Capítulo 15: Estoy bien.

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- ¿Puedo preguntarle una cosa? - me dijo ella una vez se había acercado.

-Sí. - respondí desconfiada.

-Pero no puede ser aquí, sígame. - contestó mientras se ponía a caminar.


La Sra. Blanchett me llevo a su despacho donde amablemente me ofreció agua la cual yo decline.

- ¿Qué quería decirme? - le pregunte nerviosa.

- Verá, corren ciertos rumores por el centro. - dijo dubitativa.

- ¿Rumores, sobre qué? - pregunte, no entendía que tenía que ver yo con eso.

- Hay rumores en el centro sobre que está intentando escabullirse por las noches. - me explico.

Yo me quede atónita, solo le había contado esa alocada idea a Hanna, Gabi y Chloe aunque sabía que ella no había dicho nada, no lo entendía, sabía que no querían volver a tener ningún tipo de relación conmigo, pero confiaba en que al menos guardaran los pocos secretos que les había contado cuando, yo, por lo menos, las consideraba mis amigas.

-No sé dé que me está hablando. - le respondí aún medio acongojada.

- Ane, solo quiero avisarle, no cometa ninguna estupidez, ya sabe como es la Sra. Bach.

-No hace falta que me avise de nada que no iba a hacer. - respondí enfadada, no con ella sino más bien con la situación y conmigo misma, ya que no debí haber confiado en ellas.

-Solo estoy intentando protegerla. - susurro.

- Perdone, no quiero hacerla sentir mal, es solo que esos rumores no son ciertos. - mentí, haciendo que al instante me arrepintiese, odiaba las mentiras, desde siempre he odiado a las personas que mienten y yo en ese preciso momento me estaba convirtiendo en lo que siempre me prometí que nunca seria, aunque en mi mente intente maquillarlo todo adjudicando a este acto poco valor y nada de importancia. -Igualmente gracias por avisarme, significa mucho para mí.

-De nada y ahora vaya al comedor, es hora de comer. - dijo tranquila mientras abría la puerta del despacho para que yo saliese.

Salí de allí rápidamente y fui directa al comedor donde comí junto una guarnición de preguntas sin respuesta, preguntas a mí y preguntas a ella. Porque se preocupaba tanto por mí, era algo que no entendía y me carcomía entre dudas las entrañas.

Cansada de sentirme así decidí ir con Clara y acabar de leerle el libro que tanto le gustaba, así junto con ella podríamos relajarnos mutuamente y a la vez podría por lo menos durante un rato olvidar lo que hacemos llamar vida y relajar mis pensamientos y dudas, extasiados y mareados de dar tantas vueltas.

Llegue allí y lo primero que me recibió al entrar por esa minúscula puerta fue la sonrisa de Clara invitándome a entrar y consiguiendo que me calmase al instante.

Acabamos de leer el libro en menos de media hora, sin interrupciones ni ruidos molestos, solo se escuchaba mi voz serena relatar, mientras Clara con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en la cara disfrutaba una vez más de ese libro que por lo que parecía conseguía transportarla a mundos lejanos y seguros en los que yo hubiese pagado por estar en ellos.

Al salir de ese mágico sitio el cual yo ya consideraba mi refugio fui a hacer deberes y acabar de estudiar para mis próximos exámenes los cuales difícilmente iba a aprobar. En mi cuarto, sentada en esa incómoda silla, cansada de intentar aprenderme algo que no conseguía que entrara en mi cabeza, escuche un pequeño ruido en mi ventana ya medio empañada por el frío del exterior. Me levanté y me dirigí a esta, al pasar mi mano sobre los cristales para poder ver que era el causante de ese extraño ruido vi lo que parecía ser un pequeño animalito alejándose del ventanal para posteriormente desaparecer. Extrañada por el suceso al igual que intrigada, ya que no había tenido tiempo de ver que animal se trataba me tumbe en la cama, haciendo tiempo para que llegara la hora de cenar y por fin así me encontraría con Chloe. Pensar en ella hizo que me saliese una sonrisa de la boca, esta chiquilla se había convertido en poco tiempo una persona indispensable para mí, hasta el punto en el cual la consideraba como mi hermana pequeña porque, aunque teníamos la misma edad, me sentía con la necesidad de cuidarla.
Al llegar la hora de la cena, desganada fui para el comedor, donde Chloe ya había empezado a comer.

-Hola. - le dije al sentarme a su lado.

-Hola. - me contesto ella atropelladamente con la boca llena de comida haciendo que yo riera.

-Que aproveche. - le dije aun riéndome mientras empezaba a comer a lo que ella simplemente asintió mientras volvía a llevarse un gran bocado de pechuga a la boca.

Acabamos de cenar sin hablar demasiado, ambas teníamos mucha hambre y hasta que no acabamos de comer no nos pusimos al día sobre todo lo que nos había pasado.

- ¿Qué te ha parecido William? - me pregunto.

-Se le ve buena persona, me hubiese gustado poder hablar un poco más con él.

-Tranquila, ya habrá tiempo, si todo va bien la semana que viene volverá.

Yo sonreí al instante, se notaba que le gustaba de verdad, se le veía ilusionada y le brillaban los ojos cada vez que hablaba de él.

-Te gusta de mucho eh. - le dije, haciendo que se sonrojara.

Hablamos por un poco más, hasta que cansadas cada una se dirigió a su habitación. Al llegar a esta y tumbarme en la cama caí rendida ante el cansancio.

La mañana siguiente me desperté con la sensación de no haber dormido nada y eso hizo que toda mi mañana fuese un desastre. Nada más salir del cuarto me choque con una chica la cual enfadada por el suceso se dedicó a insultarme durante por lo menos un minuto en el que yo intentaba reponerme del golpe que me había dado contra el suelo al caer. Después, al llegar al comedor avise a Chloe de la mala mañana que llevaba y le pedí que no me hablara, no porque estuviese enfadada con ella ni mucho menos, pero necesitaba tranquilizarme. Se me hicieron eternas las clases, ya que de las tres horas que llevaba de estas, no había conseguido entender absolutamente nada de lo que las profesoras habían explicado, consiguiendo que me frustrara todavía más si se podía en esa maldita mañana de lunes.

Al acabar las clases llego la hora de comer, pero decidida me fui directa a mi cuarto porque tenía un nudo en el estómago y unas ganas infinitas de vomitar todo lo que había desayunado.

Al llegar a la habitación fui directa a la cama donde me tumbe y me encogí tanto que por un momento pensé que desaparecería. Al poco rato empezó a dolerme la boca del estómago, esto me solía pasar una vez al mes donde estos fuertes dolores en el estómago me duraban poco más de dos días y luego desaparecerían tan rápido como habían llegado.

Intente quedarme dormida, ya que así no notaba el dolor y para mi sorpresa lo conseguí, hasta que el ruido de la puerta de mi cuarto me despertó haciendo que el malestar volviese a mi cuerpo.

- ¿Se encuentra bien? - me pregunto la Sra. Blanchett mientras se acercaba rápidamente a mi cama para poner su mano sobre mi frente y mejillas.

-Me encuentro mal. - le conteste con la poca voz que podía.

-Voy a por la enfermera ahora vuelvo. - dijo mientras salía corriendo del cuarto.

Después de menos de tres minutos llego la enfermera junto a una preocupada Sra. Blanchett.

La enfermera rápidamente me atendió, aunque al final no sabía que me pasaba, a lo que yo le explique que esto solía pasarme y que no podíamos hacer nada para que se curara, simplemente esperar.

La Sra. Blanchett junto con la enfermera se fueron fuera de la habitación a hablar mientras yo empezaba a retorcerme del fuerte dolor que sentía.

Después de un largo rato volvió a entrar la Sra. Blanchett con un vaso en la mano.

- ¿Cómo se encuentra? - pregunto, aunque al ver mi cara supo que no iba a obtener respuesta.

La Sra. Blanchett dejo el vaso en la mesilla de noche y más mal que bien intento incorporarme mientras yo no ponía de mi parte haciendo que ella cada vez quedara más cerca de mí. Una vez lo consiguió se sentó en la orilla de la cama y me ofreció el vaso el cual no tenía fuera para coger.

-Es manzanilla, le hará bien. - me dijo mientras me ayudaba a dar un pequeño sorbo que hizo que inmediatamente me doliera el estómago. Repetimos el proceso hasta que el líquido se acabó y volvió a tumbarme bien en la cama y después de esto volvió a poner su mano en mi frente.

-Creo que tiene fiebre. - hablo en voz alta mientras se levantaba y salía de la habitación para luego volver con un pequeño botiquín en la mano de donde saco un termómetro el cual al poco tiempo de habérmelo puesto confirmo sus sospechas. Debido a esto fue al baño y mojo una pequeña toalla de mano para ponérmela en la frente.

Después de un rato se fue de la habitación y al volver trajo con ella una pequeña butaca donde a duras penas cabía una persona y la puso justo al lado de mi cama apuntando hacia esta. Al ver mi cara de incomprensión me explico que se quedaría a dormir por si me ocurría algo.

-No hace falta que se quede, estoy bien. - le decía yo para que no pasara mala noche por mi culpa.

-No está bien, además me quedaré por mucho que usted no quiera. - dijo mientras se tapaba con una manta que había cogido de mi armario.

Después de un silencio incómodo en el cual yo me retorcía de dolor y ella más mal que bien intentaba consolarme, al ver que yo ya estaba más tranquila y que el tedioso dolor se empezaba a apaciguar decidió que era momento de hablar.

-Entonces, porque la metieron en el instituto. - preguntó atropelladamente.

- Choque un coche y casi acabo con la vida de mis amigos. - decidí ser sincera por primera vez con ella, aunque tenía miedo de los prejuicios que pudiese tener.

-A mí me contaron que fue por agresión. - decidió confesarse.

- ¿Pero se puede saber quien le está contando esas cosas? - pregunto.

-Salió el tema cuando pregunte a sus amigas sobre vuestra relación. - dijo nerviosa.

- ¿Mis amigas?

-Hanna y Gabi.

-No crea nada de lo que ellas le digan solo son patrañas. - y justo después de decir eso me retorcí de dolor haciendo que la Sra. Blanchett se incorporara de la butaca.

Ella me tranquilizo mientras me acariciaba la cabeza haciendo que poco a poco me quedase dormida.

Una perfecta melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora