Capítulo 11: ¿Tú eres la castigada?

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-Venga conmigo, vamos a dar una vuelta. - dijo mientras cogía la manta de mi cama.

Yo me levanté y salí de la habitación junto a la Sra. Blanchett.


Una vez estábamos fuera ella simplemente se puso a caminar y yo como no sabía que se suponía que tenía que hacer la seguí.

Mientras nos movíamos por los pasillos ella parecía muy serena y tranquila, en cambio yo estaba nerviosa, tenía miedo de que alguien nos viese y me castigaran de nuevo, pero de lo que tenía más miedo era de que le pasara algo a ella, que la echaran o la Sra. Bach se pusiera en su contra, eso no sería nada bueno.

Entre tantos pensamientos llegamos al patio trasero, nos sentamos alejadas de la puerta, escondidas entre unos árboles que había allí.

Nos sentamos, bastante separadas, a decir verdad, estábamos sumergidas en un incómodo silencio que después de un rato decidió acabar.

- ¿Qué le pasa? - me pregunto sin mírame.

-Ya se lo he dicho, no me pasa nada. - le contesté.

-No sabía que la gente lloraba porque sí. - me dijo.

-No soy como la demás gente. - le contesté.

-Me he dado cuenta de eso. - susurró.

- ¿Perdone? - pregunte ya que creí que no la había escuchado bien.

-Nada. - contesto rápidamente- ¿Tiene frío? - me pregunto y así cambio de tema.

-Estoy bien gracias. - contesé.

-Bueno, si lo tiene dígamelo - dijo mientras se tapaba con la manta.

Nos volvimos a quedar en silencio, ahora en uno menos incómodo, decidí tumbarme.

- La Sra. Bach me ha vuelto a castigar. - le explique después de estar meditando un rato si contárselo o no.

- ¿Qué ha pasado? - me preguntó.

Yo le expliqué todo lo que me dijo, menos que me había cambiado de habitación porque no que en ese momento no le di mucha importancia, también le expliqué como me sentía a al respecto, ella se mantenía callada sin hacer absolutamente nada simplemente me escuchaba con mucha atención.

Una vez acabé ella me aconsejo, me dijo que no me preocupara que, dentro de unas semanas, como mucho un mes se le pasaría y seguramente todo volvería a la normalidad.

Nos pasamos un rato más hablando, ahora de cosas sin importancia hasta que ya iba siendo hora de que volviera a la habitación, así que nos levantamos y ella me volvió a acompañar a la puerta como la noche pasada.

-Buenas noches. - dije abriendo la puerta.

-Ane su manta. - dijo mientras se la quitaba de los hombros y me la extendía.

-Quédesela. - dije y cerré lentamente la puerta.

Me fui directa a mi cama y de repente sentí que algo se sentaba en la mía y de súbitamente se encendió la luz de la habitación.

- ¿Qué ha pasado? - me pregunto Gabi.

-Pero que cotilla que eres. - dije mientras me reía.

-Venga cuéntame. - volvió a decirme.

-Quería hablar conmigo porque estaba llorando y me ha aconsejado sobre cómo comportarme con la Sra. Bach, nada más. - explique de manera indiferente.

- Pero si era lo que estábamos haciendo nosotras. - dijo de nuevo.

-Gabi, solo estaba preocupada ahora déjame dormir estoy cansada. - le dije mientras me tapaba la cabeza con las sábanas.

Ella se levantó de mi cama y sin decir nada se fue a acostar en la suya, note que se había molestado, pero no me importó, ya que yo no había hecho nada a demás no le tenía que dar explicaciones de nada. Después de lo que fue media hora conseguí quedarme dormida.

Me desperté gracias a los gritos de la Sra. Bach diciéndonos que teníamos que bajar a desayunar. Otro día más pasaba, igual, se sentía como una rutina inferna.

Estábamos las cuatro de nuevo en la misma mesa de siempre, a diferencia de que nos envolvía un silencio demasiado tenso.

-Señoritas. - se escuchó chillar a la Sra. Bach haciendo que todo el comedor se quedara en silencio.

-Como ya saben es jueves, así que se les repartirá su correo. - una vez dijo esto todas se pusieron a chillar de alegría.

Todas las profesoras se pusieron a repartir las cartas, había algunas que tenían más suerte y se les entregaba algún paquete.

-Señorita, cuando acabe de desayunar diríjase a mi despacho. - me dijo la Sra. Bach mientras me entregaba una carta. Yo me la guardé, quería leerla tranquila, no como la mayoría que se pusieron a hablar y abrir las cartas nada más se les entregaba.

Acabamos de desayunar en un mejor ambiente y justo cuando acabé de desayunar me fui directamente al despacho de la Sra. Bach porque no quería tener todavía más problemas.

Una vez llegué, pique a la puerta y no entre hasta que escuche su voz dándome permiso para poder hacerlo.

-Siéntese. - me dijo nada más entrar.

-Gracias.

-Hoy no tendrá clases, ya que tiene que hacer el cambio de habitación, pero por la tarde tendrá que quedarse tres horas en la sala de castigos estudiando o haciendo deberes.

-Si señora.

-Ahora vendrán a buscarla y le llevarán a la que será su habitación y una vez instalada se acercará la profesora responsable de su pasillo y le explicará que pasará si se salta alguna norma, queda claro. - me dijo.

-Si señora.

Después de unos cinco interminables y angustiosos minutos llegó mi profesora de música y la Sra. Bach me ordeno que fuera con ella que me iba a llevar a mi nueva habitación.

Subimos al mismo pasillo de siempre y pasamos por mi antigua habitación.

-Espere tengo que coger mis cosas. - le dije a mi profesora.

-Primero le enseño la habitación y ya luego tendrá tiempo de coger sus cosas. - dijo sin pararse.

Llegamos a la habitación y mi profesora abrió la puerta. La habitación era mucho más pequeña que en la que yo estaba durmiendo, la ventana era bastante más grande que la de la otra habitación, tenía un pequeño armario y una puerta que supongo que sería la del baño.

- ¿Solo hay una cama? - le pregunté.

-Sí. - me contestó obvia.

- ¿No tengo compañeras?

-No señorita, está castigada así que estará sola, ahora si me disculpa tengo que irme a impartir clase así que coja sus cosas y vaya cambiándose de habitación.

-Espere. - dije antes de que se fuera y ella me miro.

-Necesito la llave de la otra habitación a esta hora están cerradas. - le dije.

-Búsquela. - ella me dio un puñado de llaves diciéndome que cuando la encontrara dejara las demás en conserjería que ella se tenía que ir rápido.

Me puse a buscar el número de mi antigua habitación, porque si, las habitaciones estaban numeradas. Una vez lo encontré lo separé de las demás llaves y me fui para la habitación a coger mis cosas.

Tarde más de lo que pensaba, ya que tenía todo tirado por la habitación, pero una vez lo metí todo en la maleta, cerré la puerta y me dirigí hacia la otra habitación.

Mientras ponía las cosas en el armario me di cuenta de que en verdad no estaba tan mal estar castigada, ya que al menos tenía algo de privacidad.

Entregué las llaves en conserjería como me lo había dicho mi profesora y volví a mi habitación para esperar a la responsable de mi pasillo. Mientras esperaba abrí el sobre que me había dado la Sra. Bach a la hora de desayunar y dentro había dos papeles.

Mire el primero, era una carta de mamá, en ella me explicaba cómo estaba y me decía lo mucho que me echaba de menos. Después de un rato miré la segunda carta, era de mi amigo Omar, él y yo formábamos junto con Claudia un grupo de música, él tocaba la batería, Claudia el teclado y yo tocaba la guitarra y cantaba. En la carta me di cuenta de lo que había escrito era la última canción que compusimos los tres juntos y no pude aguantar las lágrimas, los echaba demasiado de menos.

Estuve leyendo las cartas tumbada en la que ahora sería mi cama hasta que escuché como el pomo de la puerta se giraba y justo después apareció la profesora responsable de mi pasillo.

- ¿Tú eres la castigada? - me pregunto la Sra. Blanchett.

Vaya este castigo sería mucho mejor de lo que me esperaba- pensé mientras la miraba sorprendida.

Una perfecta melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora