Capítulo 18: Entonces fui libre.

1.1K 103 27
                                    

"Es ahora o nunca", pensé, mientras le entregaba las monedas.

Me dirigí lentamente hacia la parte de atrás del autobús, prácticamente estaba vacío, me senté sola, al lado de la ventana, empañada por el frío clima que hacía. Me puse a dibujar en ella pequeñas rayas uniformes.

- Perdone.- escuche que el conductor decía haciendo que dirigiese mi mirada hacia delante.- por favor no dibuje en la ventana, luego se queda la marca.

- Disculpe.- dije rápidamente avergonzada, él me dedico una amable sonrisa y volvió su mirada a la carretera.

Me perdí en mis pensamientos haciendo que el viaje se me hiciese más rápido.

Al bajar del autobús la pequeña ciudad envolvió mi ser, sentía que volvía a ser persona aquí, en el internado sentía que no era nadie, que todas me juzgaban, pero aquí nadie sabía mi historia, nadie se percataba de mi presencia, aquí dejaba de ser la rara para convertirme en la persona que yo realmente quería ser.

Me adentré en la ciudad, era más grande de lo que pensaba. Era una ciudad bastante rural, llena de pequeños comercios, conservaba una esencia antigua que embriagaba. Se podría decir que era una de las ciudades más bonitas que había visto desde hacía mucho tiempo. Me adentré en ella, hasta que llegué a una gran plaza, decorada con guirnaldas de luces. La plaza estaba toda rodeada de bares con terrazas llenas de gente, entonces lo decidí, este sería el sitio donde tocaría.

Coloqué todo, me puse la guitarra y empecé a cantar una de las tantas canciones que, entre Omar y yo, componíamos en la riba del río sentados en un pequeño puente hecho de vieja madera mientras veíamos el anochecer. Entonces me emocioné, llevaba tanto tiempo sin senirme tan libre y fue allí en ese preciso instante cuando me di cuenta de lo afortunada que era, tenía personas que me querían, que hacían todo lo que podían y más por mí e ingrata yo, se lo pagaba con reproches y mal comportamiento.

Llevaba ya un rato allí, varias personas se habían acercado para mirarme, otras me tiraban alguna que otra moneda mientras yo agachaba la cabeza en señal de agradecimiento, algunas personas me grababan, solían ser jóvenes y por un momento me entró miedo, y si ese vídeo lo veía alguien del internado, algún conserje o alguna profesora, entonces dejé de cantar y me tomé un pequeño descanso para meditar todo lo que había pasado y había sentido en tan poco tiempo. Si veían el video, que más daba, se enterarían de alguna manera, era conciente de que en algún momento se darían cuenta, pero pensándolo bien hay que vivir en el presente, que pase lo que tenga que pasar, así que decidida volví a coger la guitarra y seguí con mi cometido.

Serian la una de la mañana cuando estaba de nuevo en el autocar, cansada, necesitaba dormir urgentemente si quería estar medio presentable mañana por la mañana. Al llegar caminé hasta la puerta, entré y fui directa a dejar la guitarra tal y como estaba, una vez hecho esto, fui rápida a mi habitación donde al simple roce con el colchón caí dormida.

- Señorita López.- escuché que alguien me chillaba, haciendo que me despertase de golpe. Al abrir los ojos me encontré a la Sra. Bach al lado de mi cama, mirándome con cara de pocos amigos y justo detrás de ella estaba la Sra. Blanchett apenada.- ¿Sabe usted que hora es?- me preguntó la Sra. Bach. Yo la miré con expresión confusa en mi rostro.

- La una del medio día.- añadió ella sin dejarme hablar.- se ha perdido todas las clases de la mañana.

- Perdone.- dije mirándola a los ojos, mientras me levantaba e intentaba acomodar el pelo.

- Esta usted castigada, baje a comer, cuando acabe la quiero ver en mi despacho.- dijo para posteriormente salir del cuarto dando un fuerte portazo. Bufé y me volví a tumbar en la cama.

Una perfecta melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora