Prologo

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Reconozco que mi historia familiar es extraña. Mi querido padre se ha casado un total de tres veces, pero incluso antes de su primer matrimonio siempre ha amado a una sola mujer. Con tan solo decir que dos de sus matrimonios fueron arreglados se sobreentiende que mi familia se ha visto involucrada en situaciones confusas que ahora son parte de nuestra rutina.

Mi padre es el dueño de una gran compañía, así como en la mayoría de historias, tuvo que pasar por mucho antes de lograr tal hazaña y volverse millonario. Lamentablemente, su primer matrimonio lo llevó a la quiebra, arruinó su juventud y con ello perdió al gran amor de su vida. El segundo lo dejó devastado emocionalmente y terminó perdiendo nuevamente a una mujer que la cautivo incluso más que la primera. Hablando de la primera, no me refiero a su primera esposa, nadie habla de la primera esposa en casa. Es delito.

Su primer matrimonio se dio cuando papá tenía solo 16 años, en ese momento el gobierno de Japón se vio obligado a ampliar la edad mínima para casarse por temas relacionados con las particularidades. Se casó con una mujer ya adulta, durando solo cinco años con esta mujer hasta el día en que ella falleció. No era una mujer vieja, no sé su edad exacta. La madrastra de mi padre fue quien arregló aquel horrible matrimonio y también una de las responsables en llevar la compañía a la quiebra. Es muy poca la información, pero eso es todo lo que sé.

Con mi padre, siendo ya un adulto, terminó reencontrándose con el amor de su vida nuevamente. Se mantuvo soltero debido a que ya ninguna mujer le seguía; ni siquiera su primer amor le miraba, claro... él ya no tenía dinero suficiente.

Aunque logró llamar la atención al convertirse en héroe, reunirse con distintas familias que le ayudarían a construir la compañía que tiene ahora, consiguiendo invertir en nuevos negocios. Cuando todo parecía estar bien, decidió armar su nuevo matrimonio.

Es difícil casarse cuando alguien no sabe amar.

Papá dice que con su primer amor siempre fueron choques y fugas. Aun con todo eso, terminó teniendo tres hijos sin estar casado ni comprometido, protegiendo su vida privada a toda costa. Ni él mismo sabe cómo los medios no se dieron cuenta de la relación extraña que tenía con la madre de su primogénita. En algún momento esta mujer le dio fin a esa extraña forma de amarse y desapareció de la vista de mi padre, aunque no por mucho tiempo.

Cuando las arpías se asomaron a mirar de nuevo el dinero de mi padre, él eligió hábilmente a una mujer que prácticamente le juró lealtad desde muy joven y se casó rápidamente con ella. Así es, mi madre colocó a mi padre en un altar desde que lo vio y esperó tranquilamente hasta que él la notara. Al ser mi madre joven hubo muchos conflictos, pero al confirmarse el matrimonio, mis padres hicieron todo lo posible para que no hablaran tanto de ellos en los medios de comunicación. Mi madre deliberadamente abandonó su idea de convertirse en héroe, pues había elegido ese camino solo para acompañar a mi padre y al estar ya casada con él, se dijo así misma que no necesitaba nada de eso.

Mis padres se apreciaban entre ambos, se respetaban, pero la única que lo amaba locamente era mi madre y, aunque mi padre intentó amarla de la misma forma, no lo logró, pero la quiso lo suficiente como para quedarse junto a ella los días cercanos de su muerte y para que actualmente llore cada que se acuerda de cómo era su vida cuando estaba viva.

Las historias de romance de mi padre no son tan románticas. Él no se considera como el protagonista y siente que la protagonista de su historia ya no está. Creí que poco antes de eso la historia se distorsionó y dio giros impresionantes, al final se casó con quien parecía ser la mala de la novela.

Mi nacimiento se dio tres años después de que mis padres se casaran, quizá era porque mi madre era joven, pero su estado de salud fue malo durante su embarazo y entregó su vida para traerme al mundo, tal cual, un intercambio. Hay fotos en donde me encuentro con mi madre y mis hermanos siendo recién nacida y ellos siendo seres inocentes. Claramente, cada uno creció como maleza, pero seguían siendo mis hermanos de todos modos. Aunque nos odiáramos, ellos seguían siendo parte de mi vida y crecimos en medio de un campo de batalla. No recuerdo haberlos visto cuando era niña, pero conocía sus existencias y, sin embargo, ellos se habían olvidado de la mía.

Sobre el matrimonio (Actualizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora