tenía en verdad, a primera vista parecía una persona simpática y eso hizo que me relajara un poco. La segunda chica que entro fue Hanna, que era todo lo contrario a Gabriela físicamente, pero también parecía ser simpática y, por último, entro una profesora que desde ahora en adelante sería mi tutora, era una señora mayor, no mucho menos de 60 años, no se presentó simplemente me dijo que la siguiera a lo que yo hice caso al instante. Llegamos a un despacho donde pude ponerle nombre a la profesora, la Sra. Bach que me pidió que escogiera el uniforme, que variaba en la parte de abajo, falda o pantalón a lo que yo escogí el pantalón.

Me hizo escoger mi clase optativa, podía escoger entre teatro, física o tecnología a lo que yo escogí teatro, siempre me ha llamado la atención, me dio mi horario, me explico las normas del centro y me dijo que mañana empezarían para mí las clases, y que me retirara a mi habitación.
Me pasé toda la tarde en el cuarto aburrida, a veces leía, otras miraba por la ventana, me sentía sola, mis compañeras estaban en clase y yo no tenía con quien estar hasta que más o menos sobre las cinco llegaron.
-Hola. - dije de manera poco segura, ya que yo era la primera vez que les dirigía la palabra.
Me miraron, de una manera extraña.

-Hola. - me dijo Hanna.

- ¿Cómo te llamas? - me pregunto Gabriela.

-Me llamo Ane encantada de conoceros. - dije mientras estiraba mi mano para saludarnos.

-Tienes algo que hacer ahora mismo. - Me volvió a preguntar Gabriela

-No, hasta mañana no empiezo las clases.

Gabriela y Hanna se miraron al instante de que yo respondiera, me entro miedo, no sabía si las miradas que se dedicaban eran buenas o malas.

- ¿Quieres venir con nosotras al patio un rato y así nos conocemos mejor?

-Claro. - respondí entusiasmada.

Las tres nos dirigimos al patio trasero, entre miradas curiosas de otras chicas que allí se encontraban.

Al llegar al árbol más lejano del internado nos sentamos, donde empezaron las preguntas.

- ¿De dónde eres?

-Soy de España, ¿vosotras de dónde sois?

-Somos de Berlín.

-Las dos son del mismo sitio que coincidencia

Las dos se miraron y empezaron a reírse inmediatamente, yo las miraba de manera interrogativa, ya que no entendía nada.

-Ane somos hermanas. - dijo Gabriela mientras seguían riéndose. Empecé a reírme con ellas, y acabamos las tres tiradas en el césped, riéndonos sin parar.

-Ane me puedes llamar Gabi si quieres, es más corto y mis amigas me llaman así.

-Claro, y vosotras me podéis llamar An, es igual de corto, pero igual que a ti mis amigos también me llaman así.

-Yo te diría que me llamaras de alguna manera, pero es que no tengo mote- me dijo Hanna.

-Tranquila ya te buscaré uno, no te preocupes. - y después de decir eso nos volvió a dar un ataque de risa.

Estuvimos un rato más hablando hasta que llego la hora de cenar y fuimos hacia el comedor, era grande, oscuro, tenía bastantes mesas de cuatro y una mesa larga en el centro de la sala puesta en el lado derecho donde se sentaban los profesores.

Las tres fuimos a coger la comida y nos sentamos juntas, mientas hablábamos me fije que yo era la única persona con el pelo marrón en todo el internado, ya que todas las demás eran o rubias o pelirrojas y eso me puso nerviosa.

Acabamos de cenar y nos fuimos a la habitación, nos pusimos el pijama y empezaron a explicarme como serian las clases, hasta que llego la Sra. Bach y dijo que nos teníamos que ir a dormir, cada una se fue a su respectiva cama donde a los pocos minutos caí rendida.

Me desperté con el sonido de la persiana siendo subida y posteriormente una luz me cegó completamente.

-Señoritas, dentro de media hora las quiero vestidas y preparadas para bajar a desayunar. - dijo la Sra. Bach para luego irse dando un portazo.

-Buenos días, chicas. - dije con la voz un poco ronca todavía mientras seguía con los ojos cerrados.

- ¿Buenos días An, estás preparada para tu primer día oficial de clases?

Y en ese momento abrí los ojos de golpe.

Una perfecta melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora