Capítulo 7: Le gustas.

1.8K 132 5
                                    

- ¿Puedes venir a dormir conmigo por favor? - escuché que me decía justo cuando me había levantado.

No respondí y me volví a tumbar para quedarnos como estábamos. Empecé a hacerle pequeñas caricias en los brazos hasta que sentí que se durmió y entonces yo también lo hice.


Me desperté al sentir cosquillas en mi mejilla así que abrí los ojos y vi a Hanna haciéndome caricias.

-Buenos días, dormilona. – me dijo ella mientas me daba un beso muy cerca de mi labio.

Yo me quede un poco sorprendida al ver el comportamiento tan cariñoso que tenía Hanna conmigo, pero simplemente lo deje pasar.

-Buenos días. – dije mientras me estiraba.

- ¿Qué hora es? – pregunté.

-Las nueve de la mañana.

- ¡Que!, corre vístete – le dije mientras me levantaba rápidamente de la cama y empezaba a quitarme el pijama.

-Tranquila hoy no hay clases. - me explico mientras se reía desde la cama

- ¿No hay clases? - pregunté.

-No, hoy es el día del trabajador así que no hacen clases.

-Perfecto. - dije mientras me volvía a poner el pijama y posteriormente me tumbé en mi cama.

Me quedé mirando al techo, embobada, sin pensar nada simplemente mirándolo.

- ¿En qué piensas? - me preguntó Hanna después de un rato.

-En nada. – le respondí y ella se quedó en silencio.

Me senté en la cama para ver si Gabi seguía durmiendo, pero su cama estaba vacía.

-¿Dónde está Gabi?.

-Se fue a dar una vuelta por el patio.

- ¿Vamos con ella? - le pregunté.

-No me apetece.

-Venga Hanna. - le dije mientras la destapaba.

-No Ane, que pereza. – me dijo mientras se intentaba aferrar a la sabana.

-Vamos perezosa. - dije mientras estiraba de su pie para hacerla caer de la cama.

-Vale, vale. – me dijo riendo mientras se levantaba del suelo.

Las dos nos vestimos y una vez acabadas de preparar nos dirigimos hasta el patio delantero.

- ¿Por qué no hay nadie por los pasillos? - pregunte extrañada a Hanna porque por el camino solo habíamos visto a dos chicas más.

-Los días que son de fiesta, los padres pueden venir a buscarnos para salir un rato o si te portas extremadamente bien hasta puedes salir sola. – me explico.

-Vaya, no lo sabía. - dije pensativa.

- ¿Tú no sales? -le pregunté.

-No.

- ¿Por qué? Tú te portas extremadamente bien. – dije riéndome un poco.

-No me apetecía. - dijo con un poco de inseguridad en su voz.

- ¿En serio? – dije parándola.

-Bueno es que si salía tú te quedarías sola, porque en verdad Gabi no está en el patio, sino que se ha ido con mama y Chloe suele salir también entonces no quería que estuvieses sola. - dijo tan rápido que tuve que hacer un gran esfuerzo para entenderla.

Justo cuando acabo de hablar la abrace con todas las fuerzas que tenía.

-Muchas gracias de verdad, significa mucho para mí. – dije mientras seguía abrazándola. – Pero Hanna si te apetece salir un rato hazlo, no te preocupes por mí.

-No me apetece, de verdad, estoy bien contigo. – dijo para posteriormente apretarme aún más en el abrazo.

-Vale Hanna me estás ahogando. – dije después de un rato. Realmente me estaba apretando muchísimo y sentía como me empezaba a quedar sin aire.

- ¿Qué quieres hacer? - me pregunto justo después de soltarme.

-No sé, que te apetece a ti. – respondí.

-Podemos ir a sentarnos en la sombra que hay allí. – dijo señalando debajo de un árbol.

-Vale.

Nos dirigimos hasta el árbol, yo me senté con la espalda recargada en el tronco y miré confundida a Hanna porque no se sentaba, hasta que se tumbó y puso su cabeza en mis piernas.

-Ehh...vale. - dije confundida e incómoda.

-Vamos cállate. – me dijo sonriendo.

Y eso hice, callarme y pensar en que le pasaba a Hanna conmigo, estaba muy cariñosa y yo no entendía nada. Nos pasamos así un buen rato hasta que llego la hora de comer y nos dirigimos al comedor.

Al llegar no había casi nadie, en total éramos diez niñas así que la Sra. Bach nos mandó que nos sentáramos todas juntas en la mesa más cercana a la de las profesoras y así lo hicimos.

A mi derecha tenía a Hanna y en la izquierda una niña, pelirroja, de baja estatura mirándome como si me fuera a matar.

Mientras esperábamos la comida me puse a mirar que profesoras estaban y para mi sorpresa solo faltaba la Sra. Blanchett y en ese momento me quede pensando y haciendo mis propias hipótesis de donde podría estar.

Empezamos a comer, estábamos todas calladas, no hablábamos nosotras ni las profesoras, hasta que la chica que tenía a mi lado "se le escapó" un poco de saliva en mi plato.

-Me estás jodiendo niñata. - dije casi gritando y llamando la atención de todas.

-Ups lo siento. – me dijo riendo.

- ¿Qué pasa señoritas? - dijo la Sra. Smith.

-Me ha escupido en mi comida. - le expliqué.

-Fue sin querer. – contesto haciendo que lloraba.

-Es mentira. - conteste indignada.

-No lo es. - dijo empezando a llorar haciendo que la Sra. Smith fuera a consolarla mientras me miraba con cara de enfado.

-Srta. Ane váyase a su habitación ahora mismo y no vuelva a salir hasta que se lo permitamos. - me dijo la Sra. Bach.

-Eres una mentirosa. - grite a la niña que seguía "llorando" en los brazos de la Sra. Smith.

Me fui para la habitación indignada, no entendía que les pasaba a estas niñas conmigo, desde que llegué la han tomado conmigo, ni siquiera me conocen.

Me senté en mi cama y saqué un pequeño cuaderno que tenía en la maleta. Era mi diario, desde pequeña siempre he escrito en él mis mayores secretos, lo utilizaba para desahogarme y expresar como me sentía. Empecé a escribir todo lo que me había pasado desde que llegué aquí, escribí sobre Hanna y Gabi, sobre el primer día, sobre la Sra. Smith y sobre la Sra. Blanchett. Una vez desahogada completamente lo guardé de nuevo en la maleta, ya que no quería que nadie se enterara de que lo tenía. Estuve esperando a que llegara Hanna durante una hora, pero al ver que no llegaba me fui a dormir un rato.

Me desperté sobre las cinco de la tarde, la siesta había durado más de lo que pensaba, me puse a mirar por la ventana, hacia un día tan soleado y espléndido que solo tenía ganas de salir fuera y tumbarme en el césped, pero me acorde de lo que me dijo la Sra. Bach y como no quería más problemas me quedé en la habitación, hasta que se me ocurrió una idea.

Estábamos en el piso más alto del internado, pero teníamos un pequeño tejado delante de nuestra ventana así que la abrí y con mucho cuidado salí, me senté en él y me puse a mirar las vistas, la verdad es que era precioso, se veía todo verde y al final un gran lago donde había pequeñas barcas.

Después de más o menos media hora llego alguien a la habitación.

- ¿Puedo pasar? - dijo alguien que por la voz reconocí que era la Sra. Smith.

-Ya está dentro. - conteste sin mirarla.

-Salga de allí se va a caer. – me dijo mientras se acercaba.

-Tranquila lo tengo controlado. – conteste. Después de responder esto no escuche nada más así que me di la vuelta para ver donde estaba y al vi sentada en mi cama mirándome.

- ¿Qué quiere? – le pregunté.

-Te traje comida. – me dijo mientras sacaba algo de su bolso. Justo después de que me dijera eso entre rápidamente a la habitación y me senté a su lado.

-Tenga, es la merienda que daban hoy. – me dijo mientras me extendía unas galletas con un plátano y un poco de chocolate.

-Muchas gracias. – dije mientras la abrazaba. – Me estaba muriendo de hambre. – le comenté.

- ¿Qué le hizo Abby? - me preguntó.

- ¿Quién?

-La niña con la que se peleó a la hora de comer. - me dijo.

-Ah, la niñata. – dije y ella me reprendió con la mirada por haberla llamado así y yo me encogí de hombros.

-Me escupió en la comida. – le dije.

-Ella dice que no. - me dijo.

-Que diga lo que quiera, yo estoy diciendo la verdad. – dije un poco enfadada.

-Vale, la creo. – me dijo.

- ¿Quiere? - le dije mientras le extendía un poco de mi merienda.

-No, gracias. – me dijo.

-Bueno me tengo que ir, que nadie se entere de que le he traído esto, confió en usted. – me dijo mientras se iba.

-Sí. – conteste con la boca llena haciendo que se riera, para posteriormente irse.

Me pasé toda la tarde sentada en el tejado, pensando y a veces dibujando hasta que la puerta se volvió a abrir.

-Hola. - escuche la voz de Gabi.

-Hey, ya estás de vuelta. - le dije mientras la iba a abrazar.

-Si, ya me he enterado de que te has peleado con Abby – dijo ella riéndose.

-Sí. – dije riéndome.

- ¿Dónde está Hanna? - me pregunto ella.

-No lo sé no la he visto desde la hora de comer. - contesté.

-Oye Gabi te puedo preguntar una cosa. – le dije después de un rato charlando.

-Claro. - me dijo

- ¿Qué le pasa a Hanna conmigo? - dije.

- ¿Cómo? - respondió nerviosa.

-No sé, está muy cariñosa, se comporta diferente conmigo. - le dije.

-A ver...- me dijo. Yo me quede mirándola para que continuase.

-Ane, no se lo digas que te lo he dicho, pero le gustas. - me dijo rápido.

- ¿Cómo que le gusto? -le pregunte confundida.

-Pues que le gustas Ane, que te ve como algo más que una simple amiga. - me dijo.

- ¡Gabi! – se escuchó gritar a Hanna desde la puerta.

-Lo siento. - contesto, pero Hanna ya se había ido.


Una perfecta melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora